Un swap condicionado al stand by del FMI
En la revista Ciclos, que edita la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, Noemí Brenta y Juan Larralde escriben el artículo La internacionalización del renminbi y los acuerdos de intercambio de monedas entre Argentina y China, 2009-2018, donde plantean que “por primera vez desde su firma inicial en 2009, el uso del swap quedó condicionado a la vigencia del stand by de Argentina con el FMI. El acuerdo estipuló que si por cualquier razón el stand by se suspendiera o cancelase, el Banco de China rechazaría nuevos retiros de fondos o renovaciones”.
Los autores señalan que “a diferencia de casi todos los swaps de monedas de China con otros países y regiones, Argentina lo utilizó varias veces para reforzar sus reservas internacionales, de las que los recursos del swap chino llegaron a representar más de un tercio durante un largo tiempo. Ello señala un cambio estructural de la composición de las reservas del Banco Central acorde al estrechamiento de las relaciones bilaterales, pero neutralizado por el condicionamiento del swap a la vigencia del stand by con el FMI”.
Agregan que la moneda china lleva un largo proceso de internacionalización, en el que ha implementado numerosos acuerdos de swap multilaterales y bilaterales, además de otros mecanismos.
La internacionalizacion del renminbi y los acuerdos de intercambio de monedas entre Argentina y China, 2009-2018 (*)
Introducción
El objetivo principal de este artículo es analizar la especificidad del proceso de internacionalización del yuan en Argentina, en el que los acuerdos de intercambio de monedas (swaps) cumplen un rol central.
El renminbi (RMB) es la moneda oficial de la República Popular China desde 1948. El yuan chino, identificado por el código de divisas ISO 4217 cómo CHY, es la unidad de cuenta en la que se realizan las transacciones denominadas en renminbi. A partir de 2004, desde el intercambio de visitas de los presidentes Néstor Kirchner y Hu Jintao, Argentina y China establecieron un vínculo de asociación estratégica, e intensificaron sus relaciones comerciales, de inversión directa, monetarias, financieras, y en otras materias. Una medida de la profundidad del vínculo bilateral son los 96 documentos oficiales suscriptos entre ambos países entre 2004 y 2018, de los que 59 corresponden a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, y 37 al período 2016-2018, durante la presidencia de Mauricio Macri, quien también cumplió visitas recíprocas con el presidente chino Xi Jinping. Los representantes de ambos Estados suscribieron convenios de cooperación, acuerdos, memorandos de entendimiento, planes de acción, declaraciones conjuntas y otros de diversa índole. El número y diversidad temática de estos documentos bilaterales supera largamente los suscriptos entre Argentina y otros países, aun Brasil y Estados Unidos, en la misma época y también en el pasado.
En materia monetaria los bancos centrales de China y Argentina firmaron acuerdos de intercambio de monedas (swaps) en 2009, 2014 y 2017.
Además, el Banco Central de la República Argentina incluyó el yuan como activo de reserva internacional desde octubre de 2014, mucho antes del reconocimiento del yuan como moneda de uso internacional por parte del FMI. El acuerdo de swap fue activado en 2014 y 2015, renovado en 2017, y sumó un acuerdo suplementario en 2018, que aumentó fuertemente su monto pero lo condicionó al cumplimiento del acuerdo con el FMI.
Es decir que el vínculo estratégico entre Argentina y China ha seguido una continuidad como política de Estado, aun a pesar del cambio en la orientación de la política exterior de la administración Macri, que privilegió la relación con Estados Unidos.
Por su parte, la moneda china lleva un largo proceso de internacionalización, comenzado en 1993 y acelerado a partir de la crisis económica mundial iniciada en 2007. El yuan no cotiza libremente en los mercados mundiales ni es plenamente convertible para realizar transacciones corrientes y de capital, pero su uso se expande con el crecimiento de los mercados de China y de sus cadenas de valor, y con las herramientas de internacionalización que los sucesivos gobiernos chinos han puesto en marcha conforme avanza el desarrollo del país y su participación en los asuntos mundiales.
Los acuerdos de intercambio de monedas entre el Banco Popular de China (BPCh), que es el banco central, y las autoridades monetarias de otros países se cuentan entre los instrumentos de internacionalización del yuan; hasta ahora los swaps suman 37, incluyendo el de Argentina. El gobierno chino también ha lanzado otras herramientas para ampliar el uso internacional de su moneda, como mecanismos de compensación (clearing) de operaciones de comercio exterior e inversiones en yuanes y monedas locales sin pasar por el dólar, veinticuatro firmados hasta marzo de 2018, incluyendo Argentina (The People’s Bank of China, 2018, 78); el financiamiento para diversos fines, como inversiones, entre ellas obras de infraestructura, importaciones de origen chino, y otros, plasmados, por ejemplo, para el caso argentino, en los convenios bilaterales suscriptos en 2014, aprobados por el Congreso Nacional, y el Plan Quinquenal Integrado China-Argentina para la Cooperación en Infraestructura para el período 2017-2021.
