Lou Yu, traductora de Piglia
Ricardo Piglia murió la semana pasada. En sus clases sobre Jorge Luis Borges transmitidas por la Televisión Pública, Piglia desarrollaba la idea de que es la ficción la que funda la realidad. Es una tesis que fundía en Borges al lector y al escritor, y en Piglia al escritor y al crítico. Piglia es uno de los grandes creadores de la literatura argentina, y su obra recién está llegando a China en este momento. Pero está llegando de la manera mejor, y posiblemente como él lo pensó y quiso. Luego de la traducción de El camino de Ida, es presentada a los lectores chinos por la traductora Lou Yu, que entendió a Paglia hasta apasionarse y así hacer un doctorado basado en Respiración artificial, se convirtió en la mayor especialista en Asia, vino varias veces a la Argentina, lo trató personalmente y en los próximos años estará encargada de traducir toda su obra.
Reproducimos aquí un relato de Lou Yu sobre su relación con Piglia y su obra.
– El relato del reloj de arena: mi historia con Ricardo Piglia
Lou Yu*
¿Quién es Ricardo Piglia? ¿Qué historia hay entre él y yo? Al principio, para mí, Piglia era simplemente un escritor y crítico literario de la lejana Argentina. Luego, se convirtió en el objeto de estudio de mi tesis doctoral, que me acompañó durante tres años. Más tarde, salió del mundo de las Letras y llegó a mi vida real. Pero, ¿qué historia habrá surgido entre un escritor argentino y una lectora china? Me gustaría imitar la primera frase de la novela Respiración artificial de Piglia: ¿Hay una historia? Si hay una historia empieza hace diez años.
En 2006, entré en el equipo de investigación Narrativa del postboom latinoamericano y empecé a acercarme a la literatura argentina dejando atrás la literatura mexicana con la que trabajaba. Estaba haciendo un trabajo sobre la obra de Manuel Puig y su influencia en la literatura contemporánea argentina, y encontré un artículo escrito por Ricardo Piglia, Manuel Puig y la magia del relato. Este fue el primer texto que leí de Piglia y La Argentina en pedazos, la primera obra pigliana que descubrí. Así que, conocí primero al crítico literario Piglia en vez de al cuentista o al novelista.
En el mismo año, participé en otro proyecto Literatura Latinoamericana 1980-2000, la primera enciclopedia en China que traza el panorama de la literatura de los países latinoamericanos durante los últimos 21 años del siglo pasado. Me encargué de redactar las entradas de la literatura uruguaya y de la narrativa argentina. En este trabajo me encontré otra vez con Ricardo Piglia y edité 7 entradas sobre sus obras publicadas durante el lapso de tiempo que abarcaba la enciclopedia.
En 2010, empecé mis estudios de doctorado en Literatura hispánica bajo la dirección del profesor catedrático Zheng Shujiu en la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing. Dos años después, fui al Colegio de México a seguir mis investigaciones, donde amplié y enriquecí mis conocimientos de la literatura argentina gracias a mi orientadora Rose Corral, especialista en Literatura rioplatense. Por recomendación de Rose inicié una intensa lectura sobre Piglia, lo cual me cambiaría el modo de leer.
En Los diarios de Emilio Renzi: Años de formación, Piglia contó una historia amorosa en la que transmite lo que para él es leer: Una tarde veníamos por una calle arbolada junto a un muro pintado de celeste, que todavía veo con nitidez, y ella me preguntó qué estaba leyendo. Y Piglia, que no había leído nada significativo, se acordó de que había visto La peste de Camus al pasar por una librería. Entonces, le dijo a Elena que estaba leyendo La peste, y la chica le preguntó si se lo podría prestar. Así que Ricardo fue a comprarlo y lo leyó en una noche. Al día siguiente se lo llevó a Elena. Por casualidad esta experiencia de lectura hizo que se enamorara de la literatura. Recuerda en sus diarios: Había descubierto la literatura no por el libro sino por esa forma afiebrada de leerlo ávidamente con la intención de decir algo a alguien sobre lo que había leído. Piglia lo ve como un umbral, en sentido figurado. Y en mi caso, ese umbral tiene que ver con Respiración artificial.
