Ciencia, de la Calera a Shanghai
Néstor Bustamante estudió en la Facultad de Matemáticas, Astronomía y Física de la UNC y, tras vivir en varios países, se radicó en China, desde donde sueña con hacer un puente científico con Argentina. Es uno de los directivos de la Asociación de Argentinos en China y fue entrevistado por DangDai en Shanghai.
Néstor Bustamante está convencido de que a Argentina y China les falta una pata fuerte en su relación bilateral: las ciencias duras, esas en las que mujeres y hombres trabajan en silencio sin resultados inmediatos a la vista, en abstracto, encerrados en un laboratorio o un gabinete, como descolgados de todo, pero que un día irrumpen y pueden dar un vuelco histórico para la humanidad. No exagera un ápice ni en su convicción ni, creemos, en ese diagnóstico.
Nació en un pequeño barrio llamado Dumesnil, en la ciudad serrana de La Calera, a unos 25 kilómetros de Córdoba capital. Y ahora mira el mundo desde Shanghai, aún con su tonada cordobesa, experto chef casero de pizzas sublimes y memorioso de sus raíces.
Calerense orgulloso, muchos hitos de su vida tuvieron lugar en la capital de la provincia Córdoba. Nació en su Maternidad Nacional hace 36 años, allí también se divorció de su primera esposa y estudió Matemática y Ciencias de la Computación en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (FaMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba. “Mi primer trabajo formal, a los 22, también fue en la ciudad de Córdoba, en una empresa nacional de tecnología llamada Vates”, nos dice en su departamento de Shanghai, donde vive con su flamante nueva esposa, una encantadora joven rusa, Margarita.
“Al año y medio renuncié y me fui a trabajar haciendo investigación y desarrollo al INRIA, un instituto de investigación en informática y automatización dependiente de dos ministerios del gobierno francés, en París”.
Hombre de mundo, en Francia desarrolló tecnología y aprendió de ciencia y lengua francesas. Volvió a Córdoba, ingresó a Hewlett Packard y, como parte de sus labores para uno de los clientes, viajó varias veces a Dallas, EE.UU., lo que amplió su experiencia internacional.
“En 2009, también en Córdoba, con compañeros y amigos de la Facultad creamos nuestro primer emprendimiento, LVK Labs”, una gran alegría que se empanó, ese mismo año, con la muerte de su padre en el Hospital Nacional de Clínicas y, meses después, con la aparición de un tumor en la médula espinal. “Tras la cirugía perdí gran parte de la movilidad de mi pierna derecha pero con dedicación y rehabilitación pude volver a caminar y hasta jugar al básquet tras unos años”. Tanto empeño le pusieron a la adversidad que pronto la empresa, LVKLabs, fabricó el primer producto exitoso: un videojuego para dispositivos móviles llamado ‘Julia, a pick up adventure’. Luego formaron el Google Developers Group (GDG) en Córdoba, hicieron la primera app de Latinoamérica para Google Glass y ganaron el concurso para ser incubados en otra gran multinacional, esta vez, Intel. En vistas del trabajo y sus repercusiones, para poder dedicarse a tiempo completo a su emprendimiento, renunció a HP.
“Con el equipo empezamos a trabajar con un emprendimiento local y con proyectos de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y el California Institute of Technology (Caltech, el lugar donde estudian y trabajan los protagonistas del programa de TV ‘The Big Bang Theory’). Con este último desarrollamos una aplicación móvil que emulara con altísima precisión los resultados de cálculos relativistas que normalmente deberían computarse en clústers (súper computadoras) durante semanas o meses, pero en un dispositivo móvil y mucho más rápido. “Colaboramos indirectamente con el experimento LIGO, cuya vocera, Gabriela González, también de FaMAF y cordobesa, sería noticia mundial al confirmar, en 2016, la existencia de las ondas gravitacionales predichas por Einstein cien años antes, en su teoría de la relatividad general”.
