El flamante embajador argentino ante la Organización de Estados Americanos, Carlos Raimundi, señala que la relación de Argentina con China debe prescindir de prejuicios, aprender de la historia, estudiar la nueva realidad mundial y aprovechar –si se puede,  mejor desde la mayor unidad regional posible- el vínculo con la potencia emergente,

observando no a “China, la principal potencia emergente del mundo, sólo desde las categorías del pensamiento occidental. Y no tener en cuenta la vastedad de vertientes religiosas y filosóficas, preceptos, tradiciones, escuelas y matices que conforman la particular visión del mundo y de la sociedad de ese pueblo milenario, que es quizás el que más se parece a sí mismo luego de 5.000 años de historia”.

El artículo en la La tecla Eñe