Etnias, migraciones y política de desarrollo en la era de Xi Jinping
Que la fortaleza del Estado depende de la integración sus fuerzas sociales es un concepto del canadiense Robert W. Cox que la politóloga Paule Decrop aplica a la hora de definir la República Popular China y su relación con las 56 etnias que la conforman, el sistema educativo, el proceso de migraciones internos, la demografía y el esquema político que sostiene a la nación, según dijo en una reciente charla debate ofrecida en el CLEPEC.
Presentada Gonzalo Tordini en representación del Centro Latinoamericano de Estudios Políticos y Económicos de China (que preside Francisco Cafiero), Decrop hizo un recorrido por los cambios constitucionales de China en torno a su Estado plurinacional, un debate que comenzó desde la misma formación de la República Popular en 1949 y que ya en la Constitución de 1982 fue contemplado como categoría, algo que en Sudamérica (por ejemplo los casos recientes de Bolivia o Ecuador) empieza a considerarse tardíamente. En el debate posterior se habló de ese contrapunto entre China y Latinoamérica, entre otras cuestiones, ya que ese eje forma parte de la formación de un Estado y de su capacidad para progresar, integrarse y desarrollarse, con resultados muy distintos en una zona y otra.
La conferencista aludió al trasfondo filosófico que opera sobre estas cuestiones étnicas (el trípode del budismo chino, el taoísmo y el confucionismo), el debate que hubo y hay aún sobre si enfatizar lo local o minzu (etnia, palabra que se impuso al de pueblos indígenas, que es un concepto rechazado) o lo nacional como “gran nación china” y el progreso de los territorios donde se asientan las etnias, en especial a partir del énfasis que puso en la tarea el actual gobierno de Xi Jinping, con miles de millones de yuanes invertidos en áreas muy remotas del país.
También aludió a los conflictos que ha habido por ejemplo en temas de medio ambiente a partir del desarrollo de la economía china, por ejemplo en provincias como Yunnan, la que mayor cantidad de represas hidroeléctricas tiene el país asiático.
Habló asimismo del desarrollo del sistema educativo en China (su altísima tasa de alfabetización -94,6%-, pero las dificultades para retener más alumnos en el segundo ciclo -con algo más de 60% de participación-, el que sigue a los nueve años de educación obligatoria –más de 90%-); de cómo enfrenta el Estado nacional el millonario flujo de personas del campo a las urbes y los problemas de radicación que ha generado (en términos de permisos de residencia o hukou, hábitat, urbanización planificada, desarrollo de viviendas, infraestructura logística, etc) y finalmente del problema demográfico, atravesado hasta hace pocos años por la política del hijo único (sólo para la etnia han mayoritaria). Aclaró que el problema de envejecimiento de la población impacta en toda la Región Asia-Pacífico (contrastando en India y sus países vecinos, donde crece la población) y que en China como en Corea o Japón pueden augurarse problemas fiscales por la sustentabilidad de los servicios de seguridad social (la población mayor a 80 años era de 137 millones en 2017 y se triplicará a un estimado de 425 millones para el 2050, es decir 39 por ciento de la población activa, dijo citando sondeos oficiales).
Decrop también habló de las respuestas que ha sabido dar el gobierno del Partido Comunista y de su sistema de elección interna desde las comunas y villas rurales más pequeñas hasta la Asamblea Nacional Popular. Por ejemplo, prevé invertir 40 billones de yuanes (unos 6 millones de dólares) para que cerca de 400 millones de personas se urbanicen en la próxima década, y que progresivamente la división entre el hukou rural y el de ciudad desaparezca.
El debate posterior reparó en algunas etnias en particular como los uigures musulmanes de la región occidental de Xinjiang, la más cercana al Asia Central y la más alejada de Beijing, o la de los tibetanos, en especial de quienes siguen al Dalai Lama, acaso las que han presentado mayores desafíos al poder central chino.
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