Disputa de gigantes
El investigador del Conicet Bernabé Malacalza describe en El Cohete a la Luna la disputa entre EE.UU. y China en América Latina en clave financiera. E informa que las donaciones del país asiático en la región fueron ocho veces superiores a las del norteamericano.
–Pelea de elefantes en América Latina. La doctrina Monroe y la doctrina McEnroe
Por Bernabé Malacalza
“Hay veces que las cosas no salen, no te gusta y lo odias. Cuando va bien, es fantástico, pero otras veces salís a la cancha, empezás a jugar y nada entra. Entonces hacés escándalo”. Lo dijo John McEnroe, ganador de siete Grand Slams y protagonista de feroces rivalidades con Björn Borg, Jimmy Connors e Ivan Lendl. Con juego poco ambicioso y actitud rebelde generó una marca. En el siglo XIX, Washington dio a conocer la Doctrina Monroe (“América para los americanos”) para terminar el dominio europeo en el Hemisferio Occidental. Hoy, frente al avance chino, Trump apuesta a la Doctrina McEnroe. ¿Podrá funcionarle? Mucho ruido, pero las nueces (zanahorias) son cada vez menos.
La pandemia no puso en suspenso la rivalidad Estados Unidos-China: la agitó más. ¿Hacia qué países fue la ayuda humanitaria en salud de Estados Unidos a América Latina durante la pandemia? ¿Cuáles fueron los criterios políticos que primaron para la asignación de fondos y donaciones a países? ¿Qué relación guardan esas asignaciones con las prioridades de la política de Washington para la región y la arremetida en el BID? ¿Cómo contrastan y en qué se parecen la ayuda enviada por Washington con la desembolsada por China en la región? Estas y otras preguntas necesitan datos para responderse.
Las pistas pueden obtenerse en las publicaciones sobre donaciones y asistencia en salud del Departamento de Estado; en el cálculo estimado en dólares de donaciones de máscaras y kits de testeo del gobierno chino (sin incluir donaciones de provincias ni empresas) hacia países de la región, según un estudio realizado por Wilson Center y datos recopilados de informes de prensa; y en los apoyos de gobiernos a Mauricio Claver Carone como candidato a presidente del BID.
Estados Unidos y el patio ultratrasero
¿Hay una transición de poder? De algo no quedan dudas: China sube, Estados Unidos baja. Según los datos publicados por el Departamento de Estado, los Estados Unidos llevan donados 900 millones de dólares en el mundo y, de esa suma, menos del 9 por ciento (83 millones) correspondió a la región. Pero hay un dato elocuente: sólo lo recibido por Congo y Nigeria en África supera a toda la ayuda estadounidense a América Latina en lo que va de la pandemia. Los chinos, en contraste, llevan desembolsados 665 millones de dólares en la región. Esto significa un monto ocho veces superior al asignado por Washington. En América Latina no es declive estadounidense, sino desplome.
La pandemia hace estragos, pero las prioridades de Estados Unidos en la región no cambian: la presión está en la frontera Sur. Las tres cuartas partes de la ayuda humanitaria va a Centroamérica y Caribe. En el ranking de donaciones en salud aparecen Haití y Colombia en primer puesto, luego los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) y Venezuela. ¿Por qué? Estados Unidos observa los problemas de la región a través de un cristal: México. La seguridad, no la pandemia, manda. Narcotráfico, migraciones y colapso estatal son para Washington las reales amenazas. El compromiso mayor por millones de habitantes es con los países del Triángulo Norte. Muro a inmigrantes, exportaciones de armas y apoyo a policías son las bases. La ayuda apalanca. El Salvador –el único de los tres que reconoce a China desde 2018– lleva la delantera. Coquetear con los dos le ayudó. Traicionó, pero traccionó.
La preocupación por el colapso de Haití persiste. Es continuidad también la ayuda a Colombia, aliado principal en el plan de lucha contra el narcotráfico y uno de los duros para acorralar a Maduro. La ayuda a Venezuela es al débil Juan Guaidó y a organizaciones de la sociedad civil. La novedad es el mayor peso de la Embajada: comanda y distribuye discrecionalmente más ayuda humanitaria. En Cono Sur, poco y nada. Paraguay –reacio a reconocer a China– recibe el doble que Bolivia y suma ayuda de Taiwán. Estados Unidos no confía en el gobierno de Áñez. Chile pasó de buen alumno a descuidado. Brasil no recibe tanto, pese a su política de alineamiento. ¿Argentina? Casi fuera del radar.
La arremetida por la presidencia del BID
Porotos son porotos. La Asamblea Anual del BID del año pasado iba a ser en Chengdú, China. Pero faltó una visa. En pulseada con Trump, los chinos no autorizaron a la representación de Guaidó y cancelaron la reunión. La Asamblea de Gobernadores del BID de este año elige presidente. Para ganar se necesita mayoría del 50 por ciento del voto de los miembros totales y un apoyo mínimo de quince países del hemisferio. El gobierno de Trump ya juntó los votos. Ocho de los quince apoyos vinieron de la cuenca del Caribe. En Sudamérica, el voto de Brasil es clave. Los gobiernos de Ecuador, Uruguay, Paraguay, Perú y Chile apoyan. La fragmentación y el silencio regional le hacen juego a Estados Unidos. No habrá por primera vez en la historia un Presidente latinoamericano en el banco. Será un BID latino o Florida-céntrico.
