Argumedo, sobre Mao, Perón y el Tercer Mundo
Por Alcira Argumedo, para DangDai (*)
El tiempo histórico de Perón y Mao se enmarca en la revolución del Tercer Mundo, entre el fin de la II Guerra Mundial y la década de 1970, cuando casi 80% de la humanidad dominada y despreciada por las potencias occidentales durante los cuatro siglos anteriores, inicia un proceso vertiginoso de revoluciones, descolonización y experiencias populares en Asia, África y América Latina.
El 17 de octubre en Argentina en 1945, se acompaña de la independencia de la India en 1947; la de Indonesia en 1948, el mismo año del asesinato de Gaitán en Colombia y de la expulsión de los franceses en Vietnam; el triunfo de Mao en 1949; y en las décadas siguientes Nasser en Egipto; poco después la Revolución Cubana y la Revolución Argelina. En ese contexto la cercanía de Perón y Mao se vincula con la cuestión de la soberanía nacional y el concepto de pueblo, que es más complejo y propio de los países periféricos que el concepto duro de “proletariado” de la tradición marxista europea.
Cuando en 1959 Mao comienza su ruptura con la URSS y la acusa de “social-imperialismo”, se fortalecen las coincidencias entre Perón y el líder chino. Hasta el golpe de 1955, Perón había sido duramente criticado por los dos grandes aparatos de prensa internacionales -tanto el de Estados Unidos como el de los Partidos Comunistas pro soviéticos- que lo llegaron a tildar de “fascista”, precisamente porque había definido la Tercera Posición en lo internacional. Ese mismo año de su derrocamiento, había saludado con optimismo la cumbre de Bandung, donde líderes de Asia y de África lanzan lo que más tarde será el Movimiento de Países No Alineados, donde China va a tener un papel protagónico.

Perón veía en China una pieza clave para fortalecer al tercermundismo y en La Hora de los Pueblos hablará del “gran Mao”. A su vez, Mao reivindicaba el liderazgo de Perón, como lo expresara ante militantes argentinos que lo visitaron en Pekín. Lo mismo sucedió con otros militantes que conocieron a líderes de estos movimientos de liberación, donde no todos eran marxistas, pero muchos sí lo eran. Fue el caso del líder albano Enver Hoxha, quien le preguntó a dirigentes de Vanguardia Comunista -que se habían definido como “marxistas, leninistas, maoístas y pro-Albania”- por qué en Argentina no eran peronistas. Por su parte, Floreal Ferrara contaba que cuando fue a un encuentro de médicos en Ghana, lo citó el líder Kwane N´Krumah para que le hablara del peronismo: le dijo que ellos eran peronistas y también Lumumba del Congo había sido peronista. Para ellos, ser revolucionario en Argentina era sinónimo de ser peronista, dado los lazos del pueblo con Perón y la lealtad que le demostraban los trabajadores con la Resistencia durante los largos años de exilio y proscripción.
La reformulación maoísta del marxismo, con la idea de contradicción principal y contradicciones en el seno del pueblo, fue incorporada en los debates de los años ’60 y ’70 en el peronismo, junto a la de otros líderes como Ho Chi Minh, así como la de escritores como Franz Fanon. Fue un gran movimiento cultural e intelectual del Tercer Mundo, que incluso llegó a influir en los países centrales -como los casos de Sartre, Simone de Bouvoir o Herbert Marcuse- así como el movimiento de la negritud africano influye en el movimiento negro en Estados Unidos, donde los afro-descendientes recién conquistan el derecho al voto en 1965.
Para Perón, Mao era un líder revolucionario que estaba construyendo un socialismo nacional, claramente diferenciado de los socialismos impuestos por la Unión Soviética en los países del Este europeo y consideraba que, si el mundo marchaba hacia el socialismo, cada país habría de definir su propio modelo, que el llamaba socialismo nacional y debía dar cuenta de sus peculiaridades sociales y culturales: nuestros “cabecitas negras” eran muy diferentes a los proletarios europeos del pensamiento marxista clásico y se emparentaban mucho más con los campesinos chinos, los negros africanos o los explotados de siempre en las colonias dominadas a lo largo de siglos por el Occidente central.
(*) Nota de Alcira Argumedo para la edición Nº20 de la revista DangDai, de septiembre de 2017. En ese número, junto a Horacio González y el sacerdote Domingo Bresci, analizó la relación de Juan Domingo Perón y Mao Zedong en el entonces llamado “Tercer Mundo”. Alcira, una notable socióloga y militante argentina, falleció el último fin de semana. DangDai la homenajea con la reproducción de este artículo.
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