Argentina en la nueva Ruta de la Seda

27 agosto, 2018

Félix Peña: "La nueva Ruta de la Seda implica un enorme cambio para las relaciones internacionales"

En una entrevista a iProfesional Félix Peña, director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC, analiza las condiciones para que la nueva Ruta de la Seda beneficie a la Argentina. Llamando a comprender que China es “un país que es y probablemente va a seguir siendo, por mucho tiempo, protagonista central de las relaciones comerciales y económicas internacionales”, sostiene que la nueva Ruta de la Seda es “una iniciativa que está muy focalizada en desarrollar, fundamentalmente, proyectos de infraestructura que faciliten la conectividad” con otros países, de lo que “América Latina en general y la Argentina en particular no estarán ajenos.”

El especialista recomienda no “pensar el vínculo con China y los países de Asia en función de la paridad cambiaria de hoy o mañana. Hay que tener una visión de cómo se pueden articular cadenas de valor, particularmente centradas en las ventajas competitivas que pueden tener países latinoamericanos.”


Félix Peña: “La nueva Ruta de la Seda implica un enorme cambio para las relaciones internacionales”

En 2013, el presidente de China, Xi Jinping, anunció al mundo el lanzamiento de una iniciativa bautizada como “One Belt, One Road” (“Una Franja, Una Ruta”), un proyecto que cobró fama rápidamente como “la nueva Ruta de la Seda” y que promete un amplio impacto en las relaciones económicas internacionales.

En concreto, el proyecto consiste en un megaplan de infraestructura que mejorará la conexión logística, comercial y cultural entre China y cerca de 68 países, sobre un área de influencia que abarca a más de 4.400 millones de personas, que explican más del 65% de la población mundial.

La iniciativa propone mejorar la conexión entre Asia, Europa y África por vía terrestre y marítima y supone una fuerte inyección de capital en la construcción de nuevas rutas, ferrocarriles, nodos logísticos, puertos y hasta parques industriales.

Hacia fines de 2014, el gobierno Jinping presentó un fondo con una contribución para esta iniciativa del orden de los u$s40.000 millones. Este monto se sumó a los casi u$s30.000 millones de dólares que fueron aportados al capital inicial del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), del cual China se constituye como el socio mayoritario.

Para conocer el impacto que tendrá esta iniciativa, iProfesionaldialogó con Félix Peña, uno de los principales referentes de la Argentina en comercio exterior y actual director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC.

-Para entender el alcance concreto que podrá tener a futuro, ¿cómo resumiría el espíritu de este ambicioso proyecto denominado “One Belt, One Road”?

-Antes que nada, para comprender hacia dónde apunta, es importante el concepto que ha utilizado el gobierno chino desde el inicio. El presidente Xi Jinping habló de “iniciativa”. Y es una iniciativa con ciertas variables que la hacen muy creíble y realizable, porque proviene de un país que es y probablemente va a seguir siendo, por mucho tiempo, protagonista central de las relaciones comerciales y económicas internacionales. Dicho esto, es una iniciativa que está muy focalizada en desarrollar, fundamentalmente, proyectos de infraestructura que faciliten la conectividad, en primer lugar, de la economía china con los países de la región, básicamente Eurasia, pero también con África. Y en esto, América Latina en general y la Argentina en particular no estarán ajenos.

-El eje está puesto en la interconexión logística, pero esta sería apenas la punta del iceberg…

-Absolutamente. Lo que está planteando el gobierno chino en ese momento evoca ese concepto antiguo, ancestral, de las Rutas de la Seda. Pero no es solamente eso, no es únicamente conectividad física a través de proyectos de infraestructura física, ya sea terrestre o marítima, algo lógicamente muy trascendente para el comercio. Aquí estamos hablando de conectividad física, cultural y económica. Y algo muy pero muy importante: conectividad digital, que es uno de los aspectos donde más puede beneficiarse América Latina y la Argentina.

-¿Se refiere a la forma en que el e-commerce promete revolucionar los flujos de comercio internacionales?

-Sí. Es tremendamente importante y es una variable que hay que seguir muy de cerca. El 11 de noviembre último tuvo lugar una de las experiencias más interesantes a nivel comercio digital de los últimos tiempos: ese día se celebró el Día del Soltero en China y, a través de la plataforma de Alibaba, en apenas 24 horas, se intercambiaron bienes por u$s25.000 millones. Lo interesante es que tan solo horas después de iniciado el evento, los productos argentinos que estaban a la venta en esa plataforma, se habían agotado. Esto está anticipando el comercio exterior del futuro, que te lleva a valorizar la conectividad digital y también cultural, porque significa entender qué les gusta a los consumidores de otros países, en este caso, China. Y lógicamente también involucra a la conectividad física, porque si no se puede enviar el paquete con el producto y tenerlo listo para ser distribuido, entonces no podremos competir.

