Chen Min: “Las mujeres conseguirán ser respetadas”

1 febrero, 2020

 

DangDai entrevistó a Chen Min (??) sobre la relación entre las artes marciales y las mujeres. Chen es una joven maestra de wushu, multipremiada en China y en Argentina fundadora y directora de CAWS, el Club Argentino de Wushu, junto a Hong Wen Wu.


A los 9 años ya formaba parte del equipo provincial de Zhejiang y desde entonces vivió y estudió en el centro de entrenamiento de alto rendimiento. A los 13 ganó todas las medallas de oro (lanza, espada, changquan oficial y changquan personal) de su categoría en los juegos provinciales. A los 16 años pasó a integrar el equipo Nacional Chino de Wushu, con el que viajó por Asia, Europa y América. Entre 1998 y 2005 fue Múltiple Campeona Nacional de China, obteniendo el máximo reconocimiento otorgado por el Gobierno chino a una atleta de categoría: Héroe Marcial de China. En el 2005, durante los 4°Juegos deportivos del Este Asiático realizados en Macau, obtuvo tres medallas de oro y fue Campeona Absoluta en la categoría de Wushu.

Se desempeñó como coreógrafa en películas de artes marciales, tarea en que se destacó con el film “La maldición de la flor dorada”, del famoso director Zhang Yimou.

En 2006 se retiró de las competencias, en el siguiente año viajó a Argentina hay en 2008 fundó CAWS.

Además de dedicarse a las artes marciales, Chen Min enseñó wushu, daiji y qigong en el programa “Little Asia” del canal Utilísima y protagonizó el personaje de “Chin” en la exitosa serie televisiva y obra teatral Super Torpe, una producción del Utopia, RGB Entertainment y Disney Channel Latinoamérica.

La hiperactividad de Chen Min no le ha impedido ser mamá, trabajo al que le dedica todo lo necesario.

— ¿Qué creés de la lucha de las mujeres en nuestra sociedad?

— Debe cambiarse la idea de que las mujeres son más débiles. Eso lleva tiempo, lleva generaciones y se logrará consiguiendo el respeto: cuando los hombres saben que las mujeres tienen herramientas, respetan automáticamente. Hay que llegar a esa mentalidad social, lleva cuerpo. No creo que las mujeres deban buscar ser superiores. Hay que buscar la armonía, para lo cual debemos aprovechar que la naturaleza del hombre y de la mujer sos diferentes.

— ¿Cómo empezaste a practicar wushu?

— Nací en una montaña de la provincia de Zhejiang. Cuando abría la ventana, veía un paisaje lleno de montañas. Nos mudamos a una ciudad sobre la costa cuando yo tenía cuatro años. Cuando entré en el jardín de infantes, me sentía rara entre la gente de la ciudad. Por mi aspecto me preguntaban “¿sos nena o varón?” No me acostumbraba al clima, al ambiente, y cada semana me empecé a enfermar. Mis padres sabían que tenían que hacer algo conmigo. Un día vi una maestra de artes marciales, moviendo un gran abanico, haciendo hermosos movimientos, medialunas, dando patadas maravillosas. Me llamó mucho la atención. Mi papá era fan de la ópera china, siempre ponía en la radio las canciones, y yo actuaba en mi casa, envuelta en una toalla grande y otra larga tela abajo. “Yo soy reina”, decía, y cuando vi a aquella mujer quedé fascinada, porque ella era la reina que yo imaginaba. La maestra notó mi interés, me dijo “¿te gusta? Avisame así te anoto en su clase”. Cuando lo comenté en mi casa, mi padre dijo “no, no, eso es para varones. Vas a sufrir, te va a doler. Mañana te llevo a hacer algo más interesante. Como habíamos vivido en la montaña, no estábamos familiarizados con el agua, y me llevó a natación. Pero yo lloraba, no quería, porque quería ir a la clase de la maestra de artes marciales.”Mañana te llevo a algo más interesante”, me dijo mi papá, y me llevó a una clase de ping-pong. Cuando me fue a buscar, “¿qué te pareció?” Y yo: “No. Muy simple”. Entonces me preguntó si verdad me había gustado aquella clase, le dije que sí y me advirtió: “pero vas a sufrir”. “No importa”. “Pero si empezás no podés abandonar”. “No voy a abandonar”. Y nunca abandoné. Cuando me anotó, la maestra se puso feliz porque al fin habría una nena. Era la primera nena, pero en tres meses superé a todos los chicos. La maestra decía que yo era su favorita. Todo el tiempo indicaba: “mírenla a ella”. A mí me encantaba. Sentía que lo que hacía era natural, como una parte de mi cuerpo, no lo sentía como una obligación. Mi padre hizo lo necesario para que yo estuviera segura de que me gustaría, y gracias a eso, me brillan los ojos cuando practicaba.

— ¿Cómo pasaste a dedicarte por completo a las artes marciales?

— El marido de la maestra nos recomendó dónde podía presentarme, me aceptaron y a los ocho años ya me fui con una valija de mi casa. Viví 3 meses sola en un centro de rehabilitación del ejército, cerca de Hanzhou. Extrañaba, escribía nombre de papá y mamá en la pared y me retaban. Todos eran de 12, 13, años y yo la única que tenía ocho. En los juegos que jugábamos, yo chiquita, tuve que hacerme dura. Pero yo era muy competitiva. Quería ganar. Quería ser la mejor. Nada me apartó de ese camino.

