El artista chino está en Buenos Aires para explorar locaciones con vistas a una obra que hará especialmente para instalar en noviembre junto a otras que traerá desde su estudio en Berlín. Ayer habló con medios de comunicación de Argentina, que no eludieron abordarlo por su consabido “lado polémico” —“ el artista que hizo de su disidencia del régimen comunista su firma”, dice La Nación.

Afirmó que el arte de vanguardia y la disidencia son lo mismo: “Si no hubiera sido disidente, nunca me habrían conocido como el artista que soy, y si no hubiera extendido mi acción en la estética y el arte, mi disidencia sería menos comprendida.”

Para demostrar que el inconformismo de Ai Wei Wei va más allá de las autoridades chinas, sostuvo ante el diario que  “al igual que a los comunistas chinos a Donald Trump le molesta profundamente la libertad de expresión. Los Estados Unidos se están volviendo un lugar muy difícil para vivir en democracia.”

Por otro lado, aceptó que el sistema internacional del arte tiene una doble moral con el régimen chino, sosteniendo que “ninguno de los países occidentales sacrificaría un negocio con China por denunciar el carácter totalitario de su gobierno.”

En tanto, Clarín informa que Ai Wei Wei “evocó a su padre, Ai Qing, gran poeta chino -ya fallecido- y líder comunista, lo que le permitió visitar a Pablo Neruda en su cumpleaños en Chile e invitarlo a visitar China varias veces. Años después caería en desgracia ante el gobierno de Mao Tsé Tung y sufriría un largo destierro interior. ‘Por eso este viaje es especial para mí’, lo evoca Weiwei, desde el auditorio de Proa, donde transcurre el diálogo. ‘Tiene que ver con la memoria y con mi pasado. Y por esa misma razón quise traer conmigo en este viaje a mi hijo, Ai Lao. Nunca antes había podido viajar con él, debido a que estuve preso y a la estricta vigilancia sobre mis movimientos del gobierno chino’”.

Estos días conoció la Fundación Proa, donde realizará su exposición en noviembre, el Hotel de los Inmigrantes, el MUNTREF y el Parque de la Memoria. “Me sorprendió mucho que cosas así ocurrieran aquí (en referencia a las desapariciones y la dictadura)”, dice Clarín.

Ai Wei Wei se refirió a sus recientes trabajos que enfocan el tema de los refugiados. En 2015instaló 14.000 salvavidas fluorescentes en las columnas de la fachada del Konzerthaus de Berlín para llamar la atención sobre el tema. “A Europa no le importan los refugiados”, le dijo ayer en Buenos Aires a Clarín, y también habló de su película “Flujo humano”: “Cuando me dieron la visa y pude salir de China, en 2015, llegué a Alemania. Allí pude ver, una noche, cómo llegaban 20, 30 barcos a la costa de manera ilegal. Pensé entonces en hacer un documental. Formé 20 equipos con los que recorrimos Turquía, Jordania, Israel, Líbano, Gaza, Irak, Pakistán, Bangladesh, Kenia, Afganistán y más países, vistamos 20 campos de refugiados. Entrevistamos allí a cientos de personas. Intentaré mostrar el panorama completo de la complejidad y los problemas que tiene un refugiado. Y su futuro.”

A La Nación le dijo sobre los europeos: “La gente en general prefiere pensar que no es su problema y que eso afecta sólo a Grecia, Italia o Turquía…”. En el mismo sentido, se mostró sorprendido de que ningún artista en Europa haya tomado el tema de los refugiados. “Hay una idea de que el arte es un asunto de elite, separado de la vida real, que expresa valores más altos. Y si la vida humana no es el valor más alto… no sé de qué estamos hablando.”

El curador Marcello Dantas adelantó que la muestra que traerá Ai Weiwei incluirá piezas emblemáticas como Sunflower seeds, Forever y Straight, mientras sobre la obra que hará exclusivamente para Buenos Aires, el artista sólo dio pistas de que estará relacionada con La Boca, donde en 2015 su paisano Cai Guoqiang convocó con una obra de fuegos artificiales una muchedumbre que rebalsó el barrio.