El ojo de un poeta

17 mayo, 2020

El marplatense Juan Miguel Idiázabal habla sobre sus experiencias en China, que lo llevaron a escribir “Mateando con Mao”.

La obra es un poemario en el que Idiazábal ofrece detalles de la vida en LiuShi (distrito de Yuequing, en la provincia de Zhejiang), una de las ciudades del suroeste chino en las que vivió y trabajó.

Entrevistado por La Capital de Mar del Plata, el poeta traza frescas pinceladas de testigo argentino. “El celular es Dios en China, un país muy tecnificado y digitalizado, todo se hacer a través del celular”, dice, o asegura que “ser un peatón es ser una gota de agua durante un tifón” porque en ciudades como FanXian, LiuShi, Yeuqing, WenZhou, “el tráfico es caótico.”

Cuando le preguntan sobre “el alma de China”, se explaya con generosidad: “está arraigada en lo agrario, en el campo y el trabajo del campo. También es la gente, China es una cornucopia de culturas en simbiosis o buscándola.”

China es “ese buscar equilibrar la vida del campo o de los pequeños pueblos con la de la gran ciudad”, y refiere una imagen recurrente: “ir en un auto o en el tren y pasar pequeños pueblos muy humildes de pocas casas y cuadras y mucha gente trabajando junta en pos de lograr algo. Eso es China, millones de personas distintas trabajando en pos de un mañana mejor. Su fortaleza no está en la bolsa de valores, sino que reside en la gente común que vive el día a día lo mejor posible. En las caras sonrientes de los estudiantes con sus uniformes iguales corriendo a comer en algún puesto callejero junto con los docentes y padres sentados todos en una misma y única mesa de plástico. El alma de China reside en los gritos de ‘Hello’ que me daban en algunos lugares porque nunca habían visto a un extranjero. Esa inocencia del encuentro entre dos culturas resumidas en esa palabra gritada al viento.”

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