Analizaron en el CARI la política china y su vínculo con Cambiemos
Los cambios del gobierno de Mauricio Macri respecto de la relación con China, así como la actualidad política y económica de la RPCh, fueron temas abordados ayer en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, con ponencias de los especialistas Jorge Malena y Carla Oliva y en el marco de un seminario donde también se trató India y los países del ASEAN como objetivos de proyección de la política exterior nacional. Oliva hizo hincapié en la incertidumbre de Beijing frente al cambio de gobierno local en diciembre último y cómo el zigzagueo en la respuesta oficial demostró el escaso margen de maniobra que supone una relación asimétrica. En tanto, Malena analizó perspectivas del gobierno chino y su mayor involucramiento en asuntos mundiales, con ejemplo en Siria.
Oliva, del Grupo de Estudios sobre China y Argentina de la Universidad Nacional de Rosario, sostuvo que siempre los cambios de gobierno generan “incertidumbres” en China, con un régimen político distinto al de países occidentales. Por eso los primeros pasos de Macri, en campaña electoral y ya en el gobierno, fueron de confusión para Beijing, ya que Cambiemos planteaba “releer” esa relación y “se fijaban ejes de política exterior que, cuando se citaba el plano inter-estatal, sólo hacían referencia a Estados Unidos”. Luego el viaje de la canciller Susana Malcorra reencausó la relación y la continuidad, aun con ajustes, de los acuerdos que se habían firmado durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, sostuvo. Otro elemento que generó dudas fue el hundimiento de un pesquero chino que pescaba ilegalmente en aguas argentinas, dijo.
La especialista repasó la relación en términos comerciales (con el déficit para Argentina que persiste desde 2008, los cambios en las posturas chinas respecto de la importación de derivados de la soja y la idea del presidente Xi Jinping, expresada a Macri recientemente, de “compensar” divisas a través del turismo chino a Argentina, lo que derivó en cambios en el sistema de visados). Asimismo, los lazos financieros y de inversión en cuanto al swap entre bancos centrales o los créditos a represas, centrales atómicas o base satelital, quizá el mayor gesto a China de la última etapa kirchnerista ya que el país asiático necesita continuar con su plan aeroespacial y lunar y cuenta con la veda que EE.UU. le puso a la NASA para cualquier cooperación en ese sentido. El macrisimo, tras sus dudas primeras, ratificó todo con algunos cambios y en el caso de la base en Neuquén con una cláusula para uso con fines pacíficos, indicó la académica rosarina.
Tras hablar también de la diplomacia cultural y de la dimensión multilateral y global de la cooperación sino-argentina (en el G20, la ONU, Unasur, OMC, etc.), Oliva descartó que el lazo bilateral sea un “neocolonialismo” del tipo británico en el siglo XIX y XX, como plantean algunos economistas, pero reconoció que las asimetrías son muy grandes y “dejan poco margen de maniobra. Por eso el gobierno de Cambiemos debió continuar, si bien con algunos ajustes, los acuerdos, es decir que hay márgenes limitados si se quisiera variar el curso de la relación bilateral”.
El doctor Melena, del CARI y la Universidad del Salvador, repasó por su parte la producción académica independiente al gobierno chino, la cual señala tres escenarios posibles para el devenir del gobierno y el Partido Comunista chinos: de declinación, de fortalecimiento y de pragmatismo. Señaló que en su opinión son escenarios más posibles los últimos, porque a partir de la crisis mundial de 2008 China acentuó su giro económico “a favor de un desarrollo propio más volcado al gasto público y al consumo interno” que a las exportaciones y la recepción de inversiones externas. “Por eso vemos tantos proyectos de urbanización, también para hacer regresar al interior del país a campesinos que habían ido a las grandes urbes de la costa en el proceso de crecimiento mayor”, dijo. Y puso en interrogante si esta etapa de transición, donde prima también, dijo, la lucha anticorrupción y el mayor apego a la ley y al Estado de derecho, en el contexto del “socialismo chino”, podrá cumplir sus objetivos.
Por ejemplo, señaló que la meta de duplicar los niveles de PIB y de renta por habitante para 2021, a tasas actuales de crecimiento ya no de 9 o 10 por ciento sino inferiores a 7 por ciento (es decir, debajo del piso que se había fijado), podrían complicar los escenarios de estabilidad social y disputas internas en el PCCh, con otro ingrediente: la flexibilización de la anterior política del hijo único. “No veo un escenario de decadencia, pero sí los intentos del presidente Xi Jiping justamente de intentar fortalecer al partido para tener más fuertes las riendas del gobierno”, concluyó en ese punto.
Más tarde, hizo alusión a cómo China, para defender sus proyectos en Eurasia, como la Nueva Ruta de la Seda, está queriendo tener más presencia en conflictos globales. “Llamó la atención, aunque aquí para los medios pasó desapercibido, que en septiembre China envió por ejemplo asesores y equipos militares a Siria”, que vive una guerra entre el gobierno de Bashar al-Ásad, defendido por Rusia y ahora por China, y fuerzas militares ilegales, muchas de ellas alentadas por Estados Unidos.
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