Los desafíos que enfrenta la Nueva Ruta de la Seda

25 mayo, 2017

 

El proyecto de China sobre la Nueva Ruta de la Seda es “insumergible” y “será un éxito”, pero enfrenta tensiones con otros vecinos como India, Singapur u demás países ya sea por competencia o por resistencia a una subordinación a intereses de Beijing, señaló ayer la especialista Carola Ramon-Berjano en una conferencia en la Fundación ICBC.


 

Presentada por el coordinador académico de la Carrera de Comercio Exterior de la Fundación, Félix Peña, la economista habló del proyecto One Belt One Road (OBOR) como una iniciativa llamada a reformatear el comercio global, sin plazos ni costos específicos, “pragmáticos” como suele hacer China, pero como “una estrategia muy bien pensada hace muchos años y llamada a tener éxito”.

Se trata, explicó, en verdad de 6 corredores terrestres y 1 marítimo que conectan con el centro, oeste y sur de Asia, Europa y África. Peña le preguntó sobre la presencia de Argentina y China en el Foro ORBO que se hizo la semana pasada en Beijing con asistencia de unos treinta países y Ramon-Berjano dijo que en el mediano y largo plazo, proyectos de infraestructura en las Américas (un posible túnel por el estrecho de Bering, trenes bioceánicos o un nuevo canal en Centroamérica) podrían sumar conectividad desde nuestra región.

Pero la iniciativa lanzada por Xi Jinping enfrenta algunas tensiones, afirmó. Ante una pregunta de Dang Dai, la especialista (integrante del CARI y profesora de la Universidad del Salvador), aludió a las amenazas de grupos separatistas y terroristas al oeste de China, que podrían boicotear los corredores. Para ella, la Nueva Ruta de la Seda tiene objetivos económicos, de desarrollo y de seguridad (sobre el tema del terrorismo dijo que China ya está sumando a Interpol a la iniciativa).

Y también se refirió a la postura de otros países que rivalizan en la zona. “India, por ejemplo, no envió delegación al Foro, quizá por su enojo frente al corredor China-Pakistán, que atraviesa Cachemira, una región que los indios reclaman”, dijo. Singapur tampoco fue, porque si el comercio se traslada hacia occidente, como es la intención chino, se perjudican los intereses en el estrecho de Malaca. “En el sudeste asiático hay diversas posturas. Algunos apoyan a China y otros sienten que perdieron poder al caerse el proyecto transpacífico del TPP, en el cual de algún modo Estados Unidos servía como compensación a la creciente influencia china”, sostuvo. Rusia es un aliado de China y fue la presencia más importante, junto a Turquía y Kazajistan, pero aún así también puede ver con inquietud el fenómeno chino. Y en la Unión Europea China parece buscar puntos débiles: por ejemplo el último tren del proyecto, tras otros dos que ya conectan con Alemania y España, fue a Inglaterra justo después del Brexit, fue sintomático”, dijo la conferencista.

En ese punto, Ernesto Fernández Taboada, de la Cámara Argentina China, se refirió desde el público al hecho de que hacia Londres el tren chino llevó equipos tecnológicos y, en cambio, retornó básicamente con whisky, como un ejemplo de comercio desigual. El tema del intercambio entre bienes industrializados o de alta complejidad por alimentos, bebidas o materias primas estuvo presente en el debate, porque atañe también a Argentina y América Latina. “Es verdad que mucho se habla del win win (ganar ganar) y en nuestra relación con China el win pareciera sólo para China, pero somos nosotros los que tenemos, al igual que los chinos, que pensar en nuestra estrategia, en un plan, en qué queremos. Ellos lo tienen claro, nosotros no. Y el win win que ofrece China no viene como un regalo que abrimos y nos dan la receta”, dijo Ramón-Berjano.

Categorías: Economía Negocios

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