¿Sin cambio hegemónico a corto plazo?
Políticos, diplomáticos e internacionalistas debaten sobre qué consecuencias tendrá la pulseada entre Washington y Beijing y si, al final, China logrará dar el sorpasso y superar a la Casa Blanca. Según una nota con entrevistas de Perfil, eso no sucederá en el corto plazo. Por su parte, la iraní Nazanín Armanian opina del modelo chino en política exterior, con eje en Oriente Medio, en Público.
La nota de Perfil
Por Leandro Darío
La disputa hegemónica entre China y los Estados Unidos comenzó antes de la pandemia, continúa durante, y promete recrudecer en el mundo post Covid-19. La guerra retórica, comercial, tecnológica y geopolítica entre las dos principales economías del planeta marcará a fuego la política internacional en las próximas décadas. Políticos, diplomáticos e internacionalistas debaten sobre qué consecuencias tendrá esa pulseada y si, al final, China logrará dar el “sorpasso” y superar a la Casa Blanca. Según la opinión de destacados especialistas consultados por PERFIL, eso no sucederá en el corto plazo.
Su sistema político autoritario, un soft power menor que el de Washington, una moneda aún no internacionalizada, la percepción de amenaza que inspira en sus vecinos, y amplios sectores de su población en el subdesarrollo son algunas de las fragilidades para erigirse en el nuevo líder global.
“Hay debilidades estructurales en el país que todavía son difíciles de saldar. Ser superpotencia global significa asumir posiciones de liderazgo internacional que la harían responsable de la resolución de problemas de la agenda global. China no está interesada en asumir esa posición”, afirma Sergio Cesarin, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
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El crecimiento económico chino de las últimas décadas encendió las alarmas en Estados Unidos, donde los republicanos y demócratas llegaron a un consenso (uno de los pocos hoy en día) sobre la necesidad de contener el ascenso de Beijing en la escena internacional. Su desarrollo tecnológico en áreas claves como Inteligencia Artificial o 5G agigantan esa preocupación. Su gigante mercado interno y su preeminencia en las cadenas globales de valor –China representa el 28% de la producción industrial mundial– es otra de sus fortalezas. Pero los internacionalistas consultados son prudentes.
Para el Dr. Jorge Malena, director del Programa Ejecutivo sobre China contemporánea de la UCA, el gigante asiático no superará a Estados Unidos en el corto plazo. “El talón de Aquiles chino es su sistema autoritario. Por ello, China carece del poder blando para generar amplia aceptación y adhesión a nivel global”, asegura. Cesarin, en tanto, sostiene que “China disputa espacios de poder”, pero cree que aventurarse a sostener que superará a Estados Unidos es “más discutible”.
El poder blando de un país está vinculado a una proyección internacional de ideas, valores, cultura y sistema político y económico que, en el caso chino, no logra aún ser más seductor que Estados Unidos. Para graficar esa falencia, Gideon Rachman, columnista del Financial Times, preguntó a qué país enviarían los lectores a sus hijos a estudiar y trabajar: ¿China o Estados Unidos? El analista optó, sin titubear, por la segunda opción.
Si bien venía recortando la brecha antes de la pandemia con altas tasas de crecimiento anuales, el Producto Bruto Interno (PBI) chino aún está lejos del de Estados Unidos, totalizando 14 billones de dólares frente a los 21 billones de Washington.
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Nicolás Creus señala otro aspecto fundamental para un Estado con aspiraciones hegemónicas: su moneda. “En la dimensión financiera es donde China encuentra sus mayores desafíos y limitaciones, en tanto que aún no ha logrado que su moneda sea plenamente internacionalizada. Por el contrario, Estados Unidos sigue gozando de un “privilegio exorbitante” a través del dólar”, explicó el profesor de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Esa fortaleza le permitió ser el único país cuya moneda se apreció, al tiempo que cayó el rendimiento de sus bonos. “Estados Unidos ofrece el mercado de capitales más líquido y profundo del mundo. El dólar ofrece ventajas únicas e inigualables por el momento, sobre todo como reserva de valor”, agrega el Director de Estrategia Global de Terragene SA.
