Origen y tradición de la literatura de ciencia ficción china
En 2015 causó sensación que un escritor chino, Liu Cixin, ganara el Premio Hugo, que consagra a los mayores escritores de ciencia ficción. No se esperaban chinos para ese género. Pero en 2016 la joven Hao Jingfang también ganó un Hugo.
Este año Hao fue invitada a la Feria Internacional de Lectura de Yucatán y al Instituto Confucio de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México, por el Centro Regional de Institutos Confucio para América Latina (CRICAL). El subdirector del centro, Sun Xintang, indaga para Revista DangDai remotas raíces de la ciencia ficción en la literatura china.
Cuando se habla de literatura china, inmediatamente aparece su gran tradición poética, con grandes producciones a lo largo de la historia, que alcanzan su auge en la dinastías Tang y Song (siglo VII al siglo XI). Sin embargo, en el océano de registros históricos y textos literarios de China también se pueden leer bastantes textos de ciencia ficción.
Desde la perspectiva de la iniciativa y la conciencia científica, los antiguos chinos han sido durante siglos, líderes entre los pueblos del mundo, como lo prueban la invención de la brújula, el papel, la imprenta, la pólvora, etc. Igualmente aparecieron grandes científicos como Zhang Heng, Zu Chongzhi, Bi Sheng, Hua Tuo, Zhang Zhongjing, y muchos otros. Los lectores pueden encontrar información abundante en el gran libro Ciencia y civilización en China de Joseph Needham (siete tomos, 800 páginas).Esta conciencia naturalmente se ve inmergida en las obras literarias.
Por otra parte, en la historia de la literatura china nunca está ausente la fantasía. En las remotas mitologías y leyendas de la antigua China, se encuentran no pocos factores de “ciencia ficción”: algunas registran el antiguo avance científico, otras expresan fantasías superiores al nivel tecnológico de aquel entonces.
El libro Shan Hai Jing (Clásico de las Montañas y los Mares) es el registro cultural y geográfico más temprano de China. Un libro extraordinario de mitos y leyendas de la antigüedad, además de un documento sobre la geografía, la producción y los productos regionales, la etnografía y las costumbres populares. Es un compendio de visiones fantásticas acerca de lugares exóticos y tierras lejanas, pero las mitologías descritas en esta y demás obras antiguas chinas, tales como “Shu Hai mide el territorio del país”, “Kua Fu persigue al sol”, “Chang’e vuela a la luna”, trazan la formidable imaginación de los chinos en cuanto a la relación entre el ser humano y la naturaleza. Más tarde, las reflexiones de los filósofos chinos sobre el universo, tanto el ideal utópico de los confucianistas, como las interpretaciones taoístas de hombre-naturaleza, se van sumando a la capacidad imaginaria del pueblo chino. Muchas consideraciones descritas en Zhuang Zi, sobre la naturaleza, la sociedad y las mutaciones, hoy en día siguen presentes en las obras de ciencia ficción chinas.
En otro libro Lie Zi, del Periodo de Primavera y Otoño (770 a.n.e.?403 a.n.e.), encontramos el siguiente texto:
El rey Zhoumu regresa del viaje al oeste y en la frontera se encuentra con un artesano a quien llaman Maestro Yan, que desea ofrecer algo al rey. Este le dice que se lo traiga el día siguiente.
El maestro Yan visita al rey según la hora indicada. Al verlo venir acompañado, el rey pregunta:
–¿Quién es ése que viene con usted?
— Es un artista que yo fabriqué, y sabe cantar y bailar.
El rey observa con asombro que el artista camina y se detiene, se agacha y se levanta, igual que un hombre. Levanta la cabeza y canta una hermosa melodía, extiende sus manos y baila con un ritmo genial. Se mueve de manera muy fluida, libre y natural. El rey, mirándolo, lo confunde con cualquier buen artista, y llama a sus concubinas para presenciar el espectáculo. Antes de terminar la función, el artista coquetea con las concubinas dedicándoles miradas furtivas. El rey se pone furioso y ordena matar al maestro Yan. Este, con gran miedo, desmonta enseguida el artista ficticio para mostrar pieza por pieza al rey: cuero, madera, encina, pintura, cal, carbón, etc. Observándolo con detenimiento, el rey descubre que este hombre falso tiene todo: hígado, corazón, pulmón, riñón, estómago, huesos, piel, dientes, pelos… Todo es artificial, pero al ser montado de nuevo, el artista vuelve a actuar como una persona. Pero el rey le saca su corazón y no habla. Le saca su hígado y no ve. Le saca su riñón y no camina…
Muy contento, el rey toma este regalo del maestro Yan y regresa a su palacio.
