Venezuela, el BID y el desplante a Chengdu
Por Néstor Restivo
Por presiones de Estados Unidos, que tiene 30% del poder de votos en la institución, el Banco Interamericano de Desarrollo suspendió su asamblea anual, que por primera vez se iba a realizar en China la semana que viene. El insólito desplante –que aún no tiene razones oficiales explicadas por el BID- tuvo que ver, según todos los indicios, con Venezuela. Si no fuera porque posee las mayores reservas de petróleo del mundo (además de otras cuantas riquezas minerales), difícilmente el país sudamericano-caribeño se hubiera convertido en un catalizador de problemas para numerosos países del mundo que se fueron envolviendo en su laberinto, en la disyuntiva de defender a su gobierno elegido o al “presidente encargado” inventado por EEUU.
En Chengdu, capital de la provincia de Sichuan en el centro del país, China -que es socio extracontinental del BID y hoy mayor prestamista de América Latina (sobre todo de Venezuela) que los propios organismos multilaterales de crédito- tenía todo listo para la “asamblea de gobernadores” del Banco con sede en Washington. O sea, la misma ciudad que alberga por ejemplo al FMI o al Banco Mundial también y donde el peso estadounidense es crucial.
Hay que agregar que, antes de lo de Venezuela, EE.UU. ya buscaba “bajarle el precio” a la reunión del BID en Chengdu. Funcionarios de Economía de Argentina dijeron a DangDai hace unos días que, por ejemplo, habían presionado para que no viajaran ministros sino funcionarios de más bajo rango.
¿Qué pasó ahora? Como el BID eligió de representante de Venezuela a su ex economista jefe Ricardo Hausmann, un venezolano radicado en EE.UU., y como éste respalda al “presidente encargado” Juan Gaudió, Beijing (que reconoce al gobierno legítimo de Nicolás Maduro) le habría puesto trabas a la visa para que ingresara al país, lo que desató el conflicto. Al igual que el BID, China tampoco hizo hasta ahora ningún comentario oficial, aunque puede adivinarse la ira de sus funcionarios y organizadores de un evento que vienen preparando hace más de un año. La asamblea de 2018 fue en Mendoza y allí se vio a una fuerte delegación china anticipando la organización de lo que iba a ser la de Chengdu.
En la lucha externa por imponer a Guaidó como gobierno de transición y acabar con el gobierno chavista, en medio de una colosal crisis económica en Venezuela producida por errores y problemas internos y acoso exterior, el veto a Hausmann fue la excusa para provocar la crisis que de nuevo pone el foco en buscar legitimidad y prensa para Guaidó y afectar la estrategia global de la nación asiática.
China, que tiene créditos en Venezuela por unos 60 mil millones de dólares, quería que este debut como anfitrión del BID dejara de lado la cuestión venezolana y que no se hablara de si Maduro o si Guaidó, tema que hoy alimenta gran parte de la “política exterior” de muchos países latinoamericanos y de otras regiones. Es insólito, por ejemplo, la permanente atención al tema de países como España, Francia, Inglaterra, que al igual que Argentina, Brasil o Colombia bien harían en preocuparse más por otros temas muchísimos más graves, locales o exteriores, sin dejar de atender el drama venezolano, pero jerarquizando sin seguir a pies juntillas los dictados del imperio. Pero EE,UU. ejerció su presión. Se entiende por qué puede: tiene 30% del poder de votos en el directorio del BID frente a 50% que acumulan todos juntos los países de América Latina y el Caribe, donde muchos, que no todos, apoyan a Gauidó.
La Argentina de Mauricio Macri y el Brasil de Jair Bolsonaro (resultado de una anomia electoral donde Lula Da Silva fue proscripto y encarcelado injustamente y donde fue presidente ilegítimo un personaje como Michel Temer, envuelto en varias causas por indisimulable corrupto, una vez hecho su trabajo sucio tras el golpe institucional contra Dilma Rouseff) son dos países completamente alineados en el desplazamiento de Maduro y juntan 11 por ciento de los votos en el BID. Sumando los votos de países como Chile o Colombia, todos los que además impulsan el “Prosur” para acabar con el proyecto integracionista regional Unasur, fue fácil bajarle el pulgar a China, que además es señalada en documentos de seguridad del Pentágono, junto con Rusia, de enemigo estratégico de EE.UU. a nivel global, y más cuando se trata de asuntos interamericanos, donde Washington no quiere perder su hegemonía.
Como sea, China quedó envuelta en un tema que, al lado de su estrategia global hacia América Latina, quizá pudo haberse evitado.
Ayer el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, escribió en el diario Miami Herald que “los chinos están socavando el progreso del hemisferio hacia la democracia al negarle una visa oficial a Ricardo Hausmann, el representante legítimo de Venezuela (en el BID), la primera vez en la historia del banco que un país anfitrión se niega a recibir a un miembro”. Hausmann fue reconocido por el BID el 15 de marzo como gobernador por Venezuela ante el organismo, tras ser designado por Guaidó para el cargo. Para Washington, el caso quedó como un pequeño triunfo de su diplomacia contra la presencia china en lo que tenga que ver con asuntos interamericanos.
El BID no dijo nada oficial sobre el tema. Solo hizo saber que atenderán recomendaciones para la nueva sede y la nueva fecha para su asamblea, en un plazo de 30 días. China también hizo silencio, por ahora. Sus medios no publicaron una sola línea, excepto South China Morning Post basado en Hong Kong y que sale en inglés (ver aquí). Y en Argentina Jorge Asís acaba de twitear sobre este “Papelón: Dos meses de la presidencia decorativa de Guaidó y Maduro sigue al comando del bus de Venezuela sin rumbo. Conspiradores en decadencia. Estados Unidos y los países de compañía no supieron organizar un miserable golpe de estado”.
Más información en Deutsche Welle, Sputnik y Clarín . Ver también, en el mismo diario, esta nota del ex diplomático chileno Jorge Heines.
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