Este libro publicado en 1980 es considerado una de las diez mejores novelas argentinas, por lo tanto, empecé a leerlo con mucha ilusión. Emilio Renzi, joven escritor que había escrito un relato basado en la historia de su tío Marcelo Maggi, recibió una carta de Maggi después de la publicación del libro. A partir de allí, los dos lanzaron una indagación sobre los enigmas de la historia familiar y a la vez de la historia nacional. Un año después, Renzi viajó a Concordia a visitar a su tío, pero lo recibió Tardewski, el amigo polaco de Maggi. Paso a paso, siguiendo a Renzi, después de aguantar las largas conversaciones entre Renzi y el polaco, yo tenía la curiosidad del encuentro entre sobrino y tío, pero Maggi no apareció y la novela terminó bruscamente. Me sentí muy decepcionada, frustrada y confundida al cerrar el libro. Le dije a Rose que no me había gustado el libro, porque sentí que me había engañado el escritor. Rose sonrió y me aconsejó que lo leyera otra vez teniendo en cuenta el contexto histórico y sociocultural de la obra.
Al releer la novela, encontré muchas pistas y logré solucionar el enigma. Con el uso del género policial, Piglia convierte la novela en un texto codificado, fragmentado, abierto y enigmático, eludiendo la censura para brindar al lector una buena cantidad de pistas que lo conduzcan a la decodificación de los mensajes. Tras la historia de Renzi, Maggi y Ossorio, está escondida la verdadera historia, que es la de la dictadura militar de los años 70. Me fascinó la experiencia de la lectura de esta novela, es decir, el proceso de investigar y descifrar los mensajes secretos entre palabras y líneas. Y me decidí a trabajar con esta obra en mi tesis.
Leer siempre ha formado parte de mi vida, pero nunca había pensado qué era leer hasta que me encontré con Respiración artificial. Ricardo Piglia me enseñó a leer. Escribía en Crítica y ficción sobre el lector ideal: El lector ideal es aquel producido por la propia obra. Una escritura también produce lectores y es así como evoluciona la literatura. Los grandes textos son los que hacen cambiar el modo de leer. Sin duda, Respiración artificial es aquella obra que me cambió el modo de leer, es ese umbral que marcó mi vida.
Tanto en los cuentos como en las novelas piglianas, siempre aparecen dos historias, una visible y otra secreta. Por una parte, la historia visible cuenta la indagación de los enigmas metafísicos de los detectives literarios y, por otra, la narración siempre requiere de la participación activa del lector-detective para descubrir la historia secreta. Mi primera experiencia de detective fue la lectura de Respiración artificial. A partir de allí, no me canso de lanzarme alas aventuras literarias, descifrando una y otra vez los enigmas escondidos entre líneas. A veces, pienso que tengo dos profesores, el profesor Zheng Shujiu, quien me enseñó los métodos de la investigación, y Ricardo Piglia, quien me enseñó a leer. Por pura casualidad, Piglia, el objeto de estudio de mi tesis doctoral se convirtió en mi tutor de lectura.
En mayo de 2015, después de entregar mi tesis Estudio de la narrativa policíaca de Ricardo Piglia basado en la novela Respiración artificial, le escribí el primer correo a Piglia, en el que le envié los saludos de una lectora china y le contaba cómo empecé mis estudios sobre su obra, con muchos nervios y mucha emoción al mismo tiempo. Pronto recibí su correo. Aún recuerdo con claridad, cómo latía mi corazón al leer su email, ya que no esperaba que me respondiera. Querida Lou Yu, una alegría tu mensaje, me encantó que hubieras nacido en 1980, el mismo año en que yo publiqué la novela. No he leído aún el texto que me enviaste, no ando muy bien de salud en estos días y espero mejorar para volver a escribirte. La literatura permite hacer nuevos amigos. Me emociona pensar que tengo una amiga nueva en Beijing. Te felicito por tu trabajo y te mando un abrazo cariñoso. Ricardo Piglia. Estas palabras me conmovieron enormemente.
Ese fue el primer correo y así empieza verdaderamente mi historia con Piglia.
Le escribí a Rose para contarle que me había escrito Piglia. Pero junto con el correo que me respondió Rose me llegó una mala noticia. Me contaba que la enfermedad de Piglia era seria, y no quiso causarme tristeza hablándome de su enfermedad mientras estaba trabajando en mi tesis, por eso, guardó la noticia hasta ese momento para que yo pudiera trabajar con más ánimos y sin preocupación.
