Suplemento especial

29 noviembre, 2018

El diario Clarín incluyó ayer un suplemento especial en su edición impresa (no accesible de modo digital) dedicado a la vista del presidente Xi Jinping a la Argentina, para el Grupo de los 20 y para una visita de Estado. Escribieron el propio presidente Xi (texto que sí puede leerse aquí) , el canciller Jorge Fournier, el embajador chino en Argentina Yang Wanming, el secretarios de Asuntos Estratégicos Fulvio Pompeo, de Agroindustria Luis Etchevehere y de Comercio Exterior Marisa Bircher, el presidente de la Fundación ICBC Félix Peña, el analista internacional Jorge Castro, el profesor de la Untref Carlos Moneta, el profesor de la UBA Ignacio Villagrán, el presidente de la Asociación de Ex Becarios Gonzalo Tordini, la periodista Aye Iñigo, el presidente de la Asociación para la Promoción de la Reunificación Pacífica de China en Argentina Luo Chaoxi, el presidente del Clepec Francisco Cafiero y los directores periodísticos de DangDai Néstor Restivo y Gustavo Ng, cuyo artículo sobre la batalla china contra la pobreza se publica a continuación.


Hacia el fin de la pobreza extrema

Por Néstor Restivo y Gustavo Ng*

En 1984 el mundo asistía perplejo a lo que parecía el fin de los ensayos comunistas que gravitaron en el siglo XX. La URSS ya crujía y cinco años antes la República Popular China había iniciado su Apertura y Reforma, que Occidente la leía llana, errónea y lisamente como el ingreso gradual al capitalismo. Pero ese año el conductor de la nueva era, Deng Xiaoping, sostenía sin hesitar que sería imposible librar de la pobreza a las grandes mayorías de su país “si la distribución se hiciera a la manera capitalista. Pero si aplicamos el principio de distribución socialista, podremos lograr que por regla general la vida de todo el pueblo sea modestamente acomodada”. Y remataba sentenciando, ante una misión nipona que participó de la II Conferencia de Personalidades No Oficiales de China y Japón: “He aquí por qué nos adherimos firmemente al socialismo”.

Cualquiera sea la opinión que cada quien tenga sobre China y su modelo, es imposible no sentir un admirado asombro frente a la erradicación de la pobreza en el país más poblado del mundo. Las cifras que maneja el Banco Mundial parecen darle la razón ampliamente a Deng. En torno a 800 millones de personas dejaron de ser pobres desde la reforma de 1979. El director Nacional del BM para China, Mongolia y Corea, Bert Hofman, reportó que en 1981-2015, China logró “la tasa más rápida de reducción de la pobreza jamás registrada en la historia de la humanidad”.

Según el BM, en 1981- 2011, la población mundial considerada pobre extrema (vivir con menos de 1,25 dólares al día) disminuyó de 1.938 a 1.011 millones. En igual lapso, esa franja de población china bajó de 838 a 84 millones. China hizo el mayor aporte a la baja mundial de pobres. Tanto que sin él, el registro hubiera subido estos años de frenesí neoliberal global.

En su actual plan quinquenal, Beijing incluyó el objetivo de erradicar la pobreza absoluta para el año 2020, antesala del centenario de la fundación del Partido Comunista de China. En 2016, ese segmento del pueblo chino superaba los 43 millones de personas, mayormente habitantes de áreas fronterizas, con infraestructura deficiente, condiciones ambientales frágiles y frecuentes desastres naturales. Especialistas chinos admiten que la fase más difícil de la misión es la final, cuando la población objetivo baja del 10 % del total. China necesita sacar a más de 10 millones de personas de la pobreza por año para cumplir con su cometido, o sea, casi un millón de personas por mes.

Si el tema fue bandera de Deng, que giró abruptamente la política de Mao Zedong pero basándose en logros innegables del primer líder (la alfabetización masiva, la recuperación del orgullo nacional, un PBI industrial que ya había crecido 38 veces y una industria pesada 90 veces desde la Revolución de 1949), más allá de otros aspectos negativos, la bandera fue recogida por el actual presidente Xi Jinping, quien apenas fue designado secretario general del Comité Central del PCCh en 2012 hizo una gira por las 14 áreas más afectadas por la pobreza. Si se abandonan las áreas rurales empobrecidas, dijo entonces, “China no tendrá la sociedad moderadamente próspera”, meta emblema del actual período.

A cargo del Centro Nacional de Capacitación y Comunicación para el Alivio de la Pobreza de China, Chengwei Huang marcó como claves de la gesta un crecimiento económico sostenido con políticas que favorecieron a las regiones y a la gente pobres, así como integrar esa lucha en la estrategia nacional de desarrollo, implementándose planes de alivio de la pobreza a gran escala con programas específicos para mujeres, niños, personas discapacitadas y minorías étnicas. También mencionó un enfoque equilibrado entre áreas urbanas y rurales, la promoción de la capacidad de las personas pobres para ayudarse a sí mismas, la infraestructura (caminos, agua, saneamiento, electrificación, suministro de gas natural y vivienda), la asignación de recursos tanto públicos como privados y la creación de redes de seguridad social.

Si bien hay una verticalidad notoria en la decisión, Brett Rierson, representante de China para el Programa Mundial de Alimentos, observó que muchos de los proyectos agrícolas exitosos para salir de la pobreza “se construyeron desde la base. No fueron soluciones descendentes”.

En 2017 el gobierno chino lanzó Global Poverty Reduction & Inclusive Growth (www. case.iprcc.org.cn), base de datos de casos de reducción de la pobreza, para compartir enfoques y soluciones innovadoras y exitosas de China, como aporte a la lucha mundial contra la pobreza.

En diversos viajes a China para nuestra investigación, hemos comprobado in situ (Qinhai, Gansu y Xinjiang, entre otras áreas) y en base a entrevistas con analistas de la Academia de Ciencias Sociales de Beijing y de Shanghai y de universidades como las de Beijing Normal, de Estudios Laborales de la misma capital, de Shanghai o los institutos de Desarrollo Rural y de Distribución de la Renta o la Academia de Estudios de China Contemporánea y el Mundo, que hay un abordaje integral y multidisciplinario del plan, que espera dar otro salto en la erradicación más amplia posible de la pobreza para 2049, centenario del triunfo de la Revolución e instalación de la República Popular. Eso significa que el programa articula temas de salud, educación, empleo, infraestructura, finanzas y desarrollo industrial, y que en los programas de capacitación, enseñanza de idioma mandarín a minorías étnicas y obras de infraestructura para movilizar la producción y sacarla de la mera subsistencia están comprometidos Ministerios, organismos, cuadros partidarios, estudiantes y empresas estatales y privadas (como Heng Da y Tai Pu, de suministros eléctricos y agroquímicos respectivamente, ambas trabajando en la provincia sureña de Guizhou) en una tarea que comenzó con subsidios directos y que viró hacia planes más complejos de capacitación (sin abandonar del todo los primeros) cuya premisa quizá más sintética sea la del viejo refrán de “mejor enseñar a pescar que regalar pescado”.

* Directores Periodísticos de la Revista DangDa, de intercambio cultural entre Argentina y China, de la Universidad de Congreso.

Categorías: Política

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