Post-pandemia: Construir una Comunidad con un futuro compartido para la Humanidad

25 junio, 2020

En esta contribución a DangDai, Wang Wen, de la Universidad Renmin, evalúa que la pandemia de COVID19 puede requerir una recuperación de uno a tres años o producir “la caída de las civilizaciones humanas.”

Por Wang Wen, Director Ejecutivo del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China y experto del think tank de la Comunidad de Medios de La Franja y La Ruta.

En su libro Plagas y Pueblo, el historiador William McNeill expresó que el desarrollo de la sociedad humana se ha caracterizado, históricamente, como una lucha interminable contra varios virus. Desafortunadamente, los humanos no han sido capaces de derrotar a estos virus, y el declive de muchos imperios puede atribuirse en parte a estos mismos. Desde la lucha por el dominio entre Esparta y Atenas hasta el colapso del Imperio Romano, desde la remodelación del sistema eclesiástico europeo por la Peste Negra en el siglo XIV hasta la trágica guerra de la década de 1730, y desde el fracaso de la expedición de Napoleón a Moscú en 1812 hasta la muerte de 100 millones de personas causada por la Gripe Española (Gran Gripe) en 1918, los virus invisibles como los de la viruela, el sarampión y la fiebre tifoidea desempeñaron un papel perjudicial en el ascenso y la caída de estas grandes potencias y en la eventual reconstrucción de las civilizaciones a lo largo de la historia de la humanidad.

En el siglo XX, conocido por Eric Hobsbawn como “La era de los extremos”, 110 millones de personas murieron en las guerras, mientras que 1.400 millones murieron a causa de enfermedades infecciosas. Los seres humanos son lo suficientemente arrogantes como para querer conquistar la Tierra. Olvidan que son los verdaderos parásitos de la Tierra, y que los parásitos de sus cuerpos pueden destruirlos y reformarlos en cualquier momento. Si la historia de 4.600 millones de años de la Tierra se condensara en 24 horas, los seres humanos serían las criaturas más nuevas, que sólo nacen en los últimos dos segundos. Esta pandemia nos recuerda que siempre debemos ser humildes. En otras palabras, los virus educan a la gente a ser más modesta, amable y unida.

Desafortunadamente, casi todas las mentes más brillantes de la política, la economía, la sociología y los asuntos militares han ignorado la variable de las enfermedades infecciosas en su estudio del mundo cambiante. Los profesores están dispuestos a resumir a los “influenciadores” aparentemente habituales, mientras que evitan deliberadamente la complejidad de las enfermedades infecciosas en sus investigaciones de ciencias sociales. A este respecto, espero que la pandemia de COVID-19 haga sonar las alarmas y remodele la forma en que abordamos las ciencias sociales, empujando a estos académicos y expertos a estudiar el impacto futuro de las enfermedades infecciosas.

En la actualidad, desde la perspectiva de la historia y de las civilizaciones pasadas, la mayoría de las personas no han podido prever plenamente el impacto de la pandemia. Ahora, parece que el impacto global de la pandemia es todavía incierto. Junto a un colega hemos publicado un informe de investigación sobre tres posibles niveles de la pandemia en función del alcance de la influencia: una crisis regional, un siglo peligroso y el auge y la caída de la civilización. En el primer nivel, una crisis regional puede tener un impacto mundial de baja intensidad. En este caso, la globalización sufrirá una conmoción, y el impacto de la pandemia puede controlarse eficazmente en los próximos tres o cuatro meses. La economía mundial dará paso a una depresión estructural temporal, mientras que la recuperación llevará de uno a tres años. En el segundo nivel, un siglo peligroso sugiere un impacto global de intensidad media. En este contexto, el impacto de la pandemia durará varios años, el orden internacional se subvertirá y la reorganización llevará más tiempo. La reconstrucción de la nueva gobernanza mundial y la reorganización del orden internacional requerirán tantos esfuerzos como ocurrió luego de la Segunda Guerra Mundial. En el tercer nivel, el auge y la caída de la civilización es un impacto global de alta intensidad. En este caso, el impacto de la pandemia superará con creces nuestra imaginación, y puede conducir al auge y la caída de las civilizaciones humanas. No habrá “recuperación” sino sólo la reconstrucción de un nuevo mundo y nuevas civilizaciones luego de la pandemia. Sin importar el nivel, la pandemia puede tener un enorme impacto en el desarrollo económico y social.