Me quedé muy triste y deprimida al enterarme de su enfermedad. No puedo olvidar aquella tarde de mayo. Me puse a buscar locamente la palabra ELA en Internet. La esclerosis lateral amiotrófica, Amyotrophic Lateral Sclerosis, una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular, la enfermedad de Lou Gehrig…esas palabras saltaron una tras otra como rocas duras cayendo sobre mi corazón. Una suave brisa entró por la ventana, pero sentía que me faltaba el aire. La tristeza se acumulaba mientras leía las informaciones sobre ELA. Me acordé de El Senador, personaje de Respiración artificial: …ya no puedo escribir. Mis manos, ¿ve?, son garras; yo soy el albatros, mi vuelo es plácido sobre las riberas del cimetière marin, pero en la altura mis dedos se han transformado en las garras de ese pájaro que sólo puede posarse sobre el agua, sobre la roca que sobresale en medio del océano. Ya no puedo escribir…sólo mi voz persiste, cada vez más parecida al graznido del pájaro. En mi mente, surgió una ventana que daba a alguna calle, en Buenos Aires, al otro lado del mundo. Había un reloj de arena en la ventana. El tiempo, dejando de ser el monótono movimiento de la manecilla y del minutero, se transformó en el visible e innegable transcurrir de las arenas. Vi cayendo las arenas, a cada instante, cayendo, cayendo, indiferentemente, incesantemente, cayendo. Tengo que hacer algo por Piglia, pero, ¿cómo? Pronto, tomé una decisión: voy a traducir Respiración artificial, debo hacer algo para que la obra de Piglia llegue a China.
Empecé a buscar editoriales chinas, a recomendarles a Ricardo Piglia, diciéndoles que podía traducir voluntariamente. Tres meses después, recibí la llamada del señor Han Huiqiang, entonces editor de Central Compilation and Translation Press, para informarme de que había aprobado mi propuesta, y quería introducir dos novelas de Piglia en China, Respiración artificial y El camino de Ida. Le escribí a Ricardo para contarle la noticia. Estaba muy contento y me pasó el correo electrónico de su agente literario. Me puse en contacto con el señor Guillermo Schavelzon, y en noviembre, el profesor catedrático Zhao Deming y yo firmamos el contrato.
En marzo de 2016, se publicó la primera obra de Ricardo Piglia en China, El camino de Ida. Le pregunté al profesor Zhao por qué había terminado la traducción en tan poco tiempo. Me dijo: Me gusta tanto la novela que mientras la voy leyendo, la voy traduciendo. Además, quiero que Piglia pueda tener su primer libro traducido al chino lo antes posible. Estaba muy emocionada tener en mis manos El camino de Ida en chino. Cuando la obra de Piglia empezó a publicarse en España en los años noventa, el crítico Ignacio Echeverría escribió con entusiasmo: Llegó Piglia, por fin. Ahora, podemos exclamar que por fin Piglia llegó a China, con los esfuerzos del traductor Zhao Deming y los editores Han Huiqiang y Wang Yuanyuan.
Hace poco terminé una investigación sobre la presencia de la literatura latinoamericana en China. Las estadísticas muestran que, en el nuevo siglo, tanto la traducción como la investigación de la literatura de América Latina han alcanzado tal magnitud que lo podríamos denominar como el boom de la introducción de la literatura de la región en China. En los últimos 17 años, hay más de 250 títulos traducidos al chino, que ocupan el 48% del total de las obras latinoamericanas traducidas al chino desde la fundación de la República Popular China en 1949. El país más traducido es Argentina, con unos 70 títulos. Y El camino de Ida es la obra argentina más recientemente traducida. Esta novela con el título de camino tiene un significado especial. Por este camino llegó Ricardo Piglia a China, y los lectores chinos, van entrando en el mundo narrativo del escritor argentino a través de él. Para mí, Piglia es un escritor singular. Ser la lectora, investigadora, traductora y divulgadora de Piglia en China es mi vocación. Sigo trabajando con Respiración artificial. Haré todo lo posible para presentar una buena traducción a los lectores chinos.