El último capítulo en las tensiones entre ambas potencias fue el “juego de la culpa” por el coronavirus. La agresiva campaña de la Casa Blanca, imponiendo el rótulo de “virus chino”, y la acusación, sin revelar pruebas, de que se habría originado en un laboratorio de Wuhan, no justifican una tardía reacción frente al brote y una insuficiente alerta china a la comunidad internacional. Más allá del juego de suma cero en el que se embarcaron Donald Trump y Xi Jinping, Cesarin cree que la pandemia afectó la imagen internacional y la credibilidad de China. Malena coincide, pero destaca que eso “se logró atenuar mediante una firme gestión de la crisis y vasta campaña de cooperación internacional”.
Las prioridades de Beijing, no obstante, apuntan a tener más peso en su región. “En el discurso de los líderes chinos hay una vocación por el ejercicio de poder y de la influencia en Asia, un énfasis en garantizar la defensa y seguridad de los intereses chinos en el mundo y de usar el poder financiero y diplomático, la presión y coerción económica, incluso el poder militar, en tanto y en cuanto sea necesario”, afirma Cesarin.
En el corto plazo, China parece que no superará a Estados Unidos. El tema, sin embargo, es la medida del tiempo. Para Occidente, ese período pueden ser apenas dos décadas. Para el Reino Medio, en cambio, 20 años son un pequeño suspiro en su milenaria historia. Como escribió el ex secretario de Estado Henry Kissinger en su libro China, “no existe otro país que pueda reivindicar una civilización tan continuada en el tiempo, ni un vínculo tan estrecho con su antiguo pasado”.
Mao Zedong conocía de memoria esa tradición. Tal es así que en octubre de 1962 justificó frente a sus principales mandos militares y políticos una ofensiva en la frontera india con un antecedente histórico: China y la India habían librado anteriormente “una guerra y media”, pero no estaban destinadas a una enemistad perpetua. El primer conflicto tuvo lugar durante la dinastía Tang, ¡1300 años antes!. La “media guerra” sucedió 700 años atrás. Bajo el liderazgo de Mao, las fuerzas chinas atacaron, fulminaron a sus rivales y, luego, se replegaron a sus posiciones originales. ¿Qué dirigente occidental podría haber propiciado un ataque militar evocando un acontecimiento sucedido un milenio atrás? Probablemente ninguno.
Perfil, 8 de mayo de 2020
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La nota de Público, España
Por Nazanín Armanian
“Fuerte en apariencia, pero en realidad es un tigre de papel incapaz de resistirse al viento y la lluvia”, decía Mao Zedong del imperialismo estadounidense. Desde entonces ha llovido mucho y, paralelo al aumento de su agresividad militar, EEUU ha ido convirtiéndose en algo parecido a un estado fallido, descubierto ante el mundo durante el huracán Katrina (2005) y ahora con el coronavirus: el país que alberga sólo el 4% de la población mundial, cuenta con un tercio de los casos de covid-19 del planeta, que además ha dejado a fecha de hoy alrededor de 88.000 fallecidos y unos 36,5 millones de parados.
Frente a él, la República Popular China (RPCH) se presenta como un eficaz gestor de la pandemia a nivel doméstico –las ventajas de una economía pública y planificada–, y un líder mundial y alternativo a EEUU, enviando material médico y ayuda financiera al menos 100 países. La RPCH, sin tener los enormes recursos naturales de EEUU, y una población cuatro veces mayor, alimenta a una quinta parte de la humanidad, y aun así ha podido cuadruplicar el salario real de sus trabajadores en los últimos 20-25 años, según el economista británico Richard Wolff, sacando además a 850 millones de personas de la pobreza en las últimas décadas, aplaude la ONU. ¡El modelo chino es una alternativa al capitalismo brutalmente desigual y belicista de EEUU y su impresentable jefe de estado!
Situación que está dando pie a debates sobre un nuevo orden mundial y la posibilidad de que RPCH destituya a EEUU del papel hegemónico que ostenta desde 1946. Sin embargo, en Oriente Próximo (OP), región estratégica debido a 1) albergar cerca del 65% del petróleo y gas del mundo y 2) estar próximo a las dos grandes potencias, China y Rusia, la realidad se ve de otra manera:
- No es cierto, como afirman los enemigos más belicistas de Donald Trump, de que él haya abandonado el OP entregándole a Rusia y China. El presidente ha conseguido:
- Ampliar el poder de Israel, dando una “solución final” a la causa palestina.
