Revista Cultura China, un antecedente de Dang Dai
La tapa del N 1, archivo CEDINCI
En la década de 1950, un grupo de intelectuales argentinos fundó la revista Cultura China tras un viaje al país asiático. Entre otros, estaban Raúl González Tuñón, Juan Carlos Castagnino, María Rosa de Oliver y Roberto Frontini. En esta nota, editada originalmente en el número 21 de la revista Dang Dai, lo recuerda nuestro colaborador Federico von Baumbach.
Por Federico von Baumbach
Te conozco hace tiempo y recién llego/
y en el otoño de mi vida inquieta/
otra ciudad, como una estrella, agrego/
a mi carnet errante de poeta.
Raúl González Tuñón. Balada de la ciudad de Pekín (enero, 1954).
Veintiún números. Primeros veintiún números de la primera revista de intercambio cultural Argentina-China: Dang Dai. O debería precisarse: la primera revista de esa temática que, desde Argentina y desde América Latina, entra al siglo veintiuno. Porque toda publicación, en la mayoría de los itinerarios editoriales que recorre, tiene su antecedente historiográfico. Y Dang Dai no es la excepción, ya que podemos indagar los orígenes de estas veintiuna ediciones iníciales en los círculos literarios y ambientes poéticos nacionales de las incipientes décadas del siglo veinte, en especial en la figura de Raúl González Tuñón (1905-1974).
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González Tuñón supo enhebrar la palabra por la calle del agujero en la media; fue el poeta que blindó su rosa al estilo arltiano, con las reminiscencias literarias de la rosa de cobre del inolvidable loco Remo Erdosain. También fue el poeta que envolvió, errante de poética, el deslumbramiento personal producido ante el paisaje del país de la Gran Muralla. Como lo hicieron sus colegas Juan L. Ortiz o Juan Gelman. O el novelista y cuentista Bernardo Kordon, entre otros.
Viajó a China en 1953; dos años antes, esa nación que tenía apenas cuatro años de República Popular había iniciado gestiones políticas de intercambios y acercamientos, sin intermediación de los gobiernos, entre países de América Latina y del continente africano (que no reconocían a las autoridades del gobierno de Beijing) y la sociedad china, política que se denominó “diplomacia popular o diplomacia de los pueblos”.
La génesis de atracción de González Tuñón por China debe retrotraerse al contexto de luchas y reivindicaciones sociales, políticas y culturales acontecidas durante la década del cuarenta e inicios de los cincuenta: “En la década del cuarenta, la lucha contra la ocupación japonesa, el colonialismo europeo y los movimientos sociales en Oriente despertó el interés de los intelectuales cercanos al comunismo, y el progresismo en general, como González Tuñón. En este entramado social y cultural, se creó el Movimiento Mundial por La Paz. González Tuñón formó parte activa del movimiento y participó de los congresos en Viena de 1952. Allí conoció a los representantes soviéticos y chinos, que lo invitaron a realizar un viaje extensivo por Rusia y el extremo asiático”, explica a Dang Dai el investigador y especialista en el tema Salvador Marinaro.
Como resultado de las experiencias de estos viajes, documentado en la crónica Todos los hombres del mundo son iguales, el creador de La rosa blindada fundó junto a otros intelectuales que también habían viajado a China en 1952 y 1953, entre los que se encontraban el pintor y dibujante argentino Juan Carlos Castagnino, María Rosa de Oliver y Roberto Frontini, la Asociación Argentina de Cultura China, antecedente institucional clave para la publicación, en 1954, de la primera revista de difusión, desde Occidente, del gigante asiático, Cultura China (esta Asociación también llegó a distribuir una publicación gráfica mensual titulada China ilustrada, dedicada a la difusión de imágenes de los distintos paisajes de la región).
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La revista Cultura China apareció con un interés bien delineado en la escritura del editorial del primer número: despertar en el pueblo argentino el conocimiento por la sociedad china, la importancia de su gravitación en el panorama mundial, en el proceso de reconocimiento de la lucha histórica por una soberanía nacional asiática, del mismo modo que se produjo la gesta emancipadora en territorio de América.
El contenido de notas de la edición abre un abanico temático que va de la política hasta la integración de distintas disciplinas artísticas: la pintura, la literatura, el teatro. Y el cultivo de la crónica como género que semillaba en el antiguo camino de la seda.
En relación con el trabajo periodístico de corte más político, se destaca la lucha contra el analfabetismo en plena época maoísta, el proceso de enseñanza-aprendizaje en la lectoescritura de los caracteres a partir del sistema “Método rápido”, inventado por Chi Chien-Hua.
La reproducción del primer capítulo de La verdadera historia de A Kiu, del escritor Chu Shu-Yen (más conocido por su seudónimo Lu Sin), marca una tendencia y afinidad ideológica por parte de los directores y el grupo de redacción de la revista: como novelista y ensayista, Lu Sin encabezó el movimiento literario que culminó en el 4 de mayo de 1919, que tenía como objetivo otorgarle la libertad al pueblo para que pueda expresar las ideas y los sentimientos en el lenguaje común hablado (Pai Hua).