Escapa al alcance de este trabajo el análisis de la internacionalización del yuan en la esfera financiera, ya que esta investigación se concentra en el campo de de las relaciones monetarias internacionales, que incorpora las dimensiones del poder soberano, e incluye el problema de la asimetría del poder relativo entre territorios insertos de manera diferenciada en el espacio nacional y en el sistema monetario internacional (Arrighi, 43).
Se trata de un proceso de cambio estructural del sistema monetario internacional (SMI) que impacta sobre un flanco sensible de los países periféricos, como es el sector externo, y que a su vez refleja la nueva configuración multipolar del sistema mundo.
Los estudios sobre la internacionalización del yuan analizan este proceso en el marco del ascenso de China como potencia global y de su rivalidad con Estados Unidos (Cohen, 2017; Eichengreen y Kawai, eds., 2015;); de las transformaciones del SMI (Mc Kinnon, 2013) y los desequilibrios globales (Blanchard, 2012), y evalúan sus efectos en la estabilidad del SMI (Twarovska, 2018), aspectos importantes de contexto de este trabajo. La literatura incluye los estudios que analizan los acuerdos monetarios y financieros entre China y otros países y regiones, en particular Asia (Lo, Chi, 2013), África y América Latina (Correa López, 2014); y el impacto de las políticas de diversificación de reservas de los bancos centrales sobre el tipo de cambio real, la competitividad y el comercio exterior (Azevedo, 2012).
Este artículo se organiza de la siguiente manera: el próximo acápite presenta las políticas de internacionalización del yuan seguidas desde principios de la década de 1990 y su designación en el FMI como moneda de libre uso internacional apta para integrar la canasta del DEG; luego se analiza la formación de las redes de swaps entre China y otros países, incluyendo la iniciativa Chiang Mai, los acuerdos con los BRICS y los acuerdos bilaterales; el tercer punto trata los convenios de swap entre los bancos centrales de los dos países, su firma, renovación, utilización, y su impacto estructural en las reservas internacionales; finalmente las conclusiones interpretan los swaps entre Argentina y China en el marco de la internacionalización del yuan, proceso que a su vez forma parte de la transición del sistema mundo hacia un esquema multipolar.
Las políticas de internacionalización del yuan
China comenzó la internacionalización de su moneda en el marco de sus políticas de atracción de inversión externa directa con inserción exportadora en las cadenas globales de producción.
En 1993, el Tercer Plenario del 14º Comité Central del Partido Comunista Chino (en adelante CC) anunció el objetivo de transformar gradualmente al RMB en una moneda convertible.
Tras unificar el tipo de cambio dual, a partir del 1 de enero de 1994 adoptó un régimen cambiario de flotación administrada. En 1996 el gobierno estableció la convertibilidad para las operaciones de la cuenta corriente, y avanzó en la convertibilidad de la cuenta capital, en consonancia con la adhesión de China al artículo VIII del Convenio Constitutivo del FMI. La crisis de balance de pagos del sudeste asiático en 1997-98, interrumpió este proceso, reanudado a partir de 2003, de acuerdo a lo dispuesto por el 16º CC.
Desde entonces, el RMB fue convertible para la inversión externa directa (IED) en China y de capitales chinos en el exterior, y para la gestión administrada del crédito comercial, mientras que el endeudamiento externo quedó sujeto a cuotas. También se crearon dos programas para flexibilizar los controles de la cuenta capital, el RMB Qualified Foreign Institutional Investors (QFII) y Qualified Domestic Institutional Investors (QDII).
La crisis mundial iniciada en 2007 interrumpió el proceso de convertibilidad de la cuenta capital. Pero la incertidumbre sobre las principales divisas -dólar, euro, yen- y la gravitación creciente de China en la economía mundial, incrementaron la demanda de RMB para las transacciones internacionales por parte de no residentes. Así, desde 2008 China empezó a facilitar su uso en el comercio exterior y en las inversiones directas, expandió las inversiones financieras en RMB, incluyendo la
autorización a las entidades extranjeras para invertir en el mercado doméstico interbancario, y lanzó un programa para inversores externos institucionales en renminbi, el RQFII, ya mencionado. Asimismo, el Banco Popular de China empezó a firmar acuerdos de intercambio de monedas con bancos centrales o autoridades monetarias, entre ellos, el Banco Central de la República Argentina (BCRA); también a desarrollar mercados de RMB en el resto del mundo, y a establecer bancos para operar en RMB que actualmente abarcan 14 países o regiones.
