Martín Caparrós vuelve a descubrir Shanghai
Mercado del matrimonio en el Parque del Pueblo de Shanghai
Por Gustavo Ng
El periodista y escritor argentino Martín Caparrós narra con su fuerte marca personal y con profundidad el encuentro con Shanghai que tuvo los días en que participó del Festival del Libro de la ciudad. Con este diario de viaje se suma a la lista de argentinos cronistas de China, que se plantan con la autoridad de quien ha descubierto el legendario país que siempre descubren los occidentales.
Descubre en la Plaza del Pueblo de Shanghai una suerte de mercado de solteros: “cuadras y cuadras de personas en los senderos del parque, entre los árboles del parque, las sombrillas posadas en el suelo, un cartel pegado en cada una, ofreciendo a la nena o al nene, un padre o madre sentado detrás, el calor imposible. Me dicen que la costumbre de arreglar los matrimonios se mantiene”.
También descubre que “sólo en el metro de Shanghai hay 30,000 cámaras vigilantes que transmiten sus imágenes a una central con unos programas modernísimos de reconocimiento de caras y otros rasgos.”
Caparrós explica que “llevo años viniendo a este país: vine, mi primera vez, hace más de 25. Y cada vez tengo la sensación de que me gustaría venir a este país: llegar a este país, entrar a este país”, que le hace sentirse “Siempre en la puerta, del otro lado de la puerta”. En este viaje descubre “formas de lo local”: “la seguridad, sus mil ejecutados; la pagoda solitaria, la censura de internet, los ravioles de cangrejo y puerco con sopita, el desarrollo desatado, los plátanos que trajeron los franceses, los atascos brutales, los viejos en calzoncillo y musculosa.”
Luego evalúa este viaje: “ya he estado en China. Nunca, como ahora, vine a mirarla como quien trata de entender al nuevo amo —antes de que lo sea, claro, para que tenga interés, tenga sentido—.”
Descubre que Shanghai ahora “rebosa de tienditas de café” y recuerda “tiempos en que viajar era cambiar de escena de un modo radical. Ahora la búsqueda del lugar radicalmente diferente es cada vez más difícil, más inútil.”
Agrega: “Shanghai, digamos: una ciudad que podría estar en casi cualquier lugar del mundo o en casi cualquier lugar del mundo dentro de veinte años” y concluye que “ahora el juego es venir aquí y tratar de entender algo porque China es el futuro, puede ser el futuro, ofrece un futuro.”
La nota en la Revista de la Universidad de México
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