- Mantener el negocio de la guerra contra Yemen.
- Establecer nuevas sanciones contra Irán, estrangulándole.
- Aumentar el número de sus tropas en Arabia Saudita, Iraq y Afganistán.
- Conseguir una veintena de bases militares en Siria y enviar al socio de la OTAN, Turquía, a ocupar parte de su territorio y de paso empantanarle a este rebelde aliado.
- Desmantelar la OPEP y hacerse con el control sobre el precio del petróleo.
- Militarizar aún más el Golfo Pérsico.
La posición de China
La política nacionalista dirigida por Mao Zedong, que puso fin al “siglo de la humillación”, fue materializada en la teoría de Tres Mundos, según la cual, EEUU y la URSS eran imperialistas y formaban el primer mundo; Europa Japón, Canadá y Australia pertenecían al segundo, y China y los países subdesarrollados componían el tercer mundo (de allí la expresión), por lo que estos dos últimos deberían unirse para derrotar al primero, y con un gravísimo error que cometió: EEUU era un imperio en decadencia, por lo que China debería reclutar al mundo contra el “social imperialismo ascendente” soviético. Henry Kissinger aprovechó la división entre los dos gigantes socialistas y preparó en un viaje secreto a China la visita de Nixon en 1968 con dos propósitos: 1) contener a la URSS, y 2) pedir la ayuda china para salir del pantano vietnamita.
Este enfoque, que elimina el concepto de “lucha de clases”, vuelve a aparecer durante los levantamientos populares árabes en 2011: tanto China como Rusia tacharán de “conspiración de EEUU” a las Primaveras árabes, como si la lucha contra la pobreza y por la libertad se hubiese paralizado en dichas sociedades por arte de magia. La rebelión de los pueblos en Egipto, Túnez, Yemen, Iraq, Arabia Saudí y Bahréin -sede de la VI flota de EEUU (donde los tanque saudíes invadieron el país para aplastar las protestas de la plaza de Perla), no tenían nada que ver con el complot de EEUU y sus socios contra Libia y Siria.
Desde esta mirada, RPCH ha creado alianzas estratégicas con Arabia Saudí, Argelia, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Iraq, Jordania, Kuwait, Marruecos, Omán, Qatar y Turquía y es, desde 2013, el mayor inversor extranjero en la región con cerca de 123.000 millones de dólares. Los éxitos de Beijing se han debido a:
- Carecer de una agenda imperial, ni tener historial colonial, ni haber lanzado un “choque de civilizaciones” del budismo o el confucianismo contra el islam o el judaísmo. La “guerra religiosa” sucede más bien en el seno de las propias religiones semíticas. Prefiere un perfil bajo y no involucrarse en la política de la región.
- Aplicar el “ojo por ojo en positivo”: un trato de reciprocidad y gratitud y, envuelto en un halo de deuda moral, muy arraigado en las culturas de esta región y difícil de captar, entender y descifrar por los foráneos.
- Poner en el centro de su diplomacia la “cooperación entre los estados” rechazando el enfoque tanto de Hobbes como de Marx sobre el Estado.
- Proyectar su poder, no a través de la militarización de las regiones estratégicas o un realismo ofensivo, sino basado en la interdependencia económica que se refleja en la Iniciativa de “Belt and Road”, la Nueva Ruta de la Seda que busca el “desarrollo mutuo” de los estados y un crecimiento compartido. Por este proyecto de infraestructura más grande de la historia ya ha presupuestado unos 400.000 millones de dólares en unos 80 países. En EEUU es la industria armamentística la que es uno de los pilares de su economía: sus exportaciones ocupan el 36% de la cuota de un mercado donde China tiene el 5,2% de la participación.
- El factor humano: si comparan al presidente Xi, de liderazgo tranquilo, serio y respetuoso, respecto al de Donald Trump, quedarán ustedes sin comentarios.
Desplazarle sí, reemplazarle no
Cierto que EEUU y Europa están viviendo su crisis más profunda desde la II Guerra Mundial, pero el aumento de las actividades de China en la región, un viejo integrante de la milenaria Ruta de la Seda no significa que pretenda o pueda asumir el papel de EEUU. Por el momento, de la política hermética de China se puede deducir lo siguiente:
- No desea (ni tiene capacidad) asumir el papel de EEUU en OP a pesar de que la región lo reclame.