Así, el 12º Plan Quinquenal de China aprobado en el año 2011 para el período comprendido hasta 2015, estableció promover el uso del yuan como medio de pago para las transacciones internacionales -comercio, inversiones directas, instrumentos financieros, activos de reserva para bancos centrales-, y profundizó estas medidas en los años siguientes. En 2013, el 18º CC anunció que China aceleraría la apertura de la cuenta capital, y en el mismo año se estableció la Zona Piloto de Libre Comercio, en Shanghai. Al año siguiente, el gobierno lanzó la bolsa de valores conectada Shanghai-Hong Kong, que profundizó la desregulación del mercado chino de capitales. En 2015 continuaron las reformas para aumentar la convertibilidad de la cuenta capital, a través del lanzamiento de un programa piloto (QDII2) para los inversores extranjeros individuales; el gobierno anunció el lanzamiento de la interconexión entre las bolsas de Schenzhen y Hong Kong, y permitió a los no residentes emitir productos financieros en el mercado doméstico chino, con excepción de los derivativos. También se revisaron algunas regulaciones cambiarias para reducir los requerimientos de aprobaciones previas, y se instauraron sistemas ex post de monitoreo y medidas macroprudenciales. Asimismo, el gobierno removió algunas barreras para facilitar el acceso al mercado de capitales chinos por parte de inversores institucionales extranjeros, e intensificó los esfuerzos para facilitar la infraestructura requerida para ampliar el uso internacional del RMB.
No obstante, China mantiene algunos controles de la cuenta capital para proteger la estabilidad del balance de pagos frente a los principales riesgos, como los flujos de capital de corto plazo, el sobreendeudamiento externo, la inestabilidad cambiaria, la volatilidad financiera, y las crisis de los mercados internacionales. Aun así, en 2015 los mercados de capitales chinos experimentaron violentas fluctuaciones, atribuidas a la adaptación a la apertura financiera.
Luego de la incorporación del yuan como moneda de uso internacional en el FMI, tratada en el siguiente acápite, el gobierno chino anunció que tomaría medidas para aumentar la convertibilidad de la cuenta capital, para tornar al RMB más convertible y de libre uso, promover su internacionalización y profundizar la globalización del capital denominado en RMB (RPC, 13º Plan Quinquenal, 2016-2020, p. 145). Entre los objetivos se cuenta alcanzar la convertibilidad del yuan 2020 como moneda mundial, como soporte de dual de la estrategia de atraer inversiones extranjeras y de incentivar a las empresas chinas a aumentar sus inversiones externas y a globalizarse, en el marco de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, y la apertura de nuevos bancos multilaterales para el desarrollo (Aglietta y Bai, 2016).
China ha expandido sus pagos internacionales en su propia moneda, en 2017 sus transacciones con el resto del mundo se realizaron en un 22,3% en RMB, ésta fue la moneda más utilizada en los intercambios chinos con el exterior, luego del dólar. La particicipación del RMB es elevada especialmente en las provincias más globalizadas: Shanghai y Guangdong y en la municipalidad de Beijing (30,7%, 23,4% y 16,4%, respectivamente, en 2017, datos de PBC, 2018). China también comenzó a utilizar el RMB en los futuros de materias primas. En marzo de 2018 comenzaron a operar los contratos de futuro de petróleo denominados en RMB en el Shanghai Futures Exchange, y en mayo los futuros para el mineral de hierro se introdujeron en el Dalian Commodity Exchange.
Según las estadísticas del FMI, el RMB es la 8ª divisa que compone las reservas internacionales, en unas 60 entidades monetarias oficiales. Y aunque su proceso de internacionalización se intensificó desde 2009 y ya es la 5º moneda más utilizada en los pagos internacionales, solo representa una proporción pequeña en ellos, de alrededor del 1,62% (Society por WorldWide Inter-bank Financial Telecommunication SWIFT, abril de 2018), con tres cuartos de estos pagos concentrados en Hong Kong y un cuarto en el resto del mundo. Este porcentaje era nulo en 2001, y evoluciona lentamente.
La incorporación del yuan en la canasta de divisas del FMI El reconocimiento formal del yuan como moneda de uso internacional fue consagrado el 30 de noviembre de 2015, cuando el Directorio Ejecutivo del FMI aprobó su incorporación en la canasta de divisas que conforma el DEG (derechos especiales de giro), la unidad de cuenta y activo de reserva emitido por el FMI. Esta decisión se efectivizaría un año más tarde.
El Directorio Ejecutivo del organismo consideró que el yuan reúne los dos requisitos necesarios para un medio de pago internacional: cumple un papel central en la economía mundial, y se acerca a tener libre uso. El primero de estos criterios tiene en cuenta las exportaciones de China, que en 2017 representaban el 16% del total mundial; y el segundo atiende al incremento sustancial del uso del RMB como medio de pago internacional, su participación en operaciones de gran magnitud en los mercados cambiarios, las facilidades existentes para operar en RMB de manera fluida, el pleno acceso a esta moneda por parte de los bancos centrales, y el compromiso de China de profundizar la desregulación de las tasas de interés internas y del tipo de cambio, de establecer sistemas de pagos interbancarios internacionales, y de mejorar la divulgación estadística.
