Debaten la geopolítica de la Nueva Ruta de la Seda
“Es paradójico que por más de un siglo las potencias occidentales lucharon para que China abriera su mercado, hasta que lo lograron a cañonazos a mediados del siglo XIX, y ahora que se abrió le temen y quieren que se cierre… esperemos que no lo pretendan con una guerra”, disparó Rubén Guzzetti, del Instituto Argentino de Estudios Geopolíticos, en un conversatorio ayer en la CTA sobre la Nueva Ruta de la Seda, que compartió con Ernesto Fernández, también del IADEG. Ambos acaban de regresar de una recorrida por parte de esa geografía en China, Mongolia, Siberia y otras regiones.
Organizado por el Instituto de Estudios de América Latina de la Central de Trabajadores Argentinos, que dirige Oscar Laborde, y el IADEG, Fernández historió el proceso de la ruta de la seda antigua y la actual en el marco de la interconexión euroasiática y como un intento de acercamiento de dos núcleos civilizatorios, el mundo chino y el Mediterráneo, que han sido complementarios pero que tuvieron un gran asincronismo en su derrotero histórico. Por ejemplo la centralización china hace ya varios siglos a la par que Europa se fragmentaba y retrocedía, al menos hasta su Revolución Industrial. “Una pregunta para hacerse es por qué con los mucho más evidentes avances tecnológicos chinos, esa revolución la terminaron haciendo los europeos”, planteó.
Luego se refirió a la potente actualidad china a partir del triunfo comunista en 1949 y su proyecto actual de Nueva Ruta de la Seda, recreando aquellas vías comerciales aunque ahora debiendo enfrentar los intentos de “bloqueo” que hace Estados Unidos para “encapsular” a su competidor chino, “con las acciones de la OTAN, de sus flotas en el Asia Pacífico y queriendo forzar a China a una carrera armamentística para debilitarla”, dijo.
Por su parte Guzzetti recordó que la Nueva Ruta de la Seda, lanzada por el presidente Xi Jinping en 2013, tiene como marco la rivalidad con Estados Unidos y contiene 14 paradas terrestres y otras tantas marítimas, desde el Pacífico hasta España.
Habló también del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), al cual han adherido no sólo países asiáticos sino también europeos, pese al resquemor norteamericano.
Mencionó las tensiones que se produce en Siria, el Mar del Sur de China y otros puntos alrededor de Rusia y de China como intentos de EE.UU. para detener estas construcciones alternativas. Riesgos que incluyen, opinó, la posibilidad de una guerra nuclear y de una carrera armamentística. “En China, los BRICS, el BAII y otros espacios actuales no hay ‘Tratados de Libre Despojo’, como definió a los comúnmente llamados Tratados de Libre ‘Comercio’ o a los proyectos de Washington Transpacífico (que excluye a China) y Transatlántico, negociados muy dificultosamente en la actualidad. Y definió como cierre, luego de un debate con los asistentes, que la clave para entender el fenómeno actual chino es que “salió a competirle al sistema en su propio terreno. La Nueva Ruta de la Seda va en ese sentido”.
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