“Tengan confianza en China” es el mensaje que envió al llegar a su país Gabriel Shan, un joven académico chino que está cursando un posgrado en la Universidad de Buenos Aires. “Cientos de miles de médicos chinos se despidieron de sus familias y trabajaban sin descanso en el frente”, asegura. Uno de los médicos es su papá.

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“Este Año Nuevo Chino sería uno de los más inolvidables de mi vida. Es durísimo el inicio, por el miedo que nos ha golpeado con la creciente cifra de víctimas mortales, la incógnita del destino de los infectados, la propagación y la ignorancia de la prevención.
Estos días, que hubiesen sido los más felices del año, cientos de miles de médicos chinos se despidieron de sus familias y trabajaban sin descanso en el frente. En la retaguardia, los obreros volvieron a la fábrica suministrando día y noche las máscaras y los uniformes protectores. El gobierno está en su lugar movilizando todos los recursos. Muchas provincias y el ejército mandaron a sus médicos de refuerzo a Wuhan, la ciudad más afectada. Mucha gente donó el sueldo extra del año nuevo para soportar la financiación de la salud pública.
Soy testigo de todo, porque mi papá, a pocos meses de jubilación, es uno de los incontables médicos que pasaron este año nuevo en el trabajo. De él me siento muy orgulloso.
A la comunidad internacional que se ha puesto cada día más preocupada de la coronavirus en China, le quiero pedir que tenga confianza en nosotros. El miedo no nos sirve, nos sirven la unidad sólida y la reacción eficaz. Afortunadamente ya las tenemos.
“Tantas veces nos mataron, tantas veces nos morimos. Sin embargo, estamos aquí resucitando.” El pueblo chino nunca se da por vencido.