- En vez de comprar la fidelidad de las élites locales, China pretende ganar el apoyo popular, regalando millones de mascarillas o zapatos a los niños sin recursos, mientras EEUU siembra de minas antipersonas las tierras quemadas de OP, mutilando sus pequeñas piernas.
- No impone sanciones económicas contra otras naciones, ni fabrica mentiras para invadirlas y apoderarse de sus recursos y territorios.
- No compite con nadie, simplemente sigue adelante por su propia inercia. Es el mayor acreedor del mundo otorgando préstamos directos y créditos comerciales por el valor de 1,5 billones de dólares a 150 países, principalmente a cambio de sus recursos naturales.
- No constituye una amenaza para EEUU ni busca suplantarle, más bien procura evitar cualquier choque con la superpotencia: ha acatado las sanciones ilegales de Trump contra Irán -siendo un “socio limitado” en la agenda del Sur Global de China-, rompiendo sus acuerdos con este país. Para el disgusto de quienes piensan que existe un “eje China- Irán-Rusia” poniendo en jaque al imperialismo, en diciembre pasado después de que los tres países realizaran unos ejercicios militares en el Golfo Pérsico, China y Arabia Saudita los continuaron los dos solos.
- No pretende “intervenir” en el OP, ni establecer una esfera de influencia, ni crearse enemigos. Se presenta como un socio fiable, pragmático, respetuoso con la soberanía nacional.
- China sigue respaldando sin prisas la formación de un Estado palestino (cuando Israel-EEUU ya avanzan en arrebatarle hasta una mísera autonomía), y veta en el Consejo de Seguridad de la ONU la anexión de sus territorios por Israel, consciente de que las resoluciones de este organismo se ejecutan sólo cuando benefician a EEUU. Beijing tiene las mejores relaciones con Israel, representante de EEUU en la región: además de comprarle tecnología militar, el grupo Shanghái International Port firmó en 2015 un acuerdo con Tel Aviv para ampliar el puerto de Haifa, convirtiéndole en otra pieza de su “Collar de perlas”, un conjunto de puertos estratégicos del mundo.
- La visión mercantilista de China hacia el mundo no impide que sus autoridades inviertan gran parte del dinero ganado en eliminar la pobreza y el subdesarrollo de su propio país, en vez de comprarse islas o llevarlos a los paraísos fiscales. Según la lista Fortune Global 500, las 15 principales empresas chinas (sectores de energía, banca, telecomunicaciones o ferrocarriles) con mayores ingresos son de propiedad pública, al igual que todas las tierras.
China en el país de las maravillas
Para Beijing, el Estado no es un instrumento de dominación de clases, sino un representante de los intereses nacionales, por lo que sólo trata con los gobernantes, más allá de a quién representen. Cuando en julio del 2018, el presidente Xi ofreció a los líderes árabes préstamos por el valor de 20.000 millones de dólares, otros 90 millones adicionales en ayuda a Siria, Yemen, Jordania y Líbano para la reconstrucción y las personas desplazadas y otros mil millones para construir la “estabilidad social” (¿conteniendo levantamientos populares?), ¿no fue consciente de que al menos el 80% de estos millones irán directamente al bolsillo de sus dictadores capitalistas corruptos, misóginos y sin escrúpulos, al tiempo que esta deuda se saldaría arrancando el pan de la mesa de los más desfavorecidos? ¿Qué clase del progreso es tener un tren de alta velocidad si gran parte de un pueblo ni puede pagar su viaje en autocar?
El fracaso del mal llamado “desarrollo en la vía no capitalista” en las dictaduras pequeñoburguesas “nacionalistas” de Argelia, Libia, Iraq y siria de los años 1970-1980 demostró que sin un gobierno socialista es imposible reformas duraderas en favor de la mayoría de los ciudadanos.
China no tiene una política activa contra el militarismo de la OTAN en la OP. Si está aplicando lo de “Cuando tu enemigo se ahorca, no le distraigas” ¿qué pasa con la vida de cientos de miles de personas que han sido asesinadas en estás guerras? Junto con Rusia, China votó en favor del embargo económico contra Iraq (1990-2003) que causó la muerte de cerca de 2 millones de civiles, ni vetó la agresión de la OTAN a Libia.