Desde el siglo XX, la insaciable búsqueda humana del desarrollo económico ha llevado a un desequilibrio entre la demanda humana y lo que la Tierra puede suministrar. La despiadada destrucción de bosques, páramos, praderas, montañas y lagos, junto a la liberación de patógenos parásitos en diferentes ecosistemas han dado lugar a represalias sin precedentes contra las acciones de los seres humanos. Los datos muestran que en el último medio siglo han surgido más de 30 nuevas enfermedades infecciosas, que cuestan más del 2% del PBI mundial anual, lo que en realidad ha acabado con los logros económicos que los países han estado tratando de alcanzar mediante políticas fiscales, financieras y otras políticas socioeconómicas. Al mismo tiempo, el crecimiento explosivo de la población y la aceleración de la migración, incluida la transferencia mundial de población ya sea por turismo o por estudios en el extranjero, han roto el equilibrio original y han acelerado enormemente la propagación de los virus. Alrededor de 3 millones de personas cruzan las fronteras cada día, logrando que los virus se propaguen más rápidamente de lo previsto. La Gripe Española de 1918 tardó medio año en extenderse por todo el mundo, mientras que el COVID-19 sólo tardó días en llegar a todos los rincones de la Tierra.

La gente cree que el progreso científico puede llevar a la extinción de las enfermedades infecciosas, pero las mutaciones hacen que los virus sean resistentes a los nuevos tratamientos. En la actualidad, millones de médicos y expertos en medicina están estudiando al COVID-19, pero se sorprenden al descubrir que la mutación del virus dificulta el desarrollo de vacunas y medicamentos específicos. Mi principal preocupación es la posible aparición de un tercer epicentro para el COVID-19. Después del primer brote en Asia oriental, que básicamente se ha controlado, y mientras que el segundo brote con Europa y los Estados Unidos como epicentro alcanzaba su punto máximo, África y Asia meridional, una región con más de 3.000 millones de personas, estaba a punto de convertirse en un nuevo epicentro. Es difícil imaginar formas de hacer frente a la propagación masiva de la pandemia en los países en desarrollo y en las regiones de bajos ingresos, con una mayor densidad de población y un equipo médico insuficiente.

Lo que los seres humanos necesitan ahora no es sólo una revolución de la gobernanza nacional para transformar las acciones de los gobiernos a fin de hacer frente a una crisis de salud pública, que debería impedir que las zonas afectadas por la pobreza se conviertan en nuevos focos del virus, sino también un cambio de paradigma mundial y una nueva concepción de lo que significa realmente la gobernanza mundial. Pensar sólo en la seguridad de las fronteras nacionales es limitado. Las acusaciones mutuas antes de que la pandemia se convierta en un desastre mundial también parecen de escasa perspectiva. Las enfermedades infecciosas ya no son una simple cuestión médica ni una cuestión nacional, sino una cuestión ideológica mundial. Al igual que cuando los humanos se enfrentaron a la propagación de la Peste Negra, la gente se replanteó su relación con los demás y con el mundo, promoviendo así el Renacimiento y dando lugar a las civilizaciones modernas.

Espero que las profundas lecciones del COVID-19 puedan dar lugar a un nuevo Renacimiento y llevar a la humanidad hacia un futuro centrado en la sostenibilidad ecológica y la seguridad humana.

