El librero argentino en Beijing

25 julio, 2019

“Se instaló en Pekín, puso una cadena de librerías y vende 900 textos en español al mes”, titula La Nación una nota dedicada al cordobés Guillermo Bravo, iniciador de la primera librería dedicada a la literatura argentina en China, presentada así: “Jorge Luis Borges rompió corazones en China. Dicen que hay una generación de escritores vanguardistas chinos que intentaron imitar su estilo, pero que solo se encontraron con sus propias limitaciones y frustraciones. Hoy es la estrella de la librería Mil Gotas, fundada por el argentino Guillermo Bravo, que lleva la literatura en español a Pekín, Shanghái y Chongqing.”


La nota continúa así:

Es un mercado de más de mil millones de personas, sí. Pero solo algunas saben español, así que la cadena de Bravo es una especie de club para los chinos que estudian el idioma y para la comunidad de inmigrantes hispanoparlantes. Vende unos 900 libros al mes, entre los que se destacan los de Borges, pero también los de Mario Vargas Llosa y los de Gabriel García Márquez.

El proyecto tiene tres partes: la cadena de librerías, que ya tiene tres sucursales, una editorial que publica libros de China en español y una agencia literaria que vende derechos de autores chinos para el mercado hispanoamericano y viceversa.

El frente de Mil Gotas

Si una editorial china quiere ir a la Feria del Libro de Madrid, de Buenos Aires o de Guadalajara, Mil Gotas se encarga de conseguirle stand. La compañía también tiene presencia en la Argentina: por ejemplo, la pata editorial presenta el mes que viene un libro de un autor chino en una librería en Buenos Aires.

“La tarea principal es ser un puente entre China y los países hispanoparlantes. Hoy casi no existen: las editoriales chinas no conocen autores argentinos contemporáneos, así que no hay forma de que se fortalezca el intercambio. Faltan nexos”, dice Bravo, de 37 años.

Argentina, Francia y China: una historia de inmigración literaria

Bravo emigró por primera vez cuando recién se convirtió en licenciado en Letras. Se fue a Francia. Allí abrió una editorial y vivió algunos años, hasta que se dio cuenta de que vivir en aquel país europeo no era tan distinto a su experiencia en la Argentina.

Emprendió un viaje de algunos meses por el mundo. Fue a China y allí conoció al traductor chino de El Quijote. En 2012, su colega chino le escribió para avisarle que se había abierto una plaza en la Universidad de Pekín. Lo tomaron como profesor de Literatura en la carrera de Español.

Da clases en español y repasa la historia de la literatura de países hispanoparlantes. Sus alumnos leen clásicos de España, como El Cantar de Mio Cid, y del boom latinoamericano. Hoy esta actividad sigue siendo su principal fuente de ingreso. Además, vive en departamentos universitarios frente a la facultad donde enseña.

Hace tres años quiso volver a meterse en la industria de los libros, como había hecho en Francia. Empezó una editorial “cartonera” (las que utilizan métodos artesanales y materiales recuperados para encuadernar) y publicó El Quijote y la biografía de Lionel Messi del periodista Leonardo Faccio.

Algunos de los libros “cartoneros” de Bravo

Más adelante, abrió una librería online. Como le fue bien con ese negocio, buscó un espacio físico para expandirse, y le ofrecieron un alquiler barato en el Instituto Cervantes. Así, Mil Gotas se convirtió en la única que vende libros en español en China. Está presente en Shanghái, Pekín y Chongqing. La primera tiene más de 26 millones de habitantes; la segunda, más de 21 millones, y la tercera, más de 30 millones.

Cómo hacer negocios en China

Para poder tener éxito en su negocio, Bravo tiene una socia china, que es quien se encarga de los trámites para poder abrir el local y vender. “En China se puede hacer una empresa privada sin ningún problema. Se gana el dinero exactamente igual que en la Argentina y la mía es una empresa totalmente privada”, señala.

Sin embargo, para poder importar los libros que vende en Mil Gotas sí se encuentra con un poco más de trabas. “Es difícil hacer la importación, porque tenemos que hacerlo a través de un importador oficial chino que pertenece al Estado. Es difícil y hay que presentar muchos papeles. Puede tardar tres meses en llegar”, dice.

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Categorías: Cultura

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