Con esos antecedentes, Néstor recibió una oferta de trabajo desde Shanghai para ser gerente de desarrollo en una empresa tecnológica alemana. No dudó demasiado.
Otros miembros de LVK Labs también partieron más tarde y él desarmó su vida en Córdoba para cruzar hasta la otra punta del globo.
“No había plan B —recuerda—pero sí variables que no había anticipado: Con respecto a seguir conectado con mi emprendimiento, la diferencia horaria no ayudaba. La adaptación al medio empresario y cultural chino fue difícil. La comida es muy distinta (bajé 15 kilos en dos meses). Las motos pasaban peligrosamente cerca por al lado, aun en las veredas… Y el idioma, cuyo aprendizaje todavía hoy me significa un enorme desafío”.
Pero el desafío más grande, nos dice antes de servir una porción con rúcula, “no era entender a los locales, sino entender el crisol de comportamientos y percepciones al que da lugar venir a China y vivir aquí unos años, siendo occidental. Pese a haber recibido y brindado entrenamientos en materias de diversidad cultural, mi capacidad de anticipar respuestas, actitudes y reacciones se redujo notablemente”.
Le llevó medio año adaptarse. Y se lo ve llevando una vida feliz y ansioso de aportar al puente científico con Argentina.
Pasó por la firma sueca EF, siguió viajando por Europa y Asia, y se recibió de paracaidista en Córdoba. De regreso en Shanghai, donde siempre tuvo su base en China, fundó su propia empresa LTF (Lean Task Force), en cuyo equipo hay chinos, argentinos y franceses. A través de LTF entró en contacto con el área de Investigación y Desarrollo de Siemens, empresa con la cual emprendió un compromiso de 5 años. El mismo día que se firmó ese contrato conoció a Margarita, quien también llegó a China con muchos proyectos. Poco después debió regresar de urgencia a Córdoba por la enfermedad y súbita muerte de su madre, otro gran golpe para Néstor.
Fue a su regreso a Shanghai que se integró en la Asociación de Argentinos en China, coordinando sus acciones en la zona centro del país y trabajando fuertemente con el consulado de esa ciudad y los argentinos en zonas aledañas.
“Lo que más quiero desarrollar –nos dice- es un proyecto a largo plazo para permitir el intercambio de científicos en ciencias duras entre China y Argentina.
Ya hay programas similares para politólogos, sociólogos, historiadores. Ellos son muy importantes pues el resultado de sus investigaciones puede ayudar a que los estados y los pueblos dejen de cometer obstinadamente los mismos errores”. Se entusiasma y agrega: “Mi proyecto tiende a una implementación concreta más que a una acción de diagnóstico. Si Argentina logra traer parte de su capacidad científica a China, el caudal de inversión en ciencia y tecnología y el crecimiento exponencial de la innovación china (que en los últimos 3 años ya superó en número de patentes aprobadas a Estados Unidos) le pueden brindar a nuestra ciencia un impulso considerable”.
Cuando le pedimos más especificaciones, aun desde nuestra ignorancia sobre estos tema, nombra las ondas gravitacionales, la computación cuántica y el procesamiento de “lenguaje natural”, todo lo cual, está convencido, puede despertar el interés de científicos chinos por estudiar y trabajar en Argentina así como del gobierno chino por invertir en ciencia argentina, hoy sometida al ajuste pactado con el FMI.
El programa básico consiste en conectar universidades e instituciones académicas de ambos lados con acuerdos marco de cooperación; conseguir inversión pública o privada para proyectos conjuntos de investigación; diseñar un plan de concientización para motivar a científicos argentinos para que visiten y conozcan tanto la propuesta científica china como la oferta cultural y de calidad de vida que ofrece este país; y otro para alentar y concientizar a la comunidad científica china y a potenciales inversores a conocer el capital intelectual que Argentina ha venido produciendo.
“Amo a Argentina y a China, hoy tengo una dirección de Shanghai en mi DNI. Y quiero vincularlas en ciencia, mi gran sueño”, nos despide con la última porción.
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