La Nueva Ruta de la Seda: economía y seguridad

15 mayo, 2017

La apertura del seminario

La iniciativa Nueva Ruta de la Seda (One Belt One Road, OBOR por su sigla en inglés) y la presencia china en Eurasia pero también en América Latina fueron los temas de un seminario organizado el viernes en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) por su Grupo de Trabajo sobre China, muy oportuno porque esta semana el presidente Mauricio Macri participa junto con otros presidentes del Foro sobre ese tema y tiene una visita de Estado a su par Xi Jinping donde revisarán la relación  bilateral y con el Mercosur.


La actividad tuvo dos partes, una vinculada al desarrollo económico y a la seguridad regional asiática en torno a la Franja y la Ruta, como también se llama a la iniciativa china, y otra a las relaciones económicas sino-latinoamericanas y argentinas. Por la primera expusieron Carola Ramón Berjano y Jorge Malena (en la foto, ambos a la izquierda), y de la segunda Raúl Ochoa, Julio Sevares y Gloria Báez, tras las presentaciones del coordinador del grupo, Miguel Velloso, y del titular del comité de Estudios Asiáticos del CARI, Eduardo Sadous (en la foto, ambos a la derecha).

Ramón-Berjano dio que la Nueva Ruta sigue el patrón de expansión al Oeste que China inició tras desarrollar sus áreas de Beijing, Shanghai y Shenzhen-Guanzhou primero, es decir la costa del Pacífico, y luego el centro del país. Ahora está invirtiendo más en zonas relegadas y que además limitan con Asia Central, en especial en Xinjiang. El corredor de Eurasia, en el que concentró su ponencia (es uno de los seis de ORBO, más dos marítimos), traspasa esa región y llega al Asia occidental y ya también a Europa, donde hay líneas ferroviarias que llegan a Alemania, España y recientemente se sumó Gran Bretaña (“Ese tren se llama Viento del Este, una vieja consigna de Mao Zedong –recordó- que decía que se acababan los vientos de Occidente…”). Señaló que hay proyectos en América Latina (el de un tren bi-oceánico u otro canal en Centroamérica, por ejemplo) con lo que nuestra región podría sumarse a esta iniciativa que es global, y que en el caso argentino puede ser “una gran oportunidad y un riesgo” porque hay países del centro asiático que compiten con la producción agropecuaria argentina.

Malena se concentró en las razones no económicas de la iniciativa, y en las implícitas, en especial en la posible influencia china en Eurasia y en cómo enfrentar lo que su gobierno llama “los tres males”: el terrorismo, el separatismo y el extremismo religiosos. Si bien hay muchos objetivos de ORBO, como –según un documento de la Academia de Ciencias Sociales que citó- “desalentar las maquinaciones geopolíticas de Estados Unidos” o “construir un nuevo sistema mundial”, un motivo para desarrollar la región es combatir los peligros a la seguridad que pueden generar o que ya generan el Estado Islámico, Al Qaeda, el Talibán o el Movimiento de Liberación del Turkistán Oriental, vinculados entre sí. En especial eso se da en el área de Xianjing, donde hay una gran población musulmana. La pregunta que quedó sin responder es si los avances en obras de infraestructura y economía serán suficientes para tener éxito en esas políticas anti terroristas y antiseparatistas. Por supuesto, otros interrogantes son, dijo Malena, cómo actuarán Rusia, Irán, India o incluso EE.UU., que también son grandes actores de la región.

En lo económico con América Latina, Ochoa recomendó que Argentina y Brasil “reflexionen y trabajen” juntos ante el impacto de la presencia china en el Mercosur. Y diferenció algunas cuestiones. Si bien hay un patrón de intercambio desigual en exportar materia prima mayormente e importar casi toda industria, “casi sin correlato, y en ascendo”, señaló que en los últimos meses se observó algún mayor componente tecnológico en las inversiones chinas en Brasil, que además -pese al perfil comercial señalado- tiene un alto superávit comercial con China. “Sólo en el acumulado de 2017, casi 9.000 millones de dólares”, dijo. En cambio Argentina llegó a un déficit crónico “e inusual en una balanza comercial” con China. “Argentina le exporta a China sólo 4% de su total vendido al mundo, pero le importa 18% del total comprado, en cambio en Brasil esas cifras son 25% y 17%” respectivamente, informó.

Por su parte, Sevares contó las dificultades de cuantificar las inversiones chinas en la región (sin son créditos, cooperación, inversión nueva, cuánto llega de off shore, como advirtió la CEPAL) y definió que “ellas buscan recursos naturales, no renta ni mercado”. También dijo que cuando China atrajo inversiones consiguió transferencia de tecnología de Occidente, algo que no está ocurriendo en América Latina, con alguna excepción en Brasil o Uruguay recientemente”.

A su vez, Báez habló del estado de la seguridad alimentaria en China (“una de las prioridades de su política nacional”, dijo) y sus consecuencias para la Argentina. En el país asiático mejoró su producción de alimentos y aumentó la importación de otros pero necesita atender a la población desnutrida, que también aumentó, señaló la experta. En ese sentido evaluó como muy importantes las oportunidades de acceso a mercado para Argentina, pero si avanza en acuerdos sanitarios “definitivos”, ya que hay muchos anunciados o firmados pero que aún están pendientes de concreción real.

Categorías: Política

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