Samir Amín: los riesgos de la autocomplacencia y la mundialización del yuan
Muy poco antes de morir, en agosto pasado, el economista egipcio Samir Amín estuvo en China y habló de los retos del capitalismo global y cómo enfrentarlo, en particular sobre los desafíos que se le presentan al país asiático, al cual, a diferencias de análisis ligeros, no califica de país capitalista (tampoco socialista). Lau Kim Chi y Sit Tsui Jade lo entrevistaron en Beijing en mayo último para una serie de documentos televisivos, en este caso para Gobal University for Sustainability, que ambos profesores vienen haciendo con intelectuales comprometidos con el curso de la humanidad.
Allí, Samir Amín (autor de La desconexión, La acumulación a escala mundial, El capitalismo senil y otros trabajos clave en la crítica al orden mundial) repasa la crisis tanto interna como externa del capitalismo, al que define como senil. Sobre China, ve riesgos en cierta auto percepción de que tendrá un “éxito fácil, por su larga historia, su gran nación, su enorme pueblo” en la idea de volver a tener su pasada “posición gloriosa”. Y eso, dice, “es una ilusión que no es fácil de alcanzar, y que veo en vastos sectores de la población, incluso en la creciente y beneficiada clase media china. Eso es muy peligroso”.
También observa con inquietud la expectativa china de sumarse al proceso de globalización mundial y en el abordaje que hace, con costos y beneficios, de ese objetivo, por ahora más centrado en comercio e inversiones y afuera de la globalización financiera. “Si en ese camino China insiste en sumarse a la globalización financiera, será un desastre final para China y para todo lo que ha podido exitosamente conquistar en estos 70 años” de República Popular, afirmó.
El también autor de El socialismo del siglo XXI relacionó ese camino de sumarse a la globalización financiera que domina el dólar, para él completamente equivocado si China lo encara, con el fin de políticas sociales, económicas y de la propiedad de la tierra que hasta ahora llevaron a éxitos como el de la casi desaparición de la pobreza extrema. “Hay fuertes presiones contra China, que pueden llevar a la guerra, inclusive nuclear”, sostuvo.
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