De esta manera, desde el 1 de octubre de 2016 el RMB pasó a representar el 10,92% de la canasta del deg (IMF, septiembre 2016), junto con el dólar, el euro, el yen y la libra esterlina. Los cambios en la participación porcentual de las monedas referidas muestran que el RMB se incorporó al deg sobre todo a expensas del euro y en menor medida, de la libra y el yen, mientras que la ponderación del dólar creció ligeramente.
La incorporación del RMB a la canasta del DEG no impactó significativamente su cotización, pero afectó el nivel de su tasa de interés.
Esta se utiliza para calcular los intereses que pagan los países que utilizan los recursos del FMI, los intereses que cobran los países dueños de esos recursos por su utilización; las tasas pagadas por los tenedores deDEGs, y en general, para calcular las tasas de todas las operaciones activas y pasivas entre el FMI y sus miembros. Esto puede considerarse un primer impacto en el sistema monetario internacional. El primer mes en que el RMB fue agregado a la canasta de monedas del FMI, octubre de 2016, la relación se mantuvo en el orden de 1,40 y 1,37 dólares por DEG. Para diciembre de ese año, un DEG equivalía a 1,34 USD, sin embargo esta leve apreciación del DEG fue influida por el fortalecimiento del dólar desde que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre de 2016, y asumió su mandato el 20 de enero de 2017.
Por su parte, a partir del 10 de octubre de 2016 el FMI incluyó en la tasa de interés del DEG la tasa de los bonos de tres meses del Tesoro de China como representativa del RMB.
En la primera semana de esta incorporación, la tasa de interés del DEG aumentó de su piso de 0,05%, estable durante los dos años previos, a 0,14%, y luego hasta 0,27% en diciembre de 2016. Sin embargo en esta suba también influyó el aumento de la tasa de interés de los bonos estadunidenses desde que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Cabe recordar que la tasa del DEG refleja las tendencias de la política monetaria de los países y regiones cuyas monedas integran la canasta de este activo del FMI. La tasa marcó sus picos históricos en los años 1980 cuanto bordeó el 12%. En los primeros años de la década de 1990 rondó el 9%, y se estabilizó luego en el orden del 4%. En la primera mitad de los 2000 la tasa DEG osciló alrededor del 2%, pero a partir de 2005 comenzó una escalada alcista que la llevó a niveles del 4%. Previo al estallido de la crisis internacional la tasa emprendió un camino descendente que se estabilizó a partir de 2012 por debajo de 0,1%. Esta tendencia se mantuvo hasta octubre de 2016, cuando como consecuencia del aumento de tasas de la Fed, inició un nuevo ciclo de alza que ya superó el 1%.
Las redes de swaps
El acuerdo de intercambio de monedas entre Argentina y China es un mecanismo de carácter precautorio, inscripto en una práctica largamente experimentada como complemento de las fuentes de moneda extranjera, que cobró mayor impulso a partir de la crisis asiática de 1997-98.
La República Popular de China fue uno de los Estados impulsores de la red de swaps de monedas que utilizó un conjunto de países asiáticos para superar la crisis cambiaria. A fin de reducir su dependencia del FMI para enfrentar la volatilidad de los flujos de capitales, bajo la Iniciativa Chiang Mai (ICM), los bancos centrales de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) junto a las autoridades monetarias de China, Japón y Corea del Sur (ASEAN+3), aplicaron dos herramientas: iniciaron una política de acumulación de reservas internacionales y firmaron una serie de acuerdos de intercambio de monedas, cuyo funcionamiento se explica más abajo.
Una década después, desatada la crisis internacional a partir de 2007, los países del ASEAN+3 sustituyeron los acuerdos firmados bajo la ICM por un único swap multilateral. Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) adoptaron una iniciativa similar en el año 2014, mediante la firma de un acuerdo contingente de reservas, que también se tratará más adelante.
La Iniciativa Chiang Mai
El 6 de mayo de 2000, en la Reunión de Ministros de Finanzas deASEAN+3, celebrada en Chiang Mai, Tailandia, se acordó reforzar la estabilidad cambiaria de la región mediante acuerdos de cooperación entre las autoridades monetarias, bajo un arreglo que se denominó Iniciativa Chiang Mai. La ICM estableció dos objetivos: expandir el acuerdo de swap vigente entre los países del ASEAN desde 1977, y crear una red de swaps bilaterales entre los países del ASEAN y China, Japón y Corea del Sur.
Bajo la ICM, los países del ASEAN acordaron relanzar el acuerdo de swap entre ellos (ASA, según sus siglas en inglés: ASEAN Swap Arrangement), aumentando el monto comprometido de 200 millones de dólares a 1.000 millones; posteriormente, en 2005, los fondos del ASA se incrementaron a 2 mil millones de dólares. Bajo este acuerdo, en caso de problemas de liquidez en moneda extranjera, un banco central tenía derecho a canjear su moneda propia por monedas de uso internacional (dólar estadounidense, yen japonés, euro, entre otras) que el resto de los países del ASEAN aportaría. El canje se podía realizar por un período de hasta seis meses, prorrogable por otros seis, y por un monto máximo de hasta dos veces su compromiso asumido en el ASA. Estas operaciones de swap de monedas conllevaban el pago de intereses a la tasa LIBO. La coordinación de estas operaciones estaba a cargo del banco agente, una posición rotativa entre los países miembros (UNCTAD, 2007, 123).
