Buenos Aires, espacio para la disputa global
El editor de Revista Dang Dai Néstor Restivo analiza en Página 12 las condiciones de la disputa entre Estados Unidos y China planteada por el presidente Donald Trump, y que se desarrollará dentro de pocos días en el marco de la reunión del G20 en Buenos Aires. Siguen negociando un encuentro entre Trump y el líder chino Xi Jinping.
“Estados Unidos, tanto en su versión globalista como en la nacionalista que expresa Trump, tiende más bien a ver una amenaza y por lo tanto plantea confrontación. El magnate americano negocia con Xi, ha trascendido, un encuentro bilateral en Buenos Aires”, escribe Restivo.
Una noticia de BAE Negocios indica que Trump “señaló que era optimista sobre la posibilidad de resolver la disputa comercial con China tras recibir una respuesta de Beijing a sus demandas”, y reprodujo una frase del mandatario: “China quiere hacer un trato, me enviaron una gran lista de cosas que están dispuestos a hacer”.
South China Morning Post y Políticodan por hecho que habrá una cena entre Trump y Xi en Buenos Aires, y especulan con algunos detalles.
En su artículo en Página 12, Restivo recuerda que el vicepresidente norteamericano Mike Pence, sostuvo que “con su plan ‘Made in China 2025’, el Partido Comunista chino se prepara para controlar 90 por ciento de las industrias más avanzadas del mundo, incluyendo robótica, biotecnología e inteligencia artificial. Para ganar los más altos comandos de la economía del siglo XXI, Beijing puso a sus burócratas y empresarios a obtener la propiedad intelectual estadounidense, fundamento de nuestro liderazgo, por cualquier medio”.
Restivo informa que la teoría que ve la guerra como inevitable, “ha vuelto a prevalecer sobre otras que tenían más optimismo en el liberalismo civilizatorio acaso por no asumir el gen destructivo que lleva en sí mismo el capitalismo. De hecho ya hay fintas en el Mar del Sur de la China y tanto este país como Rusia (ambos, vistos como ‘enemigos estratégicos’ de Estados Unidos, según los últimos documentos de ‘defensa’ y seguridad elaborados en Washington) ven brotar a sus alrededores conflictos en los cuales la injerencia extranjera es bastante evidente. Una forma de embarrarle la cancha todo lo que se pueda. Como respuesta, Moscú y Beijing, con una larga historia de recelos, se han acercado estos años en varios acuerdos de cooperación y este septiembre hasta hicieron una impresionante demostración militar conjunta en Stavropol.”
Finalmente, Restivo explica que “China busca, además, tejer alianzas con aliados históricos de Estados Unidos. Por ejemplo con Japón, cuyo primer ministro Abe visitó en octubre a Xi. O con Gran Bretaña, primer país europeo que ingresó al Banco Asiático de Inversiones y Infraestructuras impulsado por China y atado a la Nueva Ruta de la Seda, pese a la advertencia de su hermano menor (o mayor, según se mire) del otro lado del Atlántico. Es que todos ven que Eurasia renace y que ya el peso de Estados Unidos, todavía el de mayor peso en lo económico, tecnológico y militar, merma en términos relativos. Encima no confían en la imprevisibilidad de Trump.”
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