Yang Yang Brian

17 octubre, 2017

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Hace ocho años vive en Beijing, maneja el chino mandarín, es estrella en la televisión y tiene 200 mil seguidores en las redes sociales. Era natural que se convirtiera en el traductor de Messi cuando el astro visitara China. Todo eso, con 26 años. En Leer más, la nota sobre Brian González, chico de González Catán, de Leticia Pogoriles para Télam.


Oriundo de San Vicente, Brian González, de 26 años, que habla y escribe perfecto mandarín, vive en Beijing hace ocho años y luego de tres temporadas logró convertirse –a fuerza de talento, inteligencia y encanto- en estrella de uno de los programas de televisión más vistos por los jóvenes chinos, donde incluso ofició de traductor de Lionel Messi.

En “Informal talks” –charlas informales-, el programa emitido en Hubei TV, de China, González es parte de un panel de extranjeros que discuten y se divierten mostrando su cultura foránea, pero también debaten temas de interés de los jóvenes asiáticos.

Brian –conocido en China como Gong Biyang o Yang Yang, su apodo- tiene más de 200 mil seguidores en las redes sociales, pero no es un extranjero más que pulula por las calles de la capital china.

Apenas ven al sanvicentino, las chicas le piden selfies, le cuentan que ven su programa y le piden besos. Locuaz, amable y sonriente, él posa y les contesta en fluido mandarín.

“Muchos chicos empiezan a estudiar español por el programa”, dice en diálogo con Télam y mientras habla, se le escapa una frase en chino. “Sueño en chino también”, dice, aunque admite que prefiere su lengua natal.

Se autodefine como “un bicho raro” en el seno de una familia de clase media –padre herrero, madre pedicura- pero también en el medio de China, donde gracias al programa en el que participa conoció a políticos de todo el mundo, deportistas y artistas locales, e incluso ofició de traductor del astro de la selección argentina y el Barcelona.

El programa de televisión, con un panel con once extranjeros que representan a sus países y cuatro conductores chinos, tiene dos secciones: una de cultura mundial y otra para debatir.

“Nadie te impone nada. Entre los temas está la presión social del estudio que viven los chinos, Internet, la salud emocional y psíquica, el tabaquismo y el sexo –algo que en la tele no se habla- pero como somos extranjeros hay otra apertura. Incluso, ahora, uno de los sponsors es una marca de preservativos”, ilustra.

El periplo chino de Brian comenzó a los 15 años. “Vengo de San Vicente y empecé en 2005 a estudiar chino. Se me ocurrió a la salida de la escuela. ¿A quién se le ocurre estudiar chino en San Vicente? A nadie”, dice y se responde.

“Mi mamá fue a preguntarle al tintorero japonés –lo más parecido que había- para que le dé una pista y él le recomendó que se comunicara con la embajada”.

Con 15 años, todos los sábados de 18 a 20 estudiaba chino en el Instituto de Cultura e Idioma Chino en Villa Crespo con una profesora de Beijing. “Como llegaba muy tarde a San Vicente, hice un avanzado para entrar a un grupo más temprano. Por cambiar el horario, avancé”.

En 2006, lo invitaron a participar del concurso de chino “Han Yu qiao” y, gracias a un talento natural y a una memoria prodigiosa, salió segundo y ganó una beca “para venir a China cuando sea alumno universitario. Esperé hasta los 18”.

Apurado por irse, el último año del secundario lo combinó con el Ciclo Básico Común del programa UBA XXI y pudo ser alumno regular. “Yo sólo quería venir a China, era un sueño. Fue mi primera vez arriba de un avión y en salir del país”. Sólo volvió a la Argentina de visita.

Después de un año en la Beijing International Studies University, “ya hablaba muy bien”; cuatro años después, concluyó la carrera de Filología China y, luego realizó un máster en Comercio Exterior.

Hizo traducciones, guió tours, dio clases de inglés, pero “de pura casualidad, como todo en mi vida, hace tres años me recomendaron para un programa de televisión”.

“Me llamaron y no les di ni pelota, me hacía el importante, típico de argentino, pero parece que eso les gustó”, se ríe. Al día siguiente, fue a un casting. “Con la actitud caradura, quedé seleccionado. En realidad, no estaba muy seguro, pero fui”, recuerda mientras participa en la cuarta temporada del programa.

“Es como una ventana al mundo, hay mucho desconocimiento, más de Latinoamérica y Argentina. Saben poco de nosotros. Algunos sólo de Messi y Maradona, y otros pueden hablar de Malvinas, la Antártida, el tango, la cultura de Buenos Aires”, relata.

En una emisión, recuerda, tenían que ir ataviados con trajes típicos de cada país. “Yo me vestí de gaucho, llevé un poncho y las chinas enloquecieron con el poncho. Todos lo querían, me lo pedían. Empecé a comprar ponchos y ahora se los vendo a mis fans y me hago unos mangos extras”, dice pícaro.

Y si bien la política “es algo que se habla poco en un programa de entretenimiento”, Brian ama debatir. “Prefiero la estabilidad y la tranquilidad de China. Acá no hay descontrol en ningún lado y eso trae estabilidad económica. Este sistema, en 50 años, logró que la situación cambie 180 grados. Soy partidario de lo que pasa en China”, afirma sin dudar.

“La controversia mundial sobre este país es que no entienden como un gobierno autoritario que maneja las riendas de la economía lo hace tan bien. Nosotros dejamos a la libertad del mercado, China, en cambio, le da el marco para el desarrollo y todos trabajan para el mismo fin”, agrega.

Amante de la comida china, de la escritura en caracteres y de la tranquilidad en su vida en Beijing, sí cuestiona “el trato al medio ambiente” pero matiza: “también vi cambios, sobre todo, ahora que China lidera la revolución verde. Es un país que va a su ritmo y es un gigante”.

Si a Brian le preguntan cómo define su recorrido de San Vicente a Beijing, primero lo dice en mandarín, “shun qi zi ran”, y después traduce: “seguir la corriente, dejarse llevar”.

La noticia en El Sol

Categorías: Cultura

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