Centenario del PCCh / El pilar de la Nueva China
Demostrando su profundo conocimiento del país ante el cual representa a la Argentina, Sabino Vaca Narvaja, hace una revisión histórica en la que destaca todo que con “la abnegación y sacrificio de un pueblo guiado por el PCCh, el gigante asiático pudo erguirse y marchar tras el objetivo de la gran revitalización de la nación china.”
A cien años de la fundación del Partido Comunista Chino
Por Sabino Vaca Narvaja, Embajador argentino en la República Popular China
Este año se cumple el 100° aniversario de un hecho clave en la historia moderna de China, sin el cual no podríamos entender la transformación de aquel país: la fundación del Partido Comunista Chino (PCCh). Clave no solo porque el triunfo de la Revolución liderada por el PCCh desterró los resabios de un ordenamiento clasista y muy desigual que perduró aun durante el período republicano-nacionalista (1911-1949), sino también porque el partido se convertiría luego en el pilar que dio forma a la construcción de la Nueva China anunciada por Mao Zedong el 1º de octubre de 1949 en la histórica plaza de Tiananmén.
El camino para alcanzar los objetivos socialistas no estuvo exento de dificultades. La recientemente creada República Popular China debió sortear el aislamiento internacional promovido por algunas de las principales potencias occidentales para preservar su autonomía y unidad nacional. Gracias a una paciente y dedicada diplomacia, pero, sobre todo, a la abnegación y sacrificio de un pueblo guiado por el PCCh, el gigante asiático pudo erguirse y marchar tras el objetivo de la gran revitalización de la nación china.
La historia reciente es más conocida: en menos de cuatro décadas, a partir del despegue que supuso el inicio del proceso de reforma y apertura, China tuvo un crecimiento vertiginoso hasta convertirse en una potencia global. La economía china, empobrecida y mayoritariamente campesina, se transformó en un lapso comparativamente corto de tiempo en otra de medianos y altos ingresos, urbana e industrial conforme a los lineamientos de la planificación centralizada. Solo entre 1978 y 2018, la élite del PCCh sacó de la pobreza extrema a alrededor de 800 millones de chinos.
La crisis financiera mundial de 2008-2009 llevó al gobierno chino a implementar una serie de medidas de inversión pública y de estímulo al consumo para compensar una virtual caída de las importaciones y menores flujos de inversión extranjera directa, haciendo de China un factor importante para que Asia saliera de la crisis relativamente ilesa. Entre otras disposiciones, Beijing amplió los incentivos a sus políticas de largo plazo en materia de investigación y desarrollo (I+D), lo cual hace que hoy sea el país con el mayor gasto en ese rubro después de EE.UU. La inversión china en I+D ha crecido anualmente a una tasa promedio de 17,4% en los últimos 20 años, cuatro veces más rápido que en el país del norte. Para dejarlo en claro: en la última década, las industrias emergentes —con la tecnología 5G y la industria aeroespacial como abanderadas— contribuyeron en más de un 20% al crecimiento del PBI chino.
Esta nueva realidad fue captada por el presidente Xi, quien en el XIX Congreso del PCCh celebrado en 2017 hizo pública su posición a favor de alcanzar un “socialismo con características chinas para una nueva era”. Si la contradicción principal que animó el pensamiento de Mao se centró en la lucha de clases, la principal contradicción en la era de la reforma, con Deng, hubo que buscarla entre las crecientes necesidades materiales y culturales del pueblo y una producción social atrasada. Para cuando el PCCh resolvió ese problema, la etapa siguiente halló una nueva contradicción entre el desarrollo desequilibrado e inadecuado y las crecientes necesidades del pueblo por una vida mejor. Lo fundamental de estas nuevas directrices —incorporadas más tarde a la Constitución del Partido— es la asunción por parte de la élite gobernante de que el crecimiento económico por sí solo ya no era la solución: sólo a través del desarrollo humano y un progreso social integral diseñado y coordinado por la dirección del Partido se podía alcanzar el bienestar del pueblo. El corolario de esta orientación que tiene a la innovación científico-tecnológica como principal ariete, lo hallamos en lo que con justa razón puede ser considerado uno de los hitos más importantes de la humanidad: China erradicó completamente la pobreza extrema. Diez años antes, incluso, del plazo establecido por la Agenda 2030 de UN y en medio de la peor recesión de la economía mundial que se recuerde desde posguerra, lo cual realza la proeza.
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