En mayo, Piglia me envió unas palabras muy generosas con motivo dela presentación de El camino de Ida en Beijing: Querida Lou Yu, me alegra saber que El camino de Ida ya está disponible para los lejanos pero cercanos lectores chinos. Sé que es tu mérito y tu trabajo y dedicación los que han hecho posible que pueda imaginar a una joven y un joven en algún rincón del celeste imperio leyendo uno de mis libros. Un fuerte abrazo, Ricardo. A partir de allí, empezamos a escribirnos con más frecuencia. En su correo, Ricardo mencionó su viaje a China en 1973, y escribió: Sé que muchas cosas cambiaron desde entonces, pero imagino que las plazas y los parques seguirán ahí, entonces pienso en vos en esos lugares de Beijing y es como si te conociera. Y yo, le conté mi corta estancia en Buenos Aires en septiembre de 2012, antes de ir al Colegio de México. En aquel entonces todavía no sabía que iba a investigar su obra, si lo hubiera sabido, habría ido a visitarlo. A veces pienso que, a lo mejor durante aquellos cuatro días, en cierto momento Ricardo y yo nos cruzamos en alguna esquina, e incluso, me senté a tomar un café, y en la mesa vecina estaba Piglia charlando con sus amigos.
Cuando inicié mis estudios sobre Ricardo Piglia, no sabía que podría ser su traductora; cuando me metía en su laberinto de letras resolviendo los misterios, no imaginaba que algún día podría leer textos escritos por el mismo Piglia pero solamente dirigidos a mí. Me gusta comunicarme con Ricardo, pero al mismo tiempo, temo que mis correos puedan ser una molestia para él debido a su estado de salud. Le escribí a Sabina, una de sus musas (así llama Piglia a sus asistentes), para contarle mi inquietud. Sabina me contestó que todo lo contrario, que la atención de alguien amoroso y generoso siempre era un regalo de la vida, y me escribió: Tendrías que haber visto su sonrisa cuando le leí tu correo, esas pequeñas cosas son las que le dan fuerzas y alegría.
Nunca he imaginado que los mensajes que le envío puedan ser parte de las fuerzas de Ricardo. No puedo imaginar su verdadera situación, o mejor dicho, cada vez que intento imaginar cómo se encuentra, dejo de pensarlo en seguida. Me niego a aceptar la realidad, que es demasiado dura y cruel. Su cuerpo, como el reloj de arena, está perdiendo poco a poco el movimiento de los músculos, pero su cerebro está lúcido como siempre. ¡Es un reloj de arena de la vida! Cada vez que pienso en eso, no puedo contenerme y recuerdo Los diarios de Emilio Renzi: Años de formación.
Piglia empezó a escribir los diarios en 1957, en total, 327 cuadernos. La enfermedad lo animó a decidirse a publicar esta obra. Los diarios se publicarán en tres volúmenes, de los que ya salió el primer tomo en 2015, el segundo saldrá para este año y el tercero en 2017. En enero de este año, compré el primer tomo. Aunque son diarios, Piglia sigue poniéndose en ellos la máscara de Renzi, su alter ego.
Escribir sobre mí mismo en tercera persona, el deseo de Ricardo Piglia se realizará con los tres tomos de sus diarios. En los años sesenta, Piglia sacó de su nombre completo Ricardo Emilio Piglia Renzi un nombre y un apellido para crear a su otro yo en el mundo literario: Emilio Renzi, que aparece y reaparece en casi todas sus obras. Piglia siempre dice que Renzi es su autobiografía. Esta vez, le regaló generosamente sus diarios a Renzi. Me impresiona mucho la primera parte de los diarios: Piglia y Renzi se encuentran en el bar de Arenales y Riobamba, y Renzi empieza a contarle a Piglia sus diarios y sus memorias.
Al leerlo, siempre surge una escena en mi mente: Piglia y Renzi, sentados en la mesa junto a la ventana, charlando, mientras toman un café. No puedo distinguir si están conversando el escritor con el personaje, o en realidad es sólo Piglia hablando con el espejo. ¿Todo lo que escribe en los diarios es la verdadera experiencia del escritor o simplemente es la vida ficticia del personaje? Poco a poco, me voy dando cuenta de que la respuesta está en el epígrafe del libro, cette multiplication possible de soi-même, qui est le bonheur, una cita de Marcel Proust.
