Ecos del Covid-19

11 mayo, 2020

En el portal del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, el coordinador de su Grupo de Trabajo sobre China, Jorge Malena, escribe sobre las posibles consecuencias en China de la pandemia. Y en Clarín, Patricio Giusto analiza la tirantez con Estados Unidos. Por su parte, desde el CEFMA Rubén Guzzetti cuestionó la “ofensiva anti China”.

Posibles consecuencias en China de la pandemia.

Por Jorge E. Malena, coordinador Grupo China en el CARI

A medida que el nuevo virus comenzó a expandirse en China, las predicciones en Occidente sobre el futuro de ese país fueron terminantes: el brote sería el “Chernobyl de la República Popular China” (RPCh), es decir “el principio del fin” del Partido Comunista Chino (PCCh). Sin embargo, con el correr del tiempo, las predicciones comenzaron a ir en sentido contrario.

China parecía contener la propagación del coronavirus, mientras que EE.UU. y Europa Occidental comenzaron a sufrir brotes masivos. Se empezó a decir que la pandemia generaría un reordenamiento geopolítico que tendría a China como vencedor.

Perspectivas económicas

Aunque se registra un repunte parcial de la oferta en la medida que las fábricas chinas vuelven a abrir, los doce países más afectados por el virus representan el 40% de las exportaciones de China. Muchos de ellos también proveen bienes intermedios a la RPCh. Por ello, recién cuando las economías de los EE.UU. y la UE se recuperen, la economía del gigante asiático se recuperaría.

A ello se suma el contexto de “desacople” previo a la pandemia, por lo cual Beijing tendría que considerar como irreversible la voluntad de EE.UU. de reducir su dependencia de la alta tecnología china y limitar el acceso de China a insumos clave.

La pandemia podría también provocar una reorientación de la cadena de suministro fuera de China, porque el país podría ser percibido como sitio de inversión menos atractivo. Incluso, podría darse un cambio en la preferencia de la RPCh como destino turístico, por el temor a enfermedades residuales o recurrentes.

Perspectivas de la relación con Washington

Recordemos que en la Casa Blanca hay un liderazgo que percibe las RR.II. en términos de política de poder. Cuando Washington alienta la autonomía de Taiwán, promueve operaciones de “libre navegación” en aguas circundantes a China, critica la represión del secesionismo en Xinjiang, denomina al Covid-19 “el virus chino”, etc., provoca que Beijing se sienta amenazado.

Ante este panorama, a la guerra de palabras y confrontación comercial podrían sumarse algunos incidentes en espacios estratégicos como el Océano Pacífico Occidental o los mares circundantes al Estrecho de Malaca.

Perspectivas del frente político interno

¿Hasta qué punto se vería afectado el liderazgo? La concentración del poder acarrea que en tiempos de crisis las miradas se dirijan hacia una sola persona, de quien se esperan resultados positivos.

Por ello, se pondría en marcha un “blindaje” de la autoridad del secretario general. El mismo consistiría en que la propaganda oficial amalgame la figura del líder con la imagen de un país que salió rápido de la pandemia y tuvo una conducta internacional cooperativa.

Conclusión

El próximo año se cumplirá el centenario del PCCh, ocasión que sería empleada para celebrar la permanencia, la estabilidad y el éxito. Por ello, resguardar la imagen del liderazgo será tarea prioritaria para Beijing.

En materia económica, reducir las vulnerabilidades externas no significaría adoptar un modelo de autosuficiencia, ya que una iniciativa de sustitución de importaciones es inalcanzable en el corto plazo y no se condice con el interés chino de beneficiarse de la globalización.

El poder de EE.UU. aún se apoya en una combinación de capacidades materiales y legitimidad política, más allá de cuál presidente gobierne. Y China aún carece de reconocimiento de su modelo y del poder duro que presente a Washington un consistente desafío.

No obstante, el otorgamiento de asistencia a nivel mundial, contribuye con que China sea vista como líder global, especialmente por los países desesperados por recibir ayuda de quien pueda ofrecerla.

___

Momento crítico de la relaciones entre Estados Unidos y China

Por Patricio Giusto, director del Observatorio Sino-Argentino.

La relación entre las dos mayores potencias globales, Estados Unidos y China, atraviesa un momento sumamente crítico. A raíz de las derivaciones de la pandemia de coronavirus, el vínculo entre ambos países puede llegar a redefinirse drásticamente, con riesgo de afectar seriamente la estabilidad y el orden mundial.

En 2018, Trump reseteó la relación con China y le lanzó una guerra tecno-comercial, sobre la base de una política exterior agresiva y proteccionista. Al cabo de dieciocho meses de confrontación, EEUU logró hacer daño a la economía china, que se ralentizó por primera vez en muchos años. No obstante, lejos estuvo Trump de resolver el abultado déficit comercial con China (principal excusa de su guerra), al tiempo que perjudicó notablemente a empresas y consumidores norteamericanos.

El pasado 15 de enero, China y EEUU finalmente alcanzaron un principio de resolución, al menos sobre la dimensión comercial del conflicto. EEUU se comprometió a eliminar tarifas, a cambio de fuertes incrementos en las compras de productos agropecuarios por parte de China. Esa foto con rostros sonrientes se dio apenas tres días después que China entregase a la OMS el genoma del COVID-19.