En Cultura China se estimulaba el concepto de “cultura de pueblo”, que no sólo representaba una dimensión técnica e intelectual del mundo oriental, sino que además comprendía las formas de vida y de trabajo anónimo del conjunto social: la tarea de equilibrar con criterio los aspectos de la sabiduría milenaria y moderna.
Por otro lado, la presencia de la dramaturgia se visibiliza en las páginas dedicadas al teatro folklórico chino: obra en un acto escrita por el Teatro de Arte Popular de Pekín, Ópera Shaohsing, titulada Entre marido y mujer.
Notas y apuntes de Castagnino, cofundador de la revista junto con González Tuñón, se vinculan con la experiencia de viaje y el encuentro en Pekín con el artista plástico Chi Pai-Shih, material de escritura que luego traducirá en la crónica China vista por un pintor argentino. La figura de Castagnino fue importante para las iniciativas y actividades artísticas promovidas por la Asociación Argentina de Cultura China, como la exposición de arte chino con obras de Pai Shih en la Galería Viau de Buenos Aires, ubicada por entonces en la calle Florida del microcentro porteño.
Cierra la edición del primer número, una peculiar reproducción de sellos postales que contienen el arte budista de las cuevas y templos de Tun Huang, en la provincia de Gansu.
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El número dos de Cultura China está fechado en los años 1954 y 1955. El editorial define a la publicación con un objetivo más específico en relación con el sumario que lo precedía: constituirse como una revista trimestral de arte, literatura e información general sobre la Nueva China.
Especial dedicación concierne la cuestión geopolítica de mediados de la década del cincuenta: los vínculos comerciales y diplomáticos delinean la creciente influencia de China en los asuntos internacionales de la región asiática. Y se acentúa, simultáneamente, la petición de la República Popular China por la restitución al territorio nacional de Taiwán, utilizada como base de operaciones bélicas contra el régimen encabezado entonces por Mao Zedong.
La política interactúa con el área económica, con una entrevista a Mauricio Kaplan, de la Comisión Económica de la Asociación Argentina de Cultura China, acerca de las relaciones comerciales de China.
Desde la perspectiva del entrecruzamiento de áreas artísticas disímiles, si en el número 1 aparece el teatro, la pintura y la literatura, el número 2 está especialmente dedicado al cine, con la conformación del primer grupo cinematográfico en 1938 (ciudad de Yenan), y el crecimiento de la industria a partir de la llegada de Mao al poder. Las películas incluyen temas históricos como la Revolución de Taiping, la Guerra del Opio, la lucha contra los japoneses y la producción de documentales de tono científico de la década del cincuenta, para introducirse con el séptimo arte en las aldeas, donde el pueblo participa actoralmente. Algunas creaciones trasladadas al celuloide fueron: La marcha de la juventud democrática, De victoria en victoria e Hijas de China.
El ensayo se destaca en su dimensión analítica con la presencia de figuras políticas femeninas, como el caso de Soong Ching Ling, vicepresidenta de China de 1949 a 1968, quien reflexiona con agudeza intelectual acerca de Confucio y la Nueva China.
Ciertos oficios milenarios también tienen su espacio: Tcheng Wan Li, del Museo del Palacio Imperial de Pekín, cuenta, por ejemplo, los secretos de las cerámicas chinas antiguas.
Nuevas secciones enriquecen a nivel periodístico el segundo número de Cultura China: la incorporación de reseñas y críticas de libros (Musulmanes en China, China en su nueva era creadora) y el denominado Informativo Chino; “pastillas” de noticias que eran destacables sin ser relevantes, como el deporte y el atletismo. Al estilo, en pleno siglo veintiuno, del resumen y actualización del portal de noticias Lo más visto y leído en dangdai.com.ar, que aparece como sección en las páginas finales de Dang Dai.
Además de González Tuñón y Castagnino, el staff de redacción estaba conformado, entre otros, por el director de la emblemática revista Martín Fierro Evar Méndez, el dramaturgo Carlos Gorostiza, y la escritora, periodista y traductora Estela Canto.
Si bien Cultura China fue pensada como revista trimestral, sólo se editaron dos números, de 1954 a 1955. Castagnino declaró que existieron tres, aunque los periódicos de la época confirmaron dos publicaciones en la cobertura del lanzamiento de la revista.
El investigador Salvador Marinaro deja abierta la duda acerca de esta cuestión. Y profundiza su línea investigativa con relación a lo que significó la publicación como primera revista editada “en el fin del mundo”, pero con el horizonte ubicado en China.
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En el editorial del primer número, Cultura China proyectó el deseo de afianzamiento en el vínculo de bilateralidad entre ambos países: Argentina-China, Oriente-Occidente: “Varios son los caminos de la amistad. Hemos elegido el de la cultura, porque es la ancha vía por la que transitan las ideas. Por medio de ellas, los pueblos se conocen y comprenden. Deseamos que Cultura China cumpla esa misión de comprensión y amistad.”
La misma misión, la idéntica senda de comprensión y amistad que en esta época, varias décadas después y ya en otro siglo, hemos recuperado y profundizado todos los que hacemos Dang Dai.
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