Alarma por la restricción en la importación de residuos
La decisión de las autoridades chinas de prohibir la importación masiva de residuos sin seleccionar supone el cierre del mayor vertedero del mundo, al que iban a parar buena parte de los residuos industriales de los países más desarrollados. El diario La Vanguardia, de España, evalúa una situación que puede afectar a la Argentina.
Las fábricas están obligadas a gestionar los residuos que generan durante sus procesos industriales de manera controlada. Para ello deben entregárselos convenientemente separados y clasificados a un gestor autorizado que se encargue de someterlos a un tratamiento ambientalmente responsable. El objetivo de esta medida es doble: evitar el impacto en el entorno de su vertido incontrolado y recuperar los diferentes materiales mediante el reciclaje.
Sin embargo algunas empresas optan por ahorrarse los costes de gestión y tratamiento de sus residuos compactándolos y metiéndolos en contenedores para enviarlos a China. Una vez descargados en los muelles industriales de los puertos chinos, los contenedores con toda la basura mezclada, incluidas toneladas de residuos especiales altamente tóxicos, parten hacia las provincias de interior especializadas en la separación, clasificación y recuperación de sus diferentes materiales.
Ejemplar de piquero patirrojo (‘Sula sula’) en una zona costera cubierta de residuos y plásticos en Christmas Island, en el océano Índico (Britta Denise Hardesty)
Quienes han visitado esas provincias/vertedero, con poblaciones de hasta treinta y cuarenta millones de habitantes, describen unas condiciones de vida lamentables: altos niveles de contaminación atmosférica, ríos como cloacas al aire libre y suelos y acuíferos igualmente envenenados. Hasta que el gobierno de Pekín ha dicho basta.
Acuciadas por las altas tasas de mortandad y los elevados niveles de contaminación, las autoridades chinas han empezado a cerrar instalaciones y a meter empresarios en la cárcel. Desde primeros de año está prohibido importar más de un centenar de grupos de residuos, incluidos los eléctricos y electrónicos o los de plástico, cartón y textil. En total, casi tres cuartas partes del total de residuos industriales que se generan en el mundo. ¿Qué va a pasar ahora con toda esa basura?
Más allá de los envases apenas se recicla
En España el sector del reciclaje de envases está muy profesionalizado y sometido a un estricto control de calidad, de manera que ni una sola lata, bric o botella de plástico que los ciudadanos depositan en el contenedor amarillo va a parar a China ni a ningún otro país/vertedero. Sin embargo no ocurre lo mismo con otros flujos de residuos, y por mucho que avancemos en la fracción envases no damos a basto.
En la actualidad estamos reciclando cerca del 80% de los envases que van al contenedor azul y amarillo y casi un 75% de los envases de vidrio que van al verde. Eso es mucho más de lo que marcan los objetivos de la UE.
Pero es que ambas fracciones representan menos del 15% del total de nuestra bolsa de la basura y en el reciclaje del 85% restante apenas estamos avanzando. Por eso en números generales solo reciclamos un 30% de los residuos sólidos municipales, frente al 43% de la media europea. El 60% seguimos llevándolo a vertedero. El 10% restante lo quemamos.
¿Y por qué seguimos llevando más de la mitad a vertedero cuando la UE obliga a cerrarlos? Pues porque nos sale más barato tirar que reciclar. Vaciar una tonelada de basura en el vertedero cuesta de media en España alrededor de 25 euros. Un coste elevado, pero no disuasorio. Si la tasa fuera de 150 euros por tonelada los vertederos estarían vacíos y todos los ayuntamientos tendrían los contenedores marrones de la orgánica en sus calles y la recogida selectiva habría llegado a los polígonos industriales y los comercios.
El ambicioso Paquete de Economía Circular de la UE puede contribuir a acabar con esta situación, pues además de establecer un límite máximo del 10% de aportación al vertedero, prevé nuevos impuestos para algunos de los residuos más problemáticos, como por ejemplo el plástico.
Aunque para que todos seamos conscientes de lo que hablamos cuando hablamos de plástico, echen un vistazo a la gráfica que nos acompaña (parte inferior del artículo) sobre los usos más habituales de los diferentes polímeros. Si calculan verán que menos del 20% va a envases y embalajes, que es la única parte que estamos reciclando. Con el resto no estamos haciendo nada. Bueno, salvo enviarlo a China. Pero ya no.
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