Socorro: mi jefe es oriental

18 agosto, 2017

Conconi al centro, flanqueada por Taboada y Escuder

“El número 1 de la empresa china ‘X’ es famoso porque camina nervioso y sin parar varios minutos por los pasillos y entre las oficinas hasta que el último gerente argentino llega a la reunión de directorio; es que en la cultura china el más alto en la jerarquía debe entrar al final, y siempre hay algún argentino impuntual”. Los hábitos tan distintos en la cultura laboral –en prioridades, abordaje de los temas, respeto por la puntualidad y las normas, relaciones entre pares o entre jerarquías distintas, etc.-, fue el tema de una charla que la especialista en interculturalidad empresaria Alejandra Conconi ofreció ayer en la Cámara Argentina China.


 

Además del testimonio que ella recogió en la empresa del nervioso ejecutivo, citó otros. Por ejemplo este: “Al gerente argentino de la empresa china ‘Y’ le molesta el shadow manager que enviaron de la casa matriz y que le pide datos a cada rato, pero no es que sea un espía o que no le tenga confianza, es que desde allá le reclaman datos duros o preguntas sobre por qué, por ejemplo, el sindicato pide aumento otra vez o le paró la obra. Después de todo, ese gerente paralelo o ‘en la sombra’ es el que absorbe el stress que viene de China y que, de otro modo, llegaría directamente a los empleados y gerentes de aquí”.

Conconi, graduada en la Universidad del Salvador, con un posgrado en la Harbin Normal University, RPCh, y máster y doctoranda en la Universidad Nacional de San Martín, además de docente en la Di Tella y en la Untref, ofreció su experiencia a gerentes de Recursos Humanos que se acercaron a la Cámara para compartir vivencias de sus empresas cuando ellas se asociaron, hicieron  negocios o fueron compradas por capitales chinos que llegaron a Argentina.

Presentada por el director ejecutivo de la Cámara de la Industria, la Producción y el Comercio Argentina China, Ernesto Fernández Taboada, y por la coordinadora en RRHH de Cofco –que recientemente compró y fusionó a Nidera y Noble- Margarita Escuder, Conconi repasó varias recurrencias que ha observado en su trabajo de campo en empresas como el ICBC, Sinopec, Huawei, ZTE, Cofco y otras empresas chinas radicadas aquí.

Lo primero que en  general ha observado es que hay temores, desconfianzas y hasta “molestia y disturbios” entre empleados y gerentes cuando la compañía donde venía trabajando fue comprada por capitales chinos. “En general no es bien recibido, por desconocimiento”, sostuvo. Mostró testimonios de gente que convivió laboralmente con europeos, estadounidenses o brasileños y que, en cambio, con los chinos, en principio, tienen “otra percepción más negativa”. Ello, dijo, pese al “esfuerzo que también hacen los chinos para acercarse” a sus nuevos empleados criollos, ya sea con cursos de capacitación o hasta con invitaciones a la sede central en Beijing, Shenzhen o la ciudad donde esté la casa matriz. A veces, señaló, el argentino no ve ese esfuerzo.

Pero también el local debe aprender una lógica laboral completamente diferente del chino. Conconi (quien en el último número impreso de Dang Dai escribe un artículo sobre estas temáticas) reconoció que a veces las molestias llegan porque el  material sobre la empresa que circula está escrito en chino o porque el trato a un superior es muy diferente al que está acostumbrado alguien de la cultura argentina (o latinoamericana, o aun occidental en general), pero que “hay trabajo para hacer en pos de una mejor integración”.

Si bien ha observado que a priori no hay tanto interés en que ese encuentro ocurra, o que en todo caso no hay interés en entender a ese otro “sino más bien prima en principio el pragmatismo” del negocio que se encare, se pueden seguir ciertos pasos para mejorar el entorno laboral. Después de todo, mostró en uno de los gráficos, “la diversidad crea valor; esa sería la instancia máxima de entendimiento”, en una suerte de escala donde, en la otra punta, la peor situación se da cuando se está a “la defensiva”.

En China, sostuvo la expositora, hay mucha escasez y competencia (por tantos habitantes y pocos recursos), en cambio “aquí, aunque a veces no nos damos cuenta, hay abundancia de recursos y muchos menos aspirantes para un puesto”, y ese es otro motivo del choque cultural y de la falta, a veces, de comprensión mutua dentro de los escenarios laborales.

Otro testimonio mostrado por Conconi acerca de los equívocos que pueden surgir fue el siguiente, de un gerente de otra firma china. “Pedí licencia porque mi esposa estaba enferma y mi superior vino a la clínica a ver si era cierto”, dijo, hasta que al fin entendió que “sólo había ido a visitarla para ver cómo estaba, porque en China dan mucha importancia a ese cuidado por la familia”.

Otro más, finalmente, de un chino expatriado, que no entendía cómo luego de una ardua discusión entre dos empleados éstos estaban en el bar de la empresa compartiendo un café. “Eso en China sería casi imposible”, dijo, y varios de los presentes contaron anécdotas sobre el mianzi, el “perder la cara”, o sea el ser avergonzado en público, algo prácticamente imperdonable o intolerable en la sociedad china y, en especial, en el ámbito laboral.

“Por el lado chino, en general nos ven como mediterráneos, que hacemos demasiado lío (ellos siempre priorizan la armonía) y que prestamos mucha atención a temas que para ellos no son tan importantes o prioritarios. Y del lado nuestro lo que vemos es que ellos trabajan más en equipo o en colectivo, más alineados con la empresa y con la cadena de mandos y no con lo individual”, algo que uno de los presentes –al contar cómo hace el organigrama una empresa china radicada en Argentina- notó cuando su nueve jefe le dijo que no pusiera el nombre del encargado de cada área (“como si eso no le importara, como si fuera descartable”) sino solamente el área.

“Ambas partes tienen que aprender de la otra. Aquí esperamos que nos digan si está bien lo que hicimos. Si los chinos no dicen nada es porque está bien, si no nos enteraríamos”, dijo otro asistente.

“La llegada de empresas al país, y en general sus salidas al mundo, es un proceso reciente. Hay mucho para trabajar todavía”, concluyó Conconi. Y Fernández Taboada recordó un chiste que suele decir a la hora de combatir los prejuicios y la estupidez frente a otra cultura. Dice así: un occidental llevó flores a la tumba de un ser querido y en ese momento vio que un chino llevaba un plato de comida a una tumba vecina. Socarronamente, el primero le preguntó si de verdad creía que su ser querido iría a salir a comer lo que le había llevado. “Sí, lo creo –respondió-, del mismo modo que el suyo hará para oler las flores”.

Categorías: Economía Empresas

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