La red de swaps bilaterales (BSA, según sus siglas en inglés Bilateral Swap Arrangements) firmada bajo la ICM preveía que los países, en función de los montos acordados bilateralmente, accedieran a dólares estadounidenses a cambio de su equivalente en su moneda nacional. A mediados de 2006, los fondos comprometidos bajo los BSA ascendían al equivalente de 75 mil millones de dólares, de los cuales 65 mil millones correspondían a swaps firmados por China, Japón y la República de Corea.
Los ocho países participantes -los tres recién nombrado más los cinco fundadores del ASEAN- acordaron que para desembolsar más del 20% del monto disponible se el país solicitante debía obtener previamente un acuerdo con el FMI (cláusula IMF-linked portion). El plazo de estas operaciones de swap era de 90 días, renovable hasta siete veces. El uso del swap devengaba intereses a la tasa LIBO más 150 puntos básicos para los primeros 180 días, y hasta LIBOR más 300 puntos básicos para las dos últimas renovaciones (UNCTAD, 2007, 124).
Como respuesta a la crisis internacional desatada a partir de 2007, los países del ASEAN+3 acordaron reemplazar el ASA y los BSA por un único acuerdo multilateral de swap de reservas, la Iniciativa Chiang Mai Multilateralizada, ICMM, principalmente para afrontar dificultades en los pagos internacionales, a través de obtener dólares estadounidenses mediante la activación de un swap de monedas. En ese sentido, el 24 de marzo de 2010, a través de la firma de cartas de compromiso de los bancos centrales de los países del ASEAN+3, el acuerdo de swap multilateral entró en vigencia por un monto de 120 mil millones de dólares.
Para supervisar y coordinar la actividad de la ICMM, también se creó una unidad de supervisión independiente: Independent Surveillance Unit, y una oficina de investigación macroeconómica: Macroeconomic Research Office (Asian Development Bank Institute, 2010, 9). En proporción a su aporte, los países pueden acceder a los fondos bajo dos modalidades: una línea precautoria, de 6 meses a 1 año de duración, y una facilidad de estabilización de mayor plazo: 6 meses a 3 años. A semejanza de la ICM, la versión multilateralizada incluyó la cláusula IMFlinked portion para desembolsos mayores al 30%. En suma, la ICMM puede brindar algún financiamiento en moneda de uso internacional a los países miembros con dificultades de balance de pagos, pero no los exime del amargo ajuste y las condicionalidades del FMI para estas situaciones.
Después de todo, Japón y China son los miembros más importantes del organismo, después de Estados Unidos.
Si bien los swaps de monedas previstos bajo la ICM y la ICMM son una herramienta contingente útil para los bancos centrales a fin de enfrentar dificultades del sector externo, estos instrumentos no han sido muy utilizados porque desde la crisis de 1997-1998 los países asiáticos emprendieron una política muy fuerte de acumulación de reservas internacionales, complementada con superávits de cuenta corriente. Por eso, frente a la crisis financiera internacional de 2008, estos bancos centrales utilizaron sus activos de reserva para realizar devaluaciones ordenadas que permitieron hacer frente a la salida de capitales (Sevares, 2015, 50).
Posteriormente, en el año 2012, los miembros de la ICMM decidieron duplicar su monto a 240 mil millones de dólares, el 80% fue comprometido por Japón, Corea del Sur y China.
Los swaps de monedas entre los bancos centrales también constituyen el mecanismo que los países del bloque BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, adoptaron para su Acuerdo de Reservas Contingente (CRA, según sus siglas en inglés), firmado el 15 de julio de 2014. Con el objetivo de prevenir dificultades de balance de pagos de corto plazo, brindarse apoyo mutuo y reforzar su estabilidad financiera, a través del CRA estos paíes comprometieron recursos equivalentes a 100 mil millones de dólares: China 41%, Brasil, India y Rusia 18% cada uno, y Sudáfrica 5%.
El CRA prevé un instrumento de liquidez para enfrentar problemas de balance de pagos de corto plazo y un instrumento precautorio para problemas potenciales de balance de pagos, con límites máximos de acceso al financiamiento por país según los aportes comprometidos y las proporciones establecidas en el acuerdo. De este modo, China podría acceder a la mitad de su aporte; Brasil, Rusia e India a la totalidad del monto prometido, y Sudáfrica al doble.
Como la iniciativa Chiang Mai Multilateralizada, el CRA incluye la cláusula IMF-linked portion, que requiere un acuerdo del FMI para tramos superiores al 30% del límite de acceso.