Los diarios son la máquina del tiempo del escritor, con la que puede viajar al pasado reviviendo los momentos inolvidables, y al mismo tiempo, también un reloj de arena hecho de literatura y de la propia experiencia de vida, cada palabra es un grano de arena fina cayendo de la parte superior llamada Piglia a la parte inferior llamada Renzi. La creación literaria le ofrece al escritor una posibilidad de multiplicación, y Renzi, es la multiplicación posible de él mismo. En 2017, cuando se publique Un día en la vida, el tercer tomo de los diarios, Piglia y Renzi se van a encontrar verdaderamente. La arena de la vida nunca desaparece, sólo pasando de un espacio del reloj al otro. Se reunirán las dos vidas que han vivido Piglia y Renzi, con lo cual Piglia regresará al momento en el que nació retornando a su nombre completo: Ricardo Emilio Piglia Renzi.
La traducción de Respiración artificial también se parece a un reloj de arena. Las historias y las reflexiones que describe el escritor en castellano, palabra tras palabra, frase tras frase, al fluir desde el recipiente superior al inferior del reloj de arena de lenguas, se convierten del español al chino. El proceso de la traducción es un encuentro especial entre Ricardo y yo. A través de los correos, dejo mis huellas en su vida, y gracias a la traducción, también participo de otra manera en su vida literaria. Estoy haciendo otra multiplicación de Respiración artificial, una duplicación en chino. Y los lectores chinos conocerán una historia ajena, un país lejano y una cultura distinta. En este sentido, también es una multiplicación de conocimientos y entendimientos.
Es imposible detener el tiempo. Las arenas no paran de caer. Lo único que podemos hacer es darle más valor a cada grano de arena, a cada instante. Piglia sigue leyendo, reflexionando y escribiendo. Y yo, sigo traduciendo. A lo mejor, en el futuro, iré hacia Buenos Aires, hacia Ricardo Piglia, con la versión en chino de Respiración artificial.
PS. Terminé este texto el día 30 de junio de 2016 en Beijing. Durante la redacción, me volvían una y otra vez las palabras de Sabina: tendrías que haber visto su sonrisa cuando le leí tu correo. Al terminar la última frase del texto, se me ocurrió una idea: voy a Buenos Aires, a conocer a Piglia, si no puedo verlo, de todas maneras, voy a conocer a Renzi, a hacer un viaje literario, un viaje de Emilio Renzi. Así que me atreví a preguntarle a Sabina si sería posible visitar a Ricardo si iba a Argentina. Pronto recibí su mensaje: Querida, andá consiguiendo el visado. Ricardo dice que vengas a visitarlo. No pude contener las lágrimas al leerlo. Al día siguiente empecé a solicitar el visado para ir a Argentina. Gracias a la ayuda de mis amigos y también de la Embajada Argentina en China, el 20 de julio, empecé mi viaje rumbo a Buenos Aires, hacia Emilio Renzi, hacia Ricardo Piglia.
Tras unas 34 horas de viaje, llegué a Buenos Aires. En compañía de Sabina, la musa de Piglia, y también la mía, por fin, me acerqué a la Calle Malabia, que tantas veces había aparecido en mis imaginaciones. Por fin, vi a Ricardo Piglia. Lo saludé muy emocionada y un poco nerviosa: Hola, soy Lou Yu. Por fin, estoy acá, a su lado. Por fin, nos conocemos. Y me sonrió. Vi su sonrisa, una sonrisa dulce, real, pero, tan real como si fuera un sueño. Me dijo: Estoy muy feliz de verte. Me enseñó las fotos de su visita a China en 1973, me contó sobre los encuentros con Guo Moruo y otros escritores, su admiración a Lu Xun, e incluso me mostró sus diarios sobre el viaje al país oriental. Me regaló un ejemplar del segundo tomo de los diarios de Emilio Renzi, que va a publicar en septiembre. Fue una gran emoción leer la dedicatoria: A Lou Yu, que vino desde Beijing a conocer a su remoto amigo Emilio Renzi. Con el afecto de Ricardo Piglia.
Durante estos 20 días, mi viaje avanza simultáneamente en dos mundos. Por un lado, voy averiguando y descubriendo los lugares que aparecen constantemente en la obra pigliana, es decir, los lugares del mundo de Renzi; por el otro, voy conociendo a los familiares y amigos de Piglia, entre ellos varios son sus investigadores o traductores, y visité la casa de Ricardo en su ciudad natal Adrogué y también Mar del Plata donde vivió varios años.