Con el rápido avance de la pandemia en los EEUU, Trump hizo lo obvio: politizó la cuestión, colocando a China como chivo expiatorio de su pésimo manejo de la crisis. Trump acuñó la denigrante expresión de “virus chino” y se encargó personalmente de difundir todo tipo de teorías conspirativas sobre el origen del COVID-19, hasta el momento desmentidas por la propia inteligencia norteamericana. China no se quedó callada y contratacó, con un tono diplomático inusualmente duro para su tradición.

Si bien los demócratas estadounidenses se muestran un poco más moderados, hay amplio consenso con los republicanos en materia del relacionamiento con China. En el marco de un creciente sentimiento anti-China en los EEUU, Joe Biden no se quiso quedar atrás de Trump y también ha embestido contra China en campaña. Este contexto plantea dos graves riesgos: La posibilidad cada vez más cierta de desacople de ambas economías y, en paralelo, el peligro de una confrontación directa en términos militares, con el Mar del Sur de China como escenario más probable.

La realidad es que el desacople es tan poco factible como desastrosas serían sus eventuales consecuencias para ambas partes. China y EEUU constituyen la mayor relación comercial de la historia, con una sólida interdependencia económica. Pero Trump cree en la idea y ya ha dado los primeros pasos en esa línea, imponiendo restricciones a la provisión de insumos tecnológicos críticos por parte de China. A ello se suma el factor militar, donde apenas una chispa puede desatar una catástrofe. Los incidentes marítimos y aéreos sobre lo que China considera “aguas territoriales” y EEUU “aguas internacionales” han ido en aumento desde el inicio de la pandemia. Para colmo, es una zona minada de reclamaciones territoriales de varios países.

Por su parte, el presidente Xi Jinping insiste en la negociación para que el acuerdo comercial con EEUU no se caiga, al tiempo que afronta serios problemas por el impacto de la pandemia en la economía e imagen internacional de China. No es posible la recuperación plena de China sin relaciones estables y previsibles con EEUU. Así las cosas, Xi dio recientemente un discurso donde pidió al pueblo chino “estar preparados para desafíos externos sin precedentes”. ¿Será la pandemia apenas el inicio de algo incluso mucho peor? Es algo que dependerá de Trump y Xi.

El anticomunismo y la campaña contra China

Por Rubén Guzzetti, Área de Estudios sobre China – Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor P. Agosti

La ofensiva anti-China que se está desarrollando en buena parte del mundo en estos momentos, comandado por los EEUU, abreva en las más profundas raíces del anticomunismo.

Una vez más, como en otras oportunidades en la historia, la humanidad ha sido llevada a una situación límite donde se acoplan una feroz pandemia y las limitaciones de un modo de producción y acumulación insostenible: el capitalista.

En esta circunstancia es obligación advertir los riesgos y oportunidades que presenta el momento.

Hoy asistimos a una crisis multifacética que no ha sido causada por el virus, aunque la pandemia haya contribuido a visualizarla y acentuarla. La crisis estaba instalada mucho antes por un sistema que destruye la naturaleza y a los seres humanos en aras de una acumulación y modos de consumo tan irracionales como insustentables, que a su vez generan la pobreza y la exclusión de la mayor parte de la humanidad.

En este contexto la República Popular China controló hasta el momento rápidamente la pandemia mientras que en los países “desarrollados” de Europa y EE UU han quedado a la vista los luctuosos efectos de políticas de privatizaciones y desfinanciación de la salud pública y las decisiones irracionales de gobiernos que anteponen las ganancias financieras y empresariales a la protección de sus ciudadanos.

En estas circunstancias ha sobrevenido una creciente agresividad contra la República Popular de parte del gran capital financiero internacional que no soporta el hecho de ver amenazada sus posiciones en todos los terrenos por un sistema de gobierno y de sociedad que no solo no se ha rendido ante su poder sino que, con el Partido Comunista Chino en el gobierno, defiende con firmeza su autodeterminación.

No hay que confundirse, la agresividad del imperialismo contra China es solo un paso en la estrategia que tiene como objetivo detener la lucha de todos los pueblos del mundo por un sistema más justo que termine con la brutal desigualdad en la que el 1% más rico de la humanidad tiene ingresos superiores a los del 50% más pobre.

Hoy para los grandes grupos financieros del imperialismo el enemigo principal a nivel global es el gobierno chino y el Partido Comunista Chino.

Les molesta y no toleran que mientras el mundo occidental se debate en una crisis sin solución, destruyendo y vaciando de contenido la democracia y llevando a miles de millones a la angustia por la sobrevivencia, la República Popular China haya anunciado que este año terminara con la pobreza extrema en el país más poblado del mundo.

En Argentina, al igual que en otros países, no han dejado de oírse voces anti-chinas,

Y si bien estos sectores son minoritarios numéricamente expresan el verdadero sentir de los sectores oligárquicos de la economía y las finanzas de nuestro país totalmente entreguistas de las riquezas nacionales a las fauces imperialistas.

Tanto es así, que la sola mención de la posibilidad de un impuesto “extraordinario” a las grandes fortunas ha desatado su odio visceral.

Son estos sectores, recurrentes aliados del imperialismo estadounidense y europeo, ligados al poder económico transnacional y al espacio político del ex presidente Mauricio Macri, los que están intentando embarcar a nuestro país en una campaña contra la República Popular China y de alineamiento con los intereses del capital financiero internacional.

Por ello, es importante denunciar y rechazar la campaña contra la República Popular China que intentan llevar a cabo sectores pro-imperialistas de nuestro país como parte de una campaña de boicot contra la democracia y la búsqueda de un camino de desarrollo independiente y emancipador.

Categorías: China

PUBLICAR COMENTARIOS