Los traductores de Borges de Shanghai
Jorge Luis Borges es el autor latinoamericano más traducido al chino mandarín. La periodista Aye Iñigo viajó a Shanghai, la ciudad más poblada de China, para conocer la historia de algunos de los traductores que transforman los textos de Borges en elegantes caracteres y contó la historia en La Nación.
Para llegar a la editorial Shanghái Translation Publishing House hay que atravesar la peatonal Nanjing, una de las zonas más concurridas de la hiperpoblada metrópolis china. Es miércoles a las 11 de la mañana y, aunque hay muchísima gente en la calle, todos parecen estar sincronizados para caminar y moverse sin estorbarse, convirtiendo en una coreografía natural, casi armónica, el infierno cotidiano de moverse en una urbe de 22 millones de habitantes. Pasando una explanada donde un grupo de señoras hacen el “baile de plaza” –una práctica muy extendida entre los chinos mayores, que por momentos se parece al tai chi– se llega al edificio de la editorial, situada en la mítica y literaria calle Fuzhou.
Allí aparecen Lingchao Miao y Zhou Ran, dos de las cuatro editoras a cargo de revisar y publicar la colección más completa de las obras de Jorge Luis Borges en chino mandarín, comprendida por un total de 40 volúmenes. “Ya publicamos 29 títulos”, dice Miao. “Es un trabajo muy duro porque Borges es muy complejo, y debemos asegurarnos de encontrar a los mejores traductores”.
Borges nunca caminó por las calles de Shanghái, y sin embargo no es difícil imaginarlo aquí. Como en un juego de artilugios, espejos y laberintos, la megápolis del Este de China –la más cosmopolita y poblada del país– podría ser también Buenos Aires. En una geografía ficticia de sus pasos, ¿qué hubiera hecho el escritor en Shanghái? Quizás deambular por el Bund, a orillas del río Huangpu, ese paseo que recuerda a Puerto Madero, con los altos edificios espejados y ese manto húmedo que comparten las ciudades portuarias. O –por qué no– sentarse “porteñamente” en un bar a tomar un café, leer un libro, mirar las construcciones art decó que bien podrían ser el Palacio Barolo o el edificio Alas de la avenida Alem.
La nueva colección de las Obras Completas es sólo la coda de la fascinación que los chinos tienen con el escritor argentino hace ya 30 años: según un informe realizado a fines de 2017, Borges es el escritor latinoamericano más traducido en China, con una totalidad de 62 títulos publicados.
“En un principio, en los años 80, Borges fascinó a los escritores chinos de vanguardia por sus reflexiones sobre la metafísica, el tiempo y el espacio, que les abrió un mundo nuevo. Ahora, en el siglo XXI, Borges tiene muchos más lectores y ganó terreno, creo que en parte porque la presencia de lo oriental en su obra hace que varios sientan una cercanía al leerlo” explica Lou Yu, autora del informe y cofundadora de la Comunidad de Estudios Chinos y Latinoamericanos.
Las primeras traducciones de Borges en China aparecieron en febrero de 1979 en la revista “Literatura y Arte Extranjero”. Fueron los cuentos “El jardín de senderos que se bifurcan”, “El Sur”, “El Evangelio según Marcos” y “Tigres azules”, traducidos por Wang Yangle. En 1981, también en una revista, se publicaron algunos poemas traducidos por el famoso Wang Yongnian y en 1983 salió el primer libro: Antología de cuentos de Jorge Luis Borges.
Pero fue recién en el cambio de milenio cuando se produjo el verdadero “boom” de Borges. En 1999 la editorial Zhejiang Literature & Art Publishing House lanzó las Obras Completas, a cuya presentación en China asistió la mismísima María Kodama. Ese conjunto de libros fue el más famoso en el país asiático hasta 2015, cuando fue superado por la colección más completa de Shanghái Translation Publishing House.
El edificio de esta editorial está ubicado en la calle Fuzhou, conocida también como “la calle cultural de Shanghái” por las más de 30 librerías que hay allí. “Esta calle es una tradición de hace mucho tiempo”,comenta Lingchao Miao. “Hay algunas de estas librerías que tienen más de 50 años. A muchos chinos les gusta venir aquí a comprar libros y sentarse a leer un rato”.
No muy lejos de Fuzhou se encuentra la antigua residencia del escritor Lu Xun, considerado el padre de la literatura china moderna. Lu Xun llegó a Shanghái en 1933 y vivió allí hasta su muerte. En esos años esta ciudad era el centro cultural y editorial de China, el caldo de cultivo ideal para que en 1930 se fundara allí la Liga de Escritores de Izquierda de China, cuyo fin era fundar las bases de una literatura revolucionara que acompañara al proceso que culminaría en el triunfo del Partido Comunista en 1949. Lu Xun fue uno de sus miembros más importantes, y la liga fue una de las razones por las que decidió quedarse en Shanghái hasta su muerte, aumentando aún más el halo cultural y literario de esta ciudad.