Es seguro decir que en la nueva era, promover la construcción de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad puede ser un remedio para el impacto mortal de la pandemia. La “comunidad con un futuro compartido para la humanidad”, será el fruto del trabajo de la humanidad y es el epítome del pensamiento que se ha desarrollado hasta los tiempos modernos. La “comunidad con un futuro compartido para la humanidad” busca trascender las fronteras de la raza, la cultura, el estado y la ideología, proporcionando una nueva perspectiva para pensar en el futuro de la humanidad. De hecho, integra la interdependencia de los seres humanos en la política, la economía, la sociedad, las fuerzas armadas, la seguridad y otros aspectos en el siglo XXI. Durante o después de la pandemia, dicha comunidad tendrá por lo menos tres repercusiones importantes en la futura cooperación entre los países. En primer lugar, reforzará la comunicación política entre los países para reducir o incluso evitar los conflictos, especialmente entre las grandes potencias. Es necesario fortalecer la comunicación de políticas desde la perspectiva de la “comunidad con un futuro compartido para la humanidad” para evitar las consecuencias mundiales de un conflicto entre potencias. Sólo con una mejor comunicación de políticas entre los países podrá haber un mejor entorno social mundial y la civilización humana podrá tener una base más estable para el desarrollo y la prosperidad. En segundo lugar, puede esbozar el futuro de la conectividad humana y orientar la política económica mundial para fortalecer aún más la conectividad entre los países. En tercer lugar, mejorará en gran medida la identidad mundial entre las diferentes sociedades. En el pasado, sólo nos identificábamos como países separados, pero ahora no sólo debemos trabajar con diferentes países, sino también con la “comunidad con un futuro compartido para la humanidad”, que se encuentra en un nivel más allá de las fronteras.

Ante la nueva era de la globalización, hay al menos tres tareas por hacer. En primer lugar, debemos establecer un mecanismo abierto y transparente de asistencia y retroalimentación internacional. Durante los desastres como el maremoto en Indonesia, el terremoto en Haití y el virus del Ébola en África, el Gobierno y el pueblo de China ofrecieron ayuda y apoyo desinteresados a los países afectados; igualmente, durante los brotes del Síndrome Agudo Respiratorio (también conocido como SARS), el terremoto de Wenchuan y el COVID-19, el mundo ofreció a China mucha ayuda. Ese apoyo mutuo es un excelente ejemplo que saca a la luz el concepto de “comunidad con un futuro compartido para la humanidad”. China debería establecer un mecanismo abierto y transparente de “asistencia y retroalimentación”, para publicar rápidamente el uso de las donaciones de grupos e individuos extranjeros, a fin de eliminar las dudas de los donantes y activar mayor cantidad de recursos y fuerzas que existen en nuestra sociedad. En segundo lugar, deberíamos establecer una red mundial de intercambio de información sobre prevención de pandemias y un mecanismo de clasificación de riesgos de las mismas. Sobre la base de grandes datos, podemos establecer rápidamente un mecanismo de intercambio de información entre los países para compartir la información actual, la experiencia y los principales hallazgos de la prevención y el control de las pandemias. Esto no sólo puede frenar eficazmente la propagación de la pandemia en sí, sino también limitar más eficazmente la propagación de los rumores internacionales y reducir las repercusiones económicas y financieras. En tercer lugar, deberíamos ser defensores de la enseñanza de que “la vida no tiene precio”. La supervivencia es un derecho humano básico, y toda vida merece ser valorada. Esta debería ser la idea básica de construir una comunidad con un futuro compartido para la humanidad. Además, no sólo deberíamos respetar la vida humana, sino también toda la vida en la naturaleza. Todos los países deberían unirse para proteger el medio ambiente, acelerar la aplicación del Acuerdo de París y lograr un desarrollo ecológico y sostenible.

En cuarto lugar, debemos promover activamente la cooperación internacional para la prevención y el control de las pandemias. China sacrificó mucho en la lucha contra la pandemia en beneficio de la humanidad, y el efecto de la prevención y el control es evidente para todos. Deberíamos reforzar la comunicación con las principales potencias y los países gravemente afectados por la pandemia mediante más sistemas de redes, a fin de compartir experiencias, debatir planes de respuesta, mejorar la cooperación internacional en materia de salud y prestar más asistencia a los países más afectados. También debemos estimar las pérdidas económicas y financieras causadas por la pandemia a fin de fortalecer la coordinación de políticas entre los países y mantener la estabilidad de las cadenas de suministro y los mercados de capital mundiales.

Como el Secretario General Xi Jinping enfatizó “el virus no conoce fronteras”. La pandemia es nuestro enemigo común. Guiada por el concepto de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad, la comunidad internacional hará esfuerzos concertados, unirá su respuesta, reforzará la cooperación y reunirá fuerzas para superar la pandemia y lograr la victoria contra esta enfermedad infecciosa de magnitud.

Categorías: Sociedad

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