Para acceder a los fondos, el país debe solicitar al Comité Permanente, conformado por representantes de los bancos centrales, la activación de un swap de monedas, que habilita la compra de dólares estadounidenses a los bancos centrales de los demás países del CRA, a cambio de un crédito en su propia moneda. Al momento de realizarse el intercambio de monedas se fija un tipo de cambio, que será también el que se utilizará al cancelar la operación. Al vencimiento del plazo acordado, la parte solicitante del swap debe entregar los dólares a cambio del crédito en moneda local y pagar una “tasa de interés internacionalmente aceptada” en dólares.
El plazo de duración de la transacción del swap es de 6 meses, renovable hasta tres períodos, para tramos inferiores al 30% del límite de financiamiento. Para los tramos superiores al 30%, IMF-linked portion, el swap se realiza por un año, renovable hasta dos períodos más.
Los convenios de swap bilaterales entre China y otros países
Además de promover los swaps entre países asiáticos y en los BRICS, como parte de la estrategia de la internacionalización del yuan, el Banco de la República Popular de China (BPCh) promovió la firma de acuerdos de swap bilaterales. Ellos apuntan también a facilitar el comercio y las inversiones bilaterales entre China y el país en cuestión, en este caso, Argentina.
Los swaps de monedas entre bancos centrales tienen como principal objetivo fomentar la estabilidad cambiaria al aumentar su capacidad de intervención en los mercados de divisas. Estos swaps revisten las características de acuerdos contingentes, dado que permiten a un país disponer de liquidez en moneda extranjera, sin estar obligado a utilizarla y sin costo mientras ella no sea utilizada. La liquidez que otorgan estos instrumentos ayuda a los bancos centrales a brindar una señal a los mercados de su capacidad para influir sobre el tipo de cambio. Los swaps se activan cuando una de las partes solicita los fondos para aplicarlos a los destinos acordados, por ejemplo, mejorar las condiciones financieras, promover el comercio exterior, etc. Una vez activado el swap, la parte que solicitó la moneda extranjera paga intereses en función de la tasa y el período previamente acordados.
Frente a la crisis internacional iniciada en 2007, los bancos centrales recurrieron a los acuerdos bilaterales de intercambio de monedas para enfrentar la alta volatilidad de los mercados. La Reserva Federal fue un actor destacado en ese sentido, ya que firmó swaps de monedas con el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el Banco Central de Japón, el Banco Central de Canadá y el Banco Central de Brasil.
El otro actor principal que apareció en escena ofreciendo instrumentos similares fue el Banco Popular de China, que desde 2008 hasta 2017 firmó acuerdos swaps con más de 30 bancos centrales por más de 3.300 billones de yuanes, equivalentes a unos 505 mil millones de dólares, que representan el 1,6% de las reservas internacionales de China (aproximadamente 32,4 billones de dólares, BPCh, 2018, 127).
Los acuerdos de swap de monedas locales entre Argentina y China
Argentina fue el quinto país con el que China firmó un acuerdo de swap, luego de Hong Kong, Malasia, Bielorrusia e Indonesia, todos en 2009. Los bancos centrales de Argentina y China firmaron acuerdos de intercambio de monedas en 2009, 2014 y 2017, más un acuerdo suplementario en 2018. Los documentos que instrumentaron estos acuerdos no se publicaron, de manera que solo se conocen las notas de prensa y otras comunicaciones emitidas por las dos entidades, las notas de los estados contables del BCRA referidas a ellos, y las inferencias que pueden realizarse de la composición de las reservas del BCRA mientras el yuan no integró la canasta del DEG.
Los acuerdos de swap entre Argentina y China de 2009 y 2014
El 2 de abril de 2009 (BPCh, 2018) el BCRA y el BPCh firmaron el primer acuerdo bilateral de intercambio de monedas, anunciado el 15 de abril16. En el interín, el 6 de abril, el directorio del BCRA sancionó la Resolución 95/15, que aprobó la suscripción de una línea contingente por un período de tres años de duración, y por un monto de 70 mil millones de yuanes y 38 mil millones de pesos argentinos, equivalente a unos 10 mil millones de dólares al tipo de cambio vigente a esa fecha. De esta manera, el BCRA aumentó potencialmente sus reservas en un 20%, y por ende, su capacidad de intervenir en el mercado de divisas para amortiguar las presiones cambiarias. Las reservas internacionales argentinas excedían los 46 mil millones de dólares en esos días, equivalentes a ocho meses de importaciones; este monto superaba el nivel de reservas óptimas, calculadas según diferentes criterios.
Igual que en la mayoría de los swaps de monedas entre bancos centrales, en el acuerdo de 2009 entre Argentina y China ninguna de las partes solicitó su activación. Por ello, los derechos y obligaciones contingentes derivados del acuerdo se registraron en las cuentas de orden en los Estados Contables del BCRA, es decir que las cuentas patrimoniales y de resultados no fueron afectadas.