Una vez dentro de la editorial, la importancia que le dan a Borges se nota con sólo atravesar la puerta y ver el poster del escritor colgado en una de las paredes. “Antes éramos lectoras ordinarias de Borges, pero ahora como editoras leímos casi todas sus obras en detalle, buscamos referencias y hacemos los ajustes finales de las traducciones”, aclara Lingchao Miao.
“Generación tras generación surgen nuevos lectores de Borges. En tres años desde que lanzamos la colección vendimos unos 20.000 libros por título”, detalla Zhou Ran para explicar la importancia del escritor argentino. Ran tiene 40 años y es oriunda de Anhui, una provincia a tres horas en tren de Shanghái. Aunque tanto ella como su colega Miao estudiaron Literatura francesa, Ran es amante también de la literatura en español y tiene entre sus autores preferidos a Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.
Sus gustos no son pura casualidad, ya que el Nobel colombiano le pisa los talones a Borges en la lista de los autores latinoamericanos más traducidos. Ran cree que el orientalismo del autor argentino contribuyó también a su coronación: “Borges leyó muchos libros sobre literatura e historia china. En su famoso cuento ‘El jardín de los senderos que se bifurcan’, el jardín y su protagonista son chinos. En ‘Historia Universal de la Infamia’, cuenta la historia de una pirata mujer china, que realmente existió”.
Atraído por el budismo y el pensamiento hindú, Borges estudió las filosofías de Oriente, desperdigando referencias a lo largo de toda su obra. Al respecto, el escritor e investigador argentino Salvador Marinario, de la Universidad de Shanghái, sostiene que “Borges tiene motivos orientalistas atravesados por el prisma de lo europeo y lo latinoamericano, ya que sus fuentes son en su mayoría de estudiosos británicos o franceses. Borges, sin conocer China, hace una geografía imaginaria de ella y esa es una de sus grandes genialidades, su capacidad para construir todo un universo chino a partir de retazos”.
Así como Borges se nutrió de lo oriental para construir sus universos ficcionarios, de igual manera una gran generación de autores chinos contemporáneos tomó a Borges como fuente de inspiración en sus obras, entre ellos Ah Yi, Yu Gua, Mai Jia, Pan Jun o Ma Yuan. El famoso escritor chino Ge Fei llegó incluso a escribir un cuento en el que entrelaza el texto del poema “La Lluvia” de Borges con su propia prosa.
“Estos autores chinos admiten haberse inspirado en Borges. Muchos de estos escritores contemporáneos fueron muy influenciados por la generación del boom latinoamericano de los años 60, con escritores como Carlos Fuentes, Julio Cortázar o Isabel Allende”, agrega Lingchao Miao.
El maestro escritor de la lectura
Huang Jin Yan tiene 75 años, habla un español perfecto y fue elegido por Shanghái Translating Publishing House como uno de los traductores de las nuevas Obras Completas de Borges.
La prima vez que tradujo al autor de El Aleph fue hace siete años, y en esa ocasión tuvo a su cargo una serie de ensayos. Ahora se encuentra traduciendo El libro de los seres imaginarios, trabajo que tiene previsto terminar a fin de este año.
“Al momento de traducir a Borges, su escritura no es difícil de comprender, pero él era un gran erudito y hacía muchas referencias históricas. Para traducirlo a él hay que estudiar, leer muchos libros, por eso cuando traduzco a Borges me concentro sólo en él, dejo de lado cualquier otra lectura”, me cuenta Huang.
La Universidad de Estudios Internacionales de Shanghái es el lugar donde Huang enseñó durante toda su vida literatura, gramática y traducción en español. Ahora está jubilado, pero los fines de semana sigue dando cursos para chinos aficionados que quieren aprender el idioma como hobbie.
“Los chinos tienen más dinero que antes y pueden salir a viajar, hacer turismo y conocer más el mundo. Antes, cuando yo estudiaba español si estaba con una extranjera todo el mundo me miraba. Hoy no, porque hay muchos extranjeros y muchos hispanohablantes. Muchos jóvenes ahora quieren aprender español después del trabajo. Los fines de semana vienen a esta universidad a tomar cursos”, explica.
El boom de Borges se da en un momento donde el español es un idioma cada vez más elegido por los chinos. En la actualidad hay más de cien departamentos universitarios que enseñan esta lengua en China, con programas que matriculan a unos 30.000 estudiantes por año.