La ayuda humanitaria es bilateral, discrecional, de bajo coste y muy visible. Los grandes donantes la prefieren antes que a la ayuda al desarrollo. Es eficaz para “ganar mentes”, pero también para “ganar favores”. En un estudio empírico, Dreher, Nunnenkamp y Thiele demuestran cómo los Estados Unidos usaron la ayuda para obtener apoyos en Naciones Unidas entre 1970 y 2002. La historia no se repite, continúa.
Hoy por ti, mañana por mí. Se observa una clara correlación entre ayuda y apoyos a Claver Carone, el candidato de Trump. Los países que no apoyan –o no votan– reciben muy poco. República Dominicana, Uruguay y Chile son outliers o casos desviados de la tendencia. El primero recibió mucha ayuda, pero no dio apoyo. Los segundos dieron apoyo, pero recibieron poco. Hay otro dato interesante: Brasil concedió más de lo que recibió. Sólo Ecuador obtuvo un poco más, pero es de los países más golpeados por la pandemia. La aquiescencia con Washington paga poco.
La pulseada con China
En el tablero de ajedrez, hay casilleros vacíos y ocupados. En América Latina, Estados Unidos se aferra a lo que le queda del sistema interamericano: OEA y BID. ¿Y China? Los chinos apuestan al Foro China-CELAC, un espacio que aún merodea la irrelevancia. Pero es en el frente bilateral donde avanzan. Vienen apalancando desde hace tiempo el acceso a mercados latinoamericanos de sus empresas con acuerdos políticos y préstamos de sus Bancos de Desarrollo: el China Development Bank y el China Eximbank. Extracción (petróleo y minería) y granos. Ahora le suman ayuda humanitaria en salud. En lo que va de la pandemia, llevan donados 665 millones de dólares en la región. Esto es, como ya se dijo, más de ocho veces lo aportado por Washington. Diplomacia del barbijo o Health Silk Road. “Lo esencial es visible a los ojos” sería la traducción de la frase de El Principito al mandarín.
China está cubriendo los vacíos dejados por Estados Unidos en Chile, México y Argentina. Estos tres países recibieron muy poco de Washington y bastante de China. Beijing mantiene además sus compromisos históricos con Cuba y político-estratégicos con Venezuela, Centroamérica y los países andinos. La cuenca del Caribe es un espacio de disputa: allí están 8 de los 15 países que reconocen a Taiwán en el mundo. La ofensiva china viene en ascenso desde la llegada del confrontativo Partido Progresista Democrático taiwanés. Entre 2017 y 2018, Panamá, República Dominicana y El Salvador cambiaron reconocimiento. Con la reelección de Tsai Ing-wen en enero de este año es de esperar una mayor inversión china en acorralamiento a Taiwán en Centroamérica y Caribe.
Pero lo interesante es que China no sólo cubre vacíos de Estados Unidos sino que también le disputa casilleros ocupados. Envió ayuda a Haití, le vendió a Paraguay suministros médicos (ambos reconocen a Taiwán) y además hizo una donación al Frente Guasu, el partido opositor progresista. También puso la mira en Brasil y Colombia. Brasilia y Bogotá hacen mucho por alinearse con Washington, pero los chinos no se rinden.
La pandemia exacerbó la pulseada Estados Unidos-China y abrió nuevos frentes. Del análisis del mapa anterior, se desprende que el ascenso chino y el descenso estadounidense es muy palpable en la región. Sin embargo, aparecen tres círculos grandes y oscuros en el mapa: Brasil, Venezuela y Colombia. En ellos, hay ayuda de Estados Unidos y de China en proporción. Además, los tres países comparten fronteras. Una radicalización aún mayor de la crisis venezolana no conviene a nadie. Tampoco a Estados Unidos ni a China y Rusia. Mucho menos el status quo, que es un padecimiento para Venezuela. ¿Podrán las negociaciones propuestas por Noruega destrabar ese nudo? Una solución por vía del diálogo puede ser cool.
¿A qué debemos prestarle atención en los próximos meses? No hay una sola cosa. Obviamente a lo que ocurra en las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Pero en ese intervalo es posible que haya relanzamientos de las plataformas Belt and Road Inititative de China y América Crece de Estados Unidos para apalancar a sus empresas en la región. En diciembre pasado, los estadounidenses tomaron nota del rezago en este campo y crearon la US International Development Finance Corporation, pero todavía están lejos de los miles de millones de dólares que comprometen los chinos.
Esto se conecta con la batalla por la supremacía tecnológica en 5G e inteligencia artificial, que puede ser definitoria de bandos (o no). El desembarco de empresas tecnológicas chinas, como Huawei, Alibaba y Tencent, ya es una realidad. Todas ellas muy activas con donaciones filantrópicas en la pandemia. Huawei incluso dio ayuda a Guatemala y recientemente a universidad pública en Honduras (ambos reconocen a Taiwán). Países como México, República Dominicana, Panamá y Ecuador dieron señales favorables a la adopción de tecnología china 5G. La pandemia acercó más a las empresas y la ayuda apalancó.
Tras más de un trimestre desde el inicio de la pandemia, la ayuda recibida por América Latina es reflejo de un orden en transición. Mientras Washington se muestra incompetente para controlar domésticamente los efectos del virus, Beijing avanza con su diplomacia sanitaria. A su vez, del análisis de los datos de la ayuda se desprende que no hubo tregua en la confrontación sino-americana dentro de la región; que los gobiernos de la región no consensuaron estrategias diplomáticas para abordar conjuntamente esos desafíos; y que, de esa manera, se habilitaron arremetidas contra la autonomía, una idea que había estado en el corazón de las políticas exteriores latinoamericanas. Es la aquiescencia, no la pulseada Estados Unidos-China, la que nos hace más vulnerables.
Nota publicada en El Cohete a la Luna el 12/7/2020
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