Durante los tres años de vigencia de este acuerdo, desde abril de 2009 hasta el mismo mes de 2012, el BCRA ejerció su política cambiaria a través de la flotación administrada del tipo de cambio. En ese período el BCRA permitió una depreciación gradual del peso argentino del orden del 5% en dos primeros años y un 10% en 2012, el tipo de cambio pasó de 3,70 a 4,54 pesos por dólares entre 2009 y 2012. Las reservas internacionales en 2010 alcanzaron un monto record, superior a 50 mil millones de dólares. Sin embargo, a partir de 2011, los activos externos del BCRA comenzaron a caer, a consecuencia del pago de vencimientos de deuda externa con las reservas consideradas excedentes, y de una fuerte salida de capitales vinculada al proceso electoral. A fines de diciembre de 2012 las reservas sumaban 43,2 mil millones de dólares, un nivel aun holgado, de modo que el BCRA no consideró necesario activar el swap con China.
A diferencia de la mayoría de los acuerdos bilaterales de intercambio de monedas entre el BPCh y otros bancos centrales, la línea de crédito contingente con el BCRA no fue renovada inmediatamente al finalizar el trienio, en abril de 2012. Pasaron más de dos años hasta que ambas autoridades monetarias firmaron un nuevo swap de monedas. Acorde a la marcha del proceso de internacionalización del yuan, la negociación entre Argentina y China se orientó a mejorar las condiciones para su activación, flexibilizando las cláusulas relativas a plazos, costos y usos.
El 10 de julio de 2014, por la Resolución 204, el directorio del BCRA, en línea con los objetivos del artículo 3 de su Carta Orgánica, autorizó la firma de un nuevo swap de monedas locales con el BPCh a fin de “mejorar las condiciones financieras destinadas a promover el desarrollo económico y comercial de ambos países”. En ese sentido, el 18 de julio de 2014, el BCRA anunció un nuevo acuerdo con vigencia por tres años. A través de este instrumento el BCRA podía solicitar al BPCh el desembolso de hasta 70 mil millones de yuanes, equivalente a 11 mil millones de dólares, con un plazo de reintegro de 12 meses. Este acuerdo configuró una herramienta adicional del BCRA para implementar su política financiera, cambiaria y monetaria, cuando el nivel de las reservas ya era menor pero aceptable: 29,5 mil millones de dólares, cercano a los cinco meses de importaciones.
La activación del acuerdo de swap de 2014
El acuerdo swap se utilizó por primera vez en el último trimestre de 2014, a fin de compensar los saldos del comercio entre los dos países, ya muy deficitario para Argentina, y también para fortalecer las reservas internacionales, que descendieron a 27,3 mil millones de dólares en octubre.
En lo operativo, el acuerdo swap de monedas específica:
el Banco que requiera una transacción de swap depositará en una cuenta en sus libros a nombre de la otra parte el monto equivalente en su moneda local. A su vez, el Banco requerido, depositará en una cuenta en sus libros a nombre de la otra parte el monto equivalente en su moneda local. Ambas cuentas serán no remuneradas en tanto no se apliquen efectivamente los fondos requeridos y al vencimiento de cada transacción de swap cada Banco debitará el mismo monto depositado originalmente. Durante el plazo de cada transacción de swap cada Banco podrá utilizar el monto disponible en la moneda local de la otra parte para los usos autorizados en el Acuerdo (Estados Contables del BCRA al 31/12/2015, Nota 2.3).
De acuerdo a estos términos, el 30 de octubre de 2014 el BCRA solicitó al BPCh activar un tramo del swap de monedas por hasta el equivalente de 814 millones de dólares. De esta manera, el BPCh y el BCRA acreditaron en la cuenta abierta en cada uno de estos bancos a nombre de su contraparte el equivalente a USD 814 millones en yuanes y pesos argentinos, respectivamente. Por su parte, el BCRA comenzó a incorporar el depósito en yuanes como parte de sus activos externos de reserva, señalando que:
El yuan representa una moneda de inversión muy atractiva para los bancos centrales, dado que su valor en relación a las demás monedas viene mejorando sostenidamente en los últimos años, manteniendo a su vez variaciones muy acotadas en sus cotizaciones, lo que genera beneficios de diversificación muy importantes. El yuan, además, puede ser convertido libremente a dólares, euros, o cualquier otra moneda de reserva, en las plazas internacionales como Hong Kong, Londres o Singapur. (BCRA, Com. P 50465).
Luego de activar el primer tramo del swap de monedas en octubre de 2014, Argentina solicitó al BPCh la acreditación en la cuenta en yuanes a nombre del BCRA del equivalente a mil millones de dólares mensuales. De esta manera, en septiembre de 2015 se habría activado el total del swap de monedas por un monto de 70 mil millones de yuanes, aproximadamente 11 mil millones de dólares.