Huang comenzó a estudiar español en esta misma universidad en 1961, un año después de su fundación. Shanghái fue una ciudad de colonias extranjeras, y el pequeño Huang estaba acostumbrado a ver occidentales, a ir al mercado y encontrar a un inglés vendiendo carnes o franceses paseando por las calles. Sin embargo, su fascinación con el idioma se dio en 1959, cuando el triunfo de la revolución cubana de la mano de Fidel Castro apuntó los reflectores chinos a esa isla convertida en el primer país socialista del continente americano.
Enamorado de la literatura e historia latinoamericanas, en 1966 Huang viajó a perfeccionarse a Chile, donde vivió un año y medio, y en 1979 continuó estudiando en México. “Nunca pude ir a Argentina, pero muchos estudiantes ahora quieren ir para allá. Eso no pasaba hace unos años”.
Por amor a Borges
A unos 12 kilómetros de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghái, avanzando casi en paralelo al rio Huangpu, se llega a Xuhui, el barrio de la concesión francesa de la ciudad. Sus pequeñas calles repletas de tiendas y cafés se mezclan con la vida china tradicional de ancianos sentados en las puertas de sus casas jugando al go o almorzando en mesitas improvisadas en las veredas.
Hasta 1946 Shanghái estuvo dividida en “concesiones”, gobernadas por franceses e ingleses que habían vencido al Imperio Chino en 1860 durante la Segunda Guerra del Opio. Las reminiscencias actuales de esas épocas se transpiran en lo que quedó hoy de esos barrios, con su arquitectura europea y pequeños cafés atendidos por jóvenes baristas chinos.
En la mesa de uno de esos barcitos espera Chen Dong Biao. En los años 80 Chen era un adolescente hijo de un profesor de música y hermano de un poeta, que por cuestiones del azar un día encontró una recopilación de cuentos de Jorge Luis Borges, traducidos por Wang Yangle. Desde ese momento Borges se convirtió en su autor preferido.
En esos años la literatura extranjera recién comenzaba a leerse en China luego del proceso de reforma y apertura, un período iniciado en 1978 que produjo el rápido desarrollo del país y una mayor conexión con el resto del mundo. Un año después, en 1979, se fundó la Asociación China de Estudios de la Literatura Española, Portuguesa y Latinoamericana que comenzó a editar de manera más masiva las obras en español.
“A principios de los 80 la literatura china era predominantemente realista. Luego llegó el modernismo y recién en los años 90 los nuevos autores comenzaron a tener una fuerte influencia de Borges, él es diferente a todos los autores del siglo XX”, explica Chen.
Ya de adulto, siendo estudiante de Literatura Inglesa en la Universidad de Shanghái, Chen fue a la biblioteca y encontró un tomo con poemas de Borges en inglés. “A partir de ahí supe que iba a ser su traductor. Quería poder leer en chino esos poemas tan maravillosos”.
Comenzó a estudiar español de manera autodidacta, y en 1996 una pequeña editorial publicó su primer libro de traducciones de poemas seleccionados, que se reeditó en 2006. En 2018 publicó las conversaciones completas de Jorge Luis Borges con Osvaldo Ferrari, en dos tomos, a cargo de la editorial Nueva Estrella.
En ese momento Chen hace una pausa, abre su mochila y saca cuatro libros que apoya sobre la mesa. Son los volúmenes de Borges que él tradujo a lo largo de 20 años. “La traducción es solo un hobbie, porque no puedo ganar suficiente dinero, así que trabajo también en una empresa publicitaria”, cuenta mientras paga el café y salimos del bar.
Caminar por las calles de Xihui es casi como estar en algún barrio europeo, si no fuera por los carteles escritos en mandarín. Tras pasar por el conservatorio, allí donde su padre daba clases de música, se llega hasta la enorme Biblioteca de Shanghái, donde miles de chinos se acercan a diario para pasar unas horas leyendo.
“Quiero mostrarte, seguro encontramos libros de Borges”, me dice. Pero solo logramos llegar hasta la pequeña tienda de libros del hall de entrada, ya que la biblioteca es exclusiva para socios. Lo veo apenado y le digo que no importa, que otra vez será. En su rostro se esboza una sonrisa cuando entre los estantes encuentra un libro. Lo levanta y me muestra: es Georgie, un texto sobre la vida del escritor argentino.
-¿Cómo es traducir a Borges?
-Borges una vez dijo que leer es un acto de cooperación, así que cuando lo leo siento que estoy cooperando con él, lo puedo sentir, lo puedo entender”, me explica. “No me siento así con otros escritores. Cuando leo a Borges siempre estoy de acuerdo con todo lo que escribe, me siento como si fuera él. Quizás, no me doy cuenta, pero Borges me ha lavado el cerebro”.
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