Nuevo local de comida asiática en el microcentro
Leemos en el suplemento Radar de Página 12: “Soy de familia china, mi mujer nació en Shenzhen”, dice Martín Jiang, explicando por qué apostó junto a su pareja a una gastronomía oriental. Pero 430 (el nombre remite al número de la calle donde queda) no se encuadra dentro de la postal típica del restaurante chino, sino que abre el juego a todo Asia, coqueteando con la cocina japonesa, la taiwanesa y también las del sudeste asiático”.
El restaurante 430 queda en ese número de la porteña calle San Martín, en el microcentro porteño. Continúa diciendo la nota que esa cocina se hace “en un espacio moderno, donde abunda el cemento alisado, con dos largas barras de madera donde comer (una en la planta baja, la otra en el primer piso) y unas pocas mesas que se llenan rápido. ‘Vino un cliente japonés, nos dijo que lo que hacíamos acá no era un verdadero ramen, y tenía razón. Pero le gustó tanto que ya volvió dos veces’, asegura Jiang.
“La carta de 430 es breve: durante este invierno, el plato estrella es el ramen, la sopa japonesa de moda en el mundo, que llega en tres versiones: de carne, de cerdo y vegetariana. Las dos primeras comparten el mismo caldo (a base de huesos de cerdo, novillo y pollo), la última es más ligera, con un fondo de verduras varias. En todos los casos, salen con huevo duro (cocido en salsa soja), akusay, zanahoria, rabanitos, cilantro, verdeo, maní y semillas de sésamo. El precio: $135, acompañado de un té de jazmín.
“Otras opciones son los bao ($70), sándwiches de pan al vapor (que en lugar de tomar la forma tradicional taiwanesa, semejan una figacita suave), que se pueden pedir con carne, cerdo, pollo marinado o pollo frito, siempre acompañados de chips de camarón y de papa. También, gyozas (empanaditas fritas, $65 las seis unidades), pinchos y algunas ensaladas, todas jugando con sabores del lejano oriente.
“430 inauguró hace un par de meses, sólo al mediodía, para dar cuenta del alto tránsito de la zona. Pero desde esta semana abrirá también de noche, aprovechando un gran subsuelo con barra de cócteles clásicos (manejada por Nicolás Constantin), cerveza artesanal y un menú orientado a las tapas asiáticas. Un lugar ideal para escapar a la monotonía culinaria del microcentro de la ciudad”.
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