Al tiempo que el BCRA incorporaba los yuanes a sus reservas internacionales, intentaba mantener el nivel de sus activos de reserva en dólares estadounidenses, y su política cambiaria se orientó a sostener el valor del peso argentino. Sin embargo, éste fue sometido a fuertes presiones provocadas por la fuerte caída de los precios de las exportaciones, que derivó en la reaparición del déficit comercial, y los pagos de deuda externa, en especial la cancelación de la totalidad de la emisión de Boden 2015 por 5.700 millones de dólares. Todo esto derivó en una caída de las reservas internacionales, a 25 mil millones de dólares en diciembre de 2015, equivalentes a cinco meses de importaciones, umbral todavía solvente para una economía con control de capitales. Bajo estas circunstancias, el depósito en yuanes en el BPCh a favor del BCRA tuvo una incidencia cada vez más importante en las reservas de Argentina.
Los acuerdos de swap y su utilización entre diciembre de 2015 y 2018
A pocos días de la asunción de la nueva administración, en el marco de las medidas para remover el control cambiario, el 16 de diciembre de 2015, el BCRA y el BPCh firmaron un Acuerdo Suplementario al Acuerdo Bilateral de Pase de Monedas, en el que se comprometieron a llevar a cabo cinco operaciones de swap para convertir 20 mil millones de yuanes -28% del total- a dólares estadounidenses. El 22 de diciembre de 2015 estas operaciones fueron efectivamente liquidadas, 3.086 millones de dólares se acreditaron en una cuenta en dólares del BCRA en el BPCh. A fin de no alterar la exposición en renmimbis del BCRA, la autoridad monetaria concertó simultáneamente una operación de recompra a futuro de los yuanes convertidos a dólares estadounidense.
En la cuenta pasiva Obligaciones provenientes de Otros Instrumentos Financieros Derivados de los balances semanales del BCRA, se puede observar la evolución del compromiso de reintegrar al BPCh los dólares provenientes de la operación de swap de monedas derivada del acuerdo suplementario referido más arriba. Como surge de los Estados Resumidos de Activos y Pasivos del BCRA, el compromiso asumido bajo esta operación en diciembre de 2015 había sido cancelado en su totalidad para mayo de 2016. Así. con el reintegro al Banco Popular de China del total de dólares estadounidenses por la operación de swap de renminbi y pesos, la cantidad Transcurrido poco más de un año, el 18 de julio de 2017 el BCRA y el BPCh acordaron renovar el acuerdo bilateral de swap de monedas locales por 175 mil millones de pesos argentinos equivalentes a 70 mil millones de renminbis, por un plazo de 3 años, a vencer el 17 de julio de 2020.
Posteriormente, en el marco de la Cumbre de Líderes del G20 celebrada en Buenos Aires, el 2 de diciembre de 2018, el BCRA y el BPCh firmaron un acuerdo suplementario al acuerdo de swap de 2017, por otros 60 mil millones de yuanes. De esta manera, el monto total del swap de monedas entre el BCRA y el BPCh alcanzó a 130 mil millones de yuanes, equivalentes a unos 19 mil millones de dólares, un monto muy importante, mayor a un tercio de las reservas de activos externos del BCRA.
Sin embargo, por primera vez desde su firma inicial en 2009, el uso del swap quedó condicionado a la vigencia del stand by de Argentina con el FMI. El acuerdo estipuló que si por cualquier razón el stand by se suspendiera o cancelase, el Banco de China rechazaría nuevos retiros de fondos o renovaciones. Esta cláusula empeora las condiciones del swap argentino-chino respecto de los de la Iniciativa Chiang Mai Multilateralizada y de los BRICS, que al menos tienen un tramo desvinculado de la intervención del FMI.
Finalmente, para tener una idea de la relación del swap con la economía real, cabe mencionar que sus montos, desde 2009 hasta 2017, fueron similares a las importaciones argentinas de origen chino, y que el acuerdo suplementario de 2018 lo llevó más allá de ese valor. Por ejemplo, en 2017, en millones de dólares, Argentina exportó a China 4.592 valor FOB, e importó desde allí 12.329 valor CIF, con un saldo deficitario de 7.737, el mayor de toda la serie histórica32. Por su parte, Oviedo estimaba las inversiones directas de China en Argentina en 2015 en 1.948 millones de dólares, cifra mayor a la que brinda otra fuente (www.statista.otg) en 2017, de unos 1.540 millones de dólares. Dada la magnitud de los intereses en juego, y asumiendo que los acuerdos swap contribuyen a la estabilidad cambiaria de los países firmantes y a su disponibilidad de moneda de uso internacional, para promover el crecimiento del comercio bilateral y proteger el valor, rentabilidad y remuneración de las inversiones chinas, el swap con Argentina apuntaría a cumplir estas funciones, aunque, como ya se mencionó, los términos del acuerdo aun son desconocidos.
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