— ¿Te costaba más la páctica por el hecho de ser mujer?

— No. Nunca pensé que era para varones y no para nenas. Cuando me hice profesional, siempre había equipo masculino y equipo femenino. Tuve siete maestros, cuatro eran mujeres. Las escuelas de artes marciales femeninas en china no se desarrollaron en los últimos años, ya estaban en la dinastía Tang, y antes hubo matriarcados en China. Los patriarcados empezaron después de los matriarcados, e impusieron el apellido paterno, las mujeres sin reconocimiento, que no podían salir de la casa, los pies chiquitos. En el siglo VII China estuvo gobernada por la emperatriz W? Zéti?n (???), hubo heroínas como Mulan, se crearon cuatro estilos de wushu de mujeres, hubo mujeres poetas que escribieron gran cantidad de libros… Las artes marciales están concebidas para mujeres.

— ¿Hay un elemento femenino en el wushu?

— Las mujeres somos como el agua, podemos ser suaves y al mismo tiempo tan fuertes. Así es el wushu. Las mujeres en Argentina hoy estamos buscando el equilibrio entre los géneros. Queremos hacer todo, queremos ser completas. Físicamente somos más débiles, y el wushu otorga fuerza, y eso completa a las mujeres. El wushu le da las mujeres, que son el yin, la parte yang, y entonces las mujeres se completan. Por ejemplo, en wushu, algunos movimientos son suaves y otros son fuertes. Éstos son necesarios para el combate, y las mujeres pueden obtenerla. Todo se aprende, se practica. El wushu permite a los hombres y las mujeres saber que existe el otro lado. En ese arte, hay estilos más adecuados a hombres o a mujeres. Si para los hombres es más propio el puño de serpiente o la forma del tigre, las mujeres pueden hacer mejor la suavidad, el movimiento es más lento y elongado.

— ¿Se relacionan en China la práctica del wushu con el mejoramiento de la condición de las mujeres?

— A partir de los años 50 el Gobierno empezó a simplificar el desarrollo de las artes marciales, porque eran miles de estilos (cada familia inventaba su estilo) y les agregó entrenamiento deportivo. O sea sumó al espíritu tradicional el entrenamiento de alto rendimiento, e hizo el wushu accesible a todos. Eso garantizó un espacio de deporte más para las mujeres. Antes se practicaba para trabajar en el ejército, o como guardia; como eso ya no es necesario, se fue transformando en deporte y en arte.

— El beneficio del wushu para las mujeres en China sería el de practicar un deporte.

— China le asigna importancia al deporte. Mao Zedong decía que el deporte es un reflejo del avance del desarrollo social de un país. Mucha gente en buena condición física es signo de bien. estar social. Un buen sistema deportivo es aquel en que mucha gente hace deporte. Yo quiero que mis hijos hagan deportes. Los niños que hacen deportes son más felices, no importa la disciplina.

— ¿Hay otras razones por las que le recomendás a las mujeres la práctica del wushu?

— Muchas mujeres están estresadas, porque soportan el peso de una familia, ls situaciones en el trabajo son difíciles, algunas se llevan mal con su pareja. Hay mujeres que llegan a un punto en que no dan más, y en la práctica del wushu descubren partes que no conocían de sí y que les permite equilibrar el ser mamá, pareja, trabajadora.

— ¿El wushu es bueno para las niñas?

— La práctica requiere concentración del cuerpo y la mente, equilibrio, la exigencia de los movimientos requieren trabajo, paciencia, perseverancia. A las niñas, igual que a los niños, les damos esas herramientas a través del entrenamiento, que le van a servir cuando sean grandes.

Con esas herramientas trabajará, hará una pareja, vivirá en sociedad. Es una filosofía de vida.

— En CAWS también se entrenan mujeres grandes.

— Tenemos mujeres de cuatro a 80 años. Algunas alumnas grandes han dicho que en las prácticas sentían una energía que había perdido en la juventud. El wushu es como uno de esos libros, que en cada momento de la vida que se lo lee, se comprende algo diferente. Las mujeres mayores que lo practican, en sus vidas cotidianas están más ágiles.

¿Cuánto sirven las artes marciales como herramienta defensiva para una mujer en una situación de riesgo físico?

— Para defenderte, tenés que tener el cuerpo preparado. Ante un ataque, tu cuerpo es el que debe reaccionar primero. Yo nunca hice combate (sólo hice el estilo de demostración), pero en las tres situaciones en que me atacaron pude responder bien. El primer año que estaba en Argentina, tenía que pasar por el puente de Juan B. Justo, por avenida Córdoba, para llegar al colectivo. Iba con la mochila, con el nuevo celular que me había regalado mi novio, relajada, y de golpe un chico de 15, 16 años me quiso arrebatar el celular. Apenas tocó mi cuerpo, le hice una llave, lo tiré al suelo, lo pisé en el pecho y le iba a pegar. El gritaba “¡no! ¡estás loca!” Yo sólo reaccioné. Mi cuerpo actuó antes que mi mente. Para eso hay que entrenar. En CAWS hacemos seminarios sobre este tema, para prevenir ataques en la calle. Están basados en la práctica, porque con la teoría sola no alcanza: ante un ataque te queda el cuerpo paralizado por el pánico, la mente bloqueada.

Categorías: Sociedad

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