Promover un culto a la personalidad, esta vez a Xi Jinping, y la propaganda de “su pensamiento” no sólo desacredita la labor colectiva del partido y del pueblo chino, sino crea hombres semidioses e intocable, inmunes a la crítica. Y esta es una gran amenaza a los logros de este impresionante pueblo. El progreso, y sobre todo el desarrollo socialista, es imposible sin las libertades políticas, o sea, la participación activa y creativa de todos los ciudadanos y su imprescindible control sobre el poder.
EEUU contra China
El informe de La Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU (2018) denuncia a China por “intentar erosionar la seguridad y la prosperidad de EEUU” y “dar forma a un mundo antitético a los valores e intereses de EEUU“. ¿A caso se refiere a los valores representados por las mentiras sobre Iraq, Guantánamo, Abu Caribe o Bagram? Donald Trump se ha volcado tanto a la política antichina que los rivales le acusan de apartar a Rusia de su agenda, siendo incluso un agente de Moscú. A pesar de que EEUU carece de una elaborada “estrategia de China”, debido a los fuertes lazos de la oligarquía estadounidense con este país, entre sus medidas de contención están:
- Aumentar el ritmo de los vuelos de reconocimiento alrededor de China, paralelo a las operaciones de “libertad de navegación” (FONOPS), provocando a Beijing.
- Incrementar sus efectivos en Afganistán, y devolviendo el poder a la extrema derecha islamista de Talibán en las fronteras chinas.
- Imponer sanciones sobre el petróleo iraní justo cuando firmó un acuerdo de venta a China para los próximo 25 años.
- Firmar acuerdos con la India e impedir una posible formación de “Chindia”.
- Formar junto con Japón, India, Australia la alianza “el quad” (2017) para patrullar y ejercer influencia en las aguas de los océanos Índico y Pacífico y el mar del sur de China.
- Patrocinar la oposición derechista en Hong Kong
- Fusionar en el golfo Pérsico la contención de Irán y de China, siguiendo al Doctrina Obama, consciente de que la seguridad energética es la principal preocupación del gigante asiático.
- Difamarle por tener una “Diplomacia de la Trampa de la Deuda”, en la que ofrece préstamos a los países incluidos en su iniciativa “Un Cinturón, Una Ruta”, para que contraten a las empresas chinas y se los devuelvan a corto plazo, comprometiendo así la soberanía de los deudores debido a la carga de la deuda: 1) Según Forbes (2019), en los últimos 18 años, China ha cancelado unos 9.8 mil millones de dólares de la deuda de los países, entre ellos Cuba como el principal beneficiario. Y ¿Qué hizo la Unión Europea con su “hermana” Grecia? No le perdonó la deuda e incluso rechazó renegociarla; 2) China, por el devastador impacto económico del Covid-19, anuncia estudiar la condonación de las deudas de algunas naciones africanas, los mismos que Trump llama países “de mierda”.
- Acusarle, sin ninguna autoridad moral para ello, de “no respetar los derechos humanos” en los países donde invierte: En Nigeria la petrolera anglo-holandesa Shell ha sido acusada de “complicidad en asesinato, violación y tortura” de la población en la década de 1990; Shell también estaba detrás del golpe de estado del 1953 en Irán y la matanza de miles de comunistas y nacionalistas iraníes. Y ni qué decir del papel de las compañías de EEUU en las guerras contra Iraq y Afganistán. Otra cosa será la opinión de las poblaciones donde China trabaja.
- Ante las crecientes amenazas a su país, Beijing planea defenderse, “a lo chino” y en tiempo récord: entre 2012 y 2018 botó al mar dos portaviones y para 2025 habrá siete y sin intención de rodear a EEUU en sus propias aguas. Aunque la mejor arma china es ser el principal tenedor soberano de deuda pública de EEUU, y el primer destino del petróleo de Rusia, Arabia Saudí e Iraq, por ejemplo. Ha conseguido que los demás actores del escenario mundial dependan de ella.
China, el jugador más grande de la historia, no exige un Nuevo Orden Mundial, lo está fabricando a velocidad de la luz.
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