De Fu Manchú al Mandarín
El académico Mariano Turzi (UCEMA, Universidad Austral) acaba de lanzar un nuevo libro sobre relaciones internacionales: Cómo los superhéroes explican el mundo, de Editorial Capital Intelectual. En exclusiva para DangDai, adelanta parte del capítulo referido a China.
El libro lleva como subtítulo “Cine, cómics y política internacional”, y en diversos casos de países, fenómenos globales o escuelas de relaciones internacionales utiliza la figura de “superhéroes” como una atractiva ayuda para el análisis.
Lo que sigue son algunos párrafos del capítulo referido a China.
–China: de Fu Manchú al Mandarín
Por Mariano Turzi
China se convirtió en el mayor exportador de bienes del mundo en 2009, en la mayor potencia comercial en 2013, en la economía más grande del mundo en términos de paridad del poder adquisitivo (PPP) en 2014, en el quinto mayor exportador mundial de servicios en 2017 y en el segundo mayor importador de servicios del mundo en 2018.
Es el principal destino de exportación para 33 países y la mayor fuente de importaciones para 65. Es la locomotora del crecimiento mundial. Entre 1961 y 1978, la contribución anual promedio de China al crecimiento económico global fue del 1%. Pero de 1979 a 2012 fue del16% y de 2013 a 2018, del 28%. China representó el 24% del consumo global de energía en 2019, y es el mayor importador de petróleo y gas natural del mundo.
En 2019, China consumió el 30% de la soja del mundo, 40% de los teléfonos celulares, 45% del acero y el 50% del cobre. Uno de cada dos cerdos en el mundo son chinos. El país consumió entre 2011 y 2013 más cantidad de cemento (6,6 gigatones) que lo consumido por Estados Unidos durante todo el siglo XX (4,5 gigatones de 1901 a 2000).
¿Equivalen estos números a decretar la dominación china del siglo XXI?
Fu Manchú es el personaje más famoso creado por el escritor inglés Sax Rohmer. Descendiente de la familia imperial china, odia al mundo occidental y a la raza blanca. Es la encarnación del denominado peligro amarillo. Vuelve a ser útil en tiempos de transición de poder global para explicar la persistente afición occidental por un alarmismo que abreva en el racismo y el etnocentrismo.
Nadie mejor que Edward Said (1979) retrató cómo las representaciones occidentales de Oriente son tan equívocas como perniciosas. El “control” árabe de los precios del petróleo, la competencia “injusta” japonesa y la “manipulación” de la moneda china son un marco mental de choque civilizacional para interpretar los hechos internacionales.
El colonialismo territorial ha desaparecido, pero quedan vestigios mentales de él en sistemas de pensamiento y representación: la academia, la imaginación popular y la política gubernamental. El ejemplo más claro y reciente fue cuando el presidente norteamericano Donald Trump llamó al SARS-CoV-2 (causante de la enfermedad coronavirus o COVID-19) el “virus chino”.
Para alcanzar sus malvados fines de dominación mundial, Fu Manchú cuenta con innumerables recursos monetarios, un ejército propio, avanzada tecnología, venenos de todo tipo y animales asesinos. En casi cualquier problema relacionado con China, los viejos temores resurgen. Desde al menos el 2007 se difunde regularmente la idea de que China exporta “veneno” al mundo a través de sus productos defectuosos: medicamentos, leche para bebés o juguetes.
A nivel global, fantasías sobre despiadadas conspiraciones internacionales chinas se están volviendo realidad hoy de la misma manera que en el pasado lo hicieron a través del “doctor del diablo” chino: su malignidad misteriosa, odio inexplicable hacia los blancos occidentales y el deseo de dominación global. En la remake de Red Dawn de 2012, MGM cambió el enemigo original del guión, China, por tropas norcoreanas. La adaptación cinematográfica de Guerra Mundial Z, de Max Brooks, cambió el material para que el brote de zombis no comenzara en China. El senador de Arkansas, Tom Cotton, twitteó el 20 de abril de 2020: “¿Saben que China tiene a Hollywood en su el bolsillo? China financia películas y los estudios están desesperados por acceder al mercado chino. Es por eso que China nunca es el malo en las películas. Por eso quitaron la bandera de Taiwán de la chaqueta de Maverick en Top Gun 2. Hora de acabarlo”.
A nivel doméstico, se alienta el temor una presencia china insidiosa que hace pendular la opinión pública entre la histeria y la plausibilidad. Esto es independiente de la realidad política, social o económica de la nueva posición de China de importancia económica e influencia política internacional…
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