Fui a visitar a Piglia tres veces. Su sonrisa, su pelo crespo, sus ojos brillantes, todo es tan irreal y tan real al mismo tiempo. Nunca imaginé que lo pudiera conocer, estar a su lado mostrándole fotos y contándole mi viaje de Renzi y de Piglia. Me escuchaba con mucho interés. Le conté que había ido a buscar el bar de Arenales y Riobamba, y el Hotel Almagro, entre otros, incluso había pedido un café con leche con medialunas en Las Violetas siguiendo las pistas de su obra. Se rio y me dijo: No lo creas todo, algunas cosas son pura ficción. Cuando llegó el momento de la despedida, me dijo que nunca le habían gustado las despedidas. Le dije: A mí tampoco. Por eso, no vengo a despedirme. Vengo a saludarlo como las otras veces, nada más que en adelante no podré venir con tanta frecuencia. Pero seguiré mi viaje de Renzi y de Piglia. Me dijo sonriendo: Me encanta tu entusiasmo. Ya me contarás tu viaje literario.
Esa tarde, vi que las plantas del patio seguían creciendo en pleno invierno, vi a Sabina y al enfermero sonriendo, vi a Luisa, su musa mexicana, leyéndole un libro de Borges con la luz de la lámpara en la mano. Me di cuenta de que su mujer Beba, sus musas y todos sus amigos, en cierto sentido, todos formamos un rayo de luz que expulsa la oscuridad que lo rodea. Pero en realidad, la luz que tenemos es nada más que el simple reflejo de la luz que tiene Ricardo en su interior. De él y de Renzi recibimos la luz, el calor, la pasión y la fuerza. Él es un ejemplo de optimismo, perseverancia y paciencia. Nos enseña todo un mundo narrativo a través de Renzi y también nos enseña cómo enfrentar las dificultades de la vida.
En nuestro interior, en lo más profundo de nuestro corazón, todos tenemos un reloj de arena. Una ciudad, el nombre de algún ser querido, algunas frases de un libro, una melodía que nos susurra… todas estas cositas que nos conmueven son como los granos de arena cayendo de la vida cotidiana a la otra parte, a la memoria, la parte más importante de nuestra vida. Esas arenas, finitas y brillantes, que se van acumulando, nos iluminan y nos acompañan en los momentos felices y también en los difíciles.
Mi viaje desde el hemisferio norte al hemisferio sur, desde China a Argentina, desde el mundo ficticio de Renzi a la vida real de Piglia, paso a paso, me va ampliando el conocimiento de la narrativa de Piglia y de la cultura argentina. Y al mismo tiempo, a través de mis cuentos chinos, Ricardo logra volver a China para conocer una China contemporánea, actualizando sus memorias sobre mi país. Desde mi solitaria lectura de la obra pigliana, pasando por la mutua comunicación por medio de los correos, hasta la verdadera conversación cara a cara, Piglia y yo, los dos estamos escribiendo esta historia, una historia que es nuestra. Lo más importante es que esta historia, es decir, este mismo texto, es el testigo de la amistad entre el escritor argentino y la lectora china. No es un cuento chino sino una verdadera historia argenchina. Es cierto que esto también es un reloj de arena. Las arenas de palabras y frases se transforman en un puente y convierten una cita literaria en un encuentro de almas. Entonces, mi historia con Ricardo Piglia apenas está por empezar.
El 9 de agosto de 2016, en el vuelo de Buenos Aires a Beijing
*Lou Yu es Doctora en Literatura, Profesora de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, secretaria general de la Asociación China de Estudios de la Literatura Española, Portuguesa y Latinoamericana, y cofundadora e investigadora de la Comunidad de Estudios Chinos y Latinoamericanos (CECLA). Fue profesora visitante en la Universidad Autónoma de Madrid en los años 2006 y 2007, e investigadora visitante en El Colegio de México en los años 2012 y 2013. Entre sus publicaciones se pueden citar Estudio de la narrativa del Postboom latinoamericano (en colaboración con otros), Literatura Latinoamericana 1980-2000 (en colaboración con otros), “La cultura popular en la narrativa de Manuel Puig”, “Magia de la marginalidad: análisis sobre Tita, protagonista de Como agua para chocolate”, “La evolución y las últimas tendencias del género policial argentino”, “Estudio de la narrativa policíaca de Ricardo Piglia basado en Respiración artificial”, etc.
El texto que aquí adelanta Dang Dai aparecerá en 2017 en un libro sobre las relaciones entre China y América Latina a publicarse en Santiago de Chile.
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