En este contexto, la nueva Ruta de la Seda china implica un enorme cambio para las relaciones internacionales, que se basa en un aspecto revolucionario: el crecimiento de la clase media urbana en Asia y, cada vez más, en África. Son estos nuevos consumidores los que van a empujar el desarrollo de esos carriles de conectividad física y digital. Esto, para un país con la creatividad y las ventajas competitivas como las que tiene la Argentina, tiene un valor enorme.

-¿Cuáles son esas ventajas que ve en la Argentina para insertarse en esta nueva etapa del comercio mundial?

-En primer lugar, acá tenemos una ventaja competitiva que no todo el mundo tiene: es imposible hoy imaginar, por el momento, que estemos envueltos en un conflicto bélico, por temas de territorio, geopolíticos o ideológicos. Además, como decía, tenemos creatividad. En tema diseño por ejemplo; en artesanías, que es un concepto que evoca a algo antiguo pero que no lo es; en alimentos, pero ya pensado desde el punto de vista del valor agregado y no del simple commodity. El vino es un ejemplo espectacular de esto último. También se abren oportunidades en servicios, como salud, educación y muchos otros. Estamos hablando de que esa nueva clase media urbana están empoderados: no se les vende cualquier cosa, son cada vez más conscientes de lo que quieren comprar y de lo que no aceptan. Y es en los nichos donde hay una enorme oportunidad para la Argentina.

-¿Los productos de nicho tendrán impacto suficiente para traccionar al entramado exportador de la Argentina?

-Para ver el potencial tomemos el caso de España, el país que más ha avanzado en el concepto de internacionalización de nicho. Puede parecer que especializarse en negocios de nicho por ahí no mueva grandes cantidades, pero veamos: en España hay 150.000 empresas exportadoras y, con presencia sostenida en los mercados mundiales, son unas 30.000 pequeñas y medianas empresas. La Argentina tiene 10.000 firmas que exportan, pero las que tienen presencia sostenida no son más de 1.500. Esto demuestra todo lo que la Argentina puede crecer en la exportación de productos inteligentes para la clase media urbana, un objetivo que cobra más relevancia en esta etapa de la nueva Ruta de la Seda.

-Y, pensando con una visión estratégica, ¿cuál es el camino para dar ese gran salto y convertir ese potencial en oportunidades de negocios concretas?

-Antes que nada, hay que tener una visión de largo plazo. Estamos hablando de aquí a unos 30 años. No hay que pensar el vínculo con China y los países de Asia en función de la paridad cambiaria de hoy o mañana. Hay que tener una visión de cómo se pueden articular cadenas de valor, particularmente centradas en las ventajas competitivas que pueden tener países latinoamericanos. Estoy hablando de los del Mercosur y también los de la Alianza del Pacífico. Y no con china solamente, sino con toda esa región. Por eso creo que aprovecharemos el verdadero potencial cuando logremos una buena articulación productiva entre nuestras naciones.

-¿Quién debe liderar esa articulación? ¿La Argentina? ¿El Mercosur?

-El concepto de la nueva Ruta de la Seda tiene mucho que ver con la posibilidad de desarrollar infraestructura y conectividad física y digital y ahí, el papel que puede tener la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) es realmente interesante. Hay que trabajar para utilizar los acuerdos de alcance parcial que permiten llevar adelante preferencias comerciales en función de la articulación productiva, y así trabajar desde la Argentina con los países de la región con los que tenemos ventajas competitivas, como puede ser en alimentos elaborados e inteligentes, en maquinaria agrícola, en artesanías y en muchos otros rubros. ALADI tiene un potencial que no estamos aprovechando. Y no me refiero como institución, me estoy refiriendo a las herramientas que hoy están disponibles y no las utilizamos, como esta figura de los acuerdos de alcance parcial a los que me refería.

Por último, y para entender cómo hay que abordar esta iniciativa de la nueva Ruta de la Seda, hay que tener en cuenta un concepto en el que Xi Jinping insiste mucho: el de win-win, es decir, ganancia-ganancia. La decodificación del mensaje win-win se puede aplicar a cualquier acuerdo internacional: China sabe dónde ganar. Y, para aprovechar este momento que se abre en el comercio mundial, todos los países deben hacer sus deberes y también ver dónde y cómo ganar.

Categorías: Economía Negocios

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