Se trata del primer cuento de ciencia ficción de China, quizás el primero del tema Robot en el mundo. Pero por otra parte, se trata de una fantasía de característica bien china: las descripciones del hombre fabricado en cuanto al corazón, hígado, riñón, etc. son coincidentes con los logros de la medicina tradicional china descritos en el Canon Interno delEmperador Amarillo, la obra escrita más antigua y de mayor importancia de la medicina tradicional china, de acuerdo con la filosofía del yin y el yang y de los cinco elementos.
De hecho, en la literatura de ciencia ficción china abundan textos sobre robots o autómatas: en Historia de las Dinastías del Sur, de Li Yannian (siglo VII), se describe un caballo ficticio que es capaz de hacer todo lo de un caballo verdadero; en Globales crónicas de la corte y del pueblo, de Zhang Zhuo (658-730), un apartado menciona a un monje budista robot que pedía limosnas, otro narra sobre un alcalde que creó dos robots para que le sirvieran los tragos, un tercer texto habla del famoso carpintero chino Lu Ban, quien produjo una grulla de madera sobre la cual el hombre puede montar para viajar lejos, incluso a otros países. El Romance de los tres reinos, de Luo Guanzhong (¿1330?1400?), una de las obras cumbre de la narrativa china antigua, dedica casi dos páginas a la descripción detallada de fabricación de caballos y bueyes autómatas empleados para la logística de la guerra, invención de Zhuge Liang, premier del reino Shu.
Por otra parte, tampoco falta la diversidad de temas en los textos de ciencia ficción en la antigua China. En los Ensayos de Mengxi, de Shen Kuo (1031-1095), se especifica un remedio que rejuvenece, que vuelve las canas en pelo negro, lo que nos recuerda la novelaEl curioso caso de Benjamin Button de Scott Fitzgerald; el mundo idílico y utópico que se expresa en Fuente de Flor de Melocotón, de Tao Qian (365-427), da asociaciones con los ideales de Tomás Moro; El espejo de las flores, de Li Ruzhen (1763–1830), relata una utopíafeministabien célebre en China hasta nuestras fechas, a través de las aventuras de cien mujeres de talento en treinta reinos imaginarios, lo que le sirve para criticar la China de su tiempo– en esos reinos las mujeres tienen derecho a presentarse a los exámenes públicos, estudian, se casan libremente, escapan a la servidumbre de los pies vendados y del concubinato. En fin, una historia comparable con Los viajes de Gulliver.
Con todo esto, se ve que en la antigua China no faltaba ciencia ni fantasía, o mejor chino, fue una tierra fértil de la ciencia ficción. Aunque en este océano de literatura antigua china los textos de carácter de ciencia ficción ocupan una mínima parte, y el confucianismo, ideología oficialista a lo largo de dos mil años en la historia china, rechaza la fantasía, se ha mantenido una corriente pequeña pero continua en lo que se refiere a la ciencia ficción.
Para finales del siglo XIX, cuando la ciencia moderna entró en China y los chinos empezaron a asimilar los frutos occidentales, en el país oriental nació la literatura moderna de ciencia ficción.
K?huàn, la palabra china para ciencia ficción, es un término importado desde Japón, traducido del inglés, después de que aparecieron las primeras traducciones al chino, a manos de grandes literatos como Liang Qichao, Lu Xun, de obras extranjeras de este género literario, sobre todo las de Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Shunro Oshikawa, entre otros.
En 1904 salió a luz la primera novela china de ciencia ficción propiamente dicha, titulada Migración a la luna, de cuyo autor hoy día no se sabe más que el seudónimo de Huangjiang Diao Sou. A partir de allí, este género literario empezó a vivir un desarrollo constante, con importantes producciones y numerosos autores, sobre todo en las últimas cinco décadas, para llegar a merecer el premio Hugo en 2015 y 2016 respectivamente con El problema de los tres cuerpos de Liu Cixin y Entre los pliegues de Beijing de Hao Jingfang.
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