En industria y la OMC, ¿se puede competir con China?
Néstor Restivo
El Atlantic Council, un think tank norteamericano con sede en Washington, presentó ayer en Buenos Aires un informe sobre la “huella china” en la “desindustrialización” de Argentina, Brasil y México, como reflejos del contexto general latinoamericano. Entre otros oradores, en el primer panel habló la canciller Susana Malcorra (foto) y dijo que “China no es fácil, es un desafío”, pero señaló que en base a su propia experiencia “se puede discutir de igual a igual; es un gobierno esencialmente pragmático que obviamente defiende sus intereses y ocupa espacios, pero entiende al interlocutor” en cuanto a saber qué espacios puede ocupar. De eso se trató por cierto la jornada, de cómo Latinoamérica asume la cuestión china y justo este año en el cual se debatirá en el marco de la OMC si se la acepta o no como “economía de mercado”. Para los asistentes, Argentina debería rechazarlo.
El acto, en la Bolsa de Comercio porteña, fue muy crítico a China por su política comercial (se denunciaron subsidios, dumping, no cumplimiento de derechos de patentes, etc.). No fue casual que, aunque no fue orador del encuentro, organizado por el Atlantic Council, la Unión Industrial Argentina y la Cámara de Exportadores, en primera fila se ubicó Paolo Rocca, titular del grupo Techint y el empresario más crítico a los acuerdos con China. La UIA ya planteó al gobierno “su preocupación ante las implicancias negativas de un eventual reconocimiento de la República Popular China como economía de mercado por parte de la República Argentina en las actuales circunstancias”.
Malcorra señaló: “China es un país que planifica a largo plazo. Tiene una visión estratégica que se mide en términos chinos. Este es uno de los grandes diferenciales en cuanto al relacionamiento con los procesos de la región. Es un país consistente y coherente. Darse cuenta de esto es muy importante para saber manejar la relación con un socio tan importante para nosotros”.
Trazó algunas diferencias de desarrollo recientes, notables: En 1980 China tenía un PBI de 306 mil millones de dólares y en 2013, otro de 10 billones. En el mismo lapso, América Latina pasó de uno de 760 mil millones a otro de 6 billones. En PBI per cápita medido por paridad de poder de compra, China pasó de 980 a 13.200 dólares y nuestra región, de 5.400 a 15.000. Y en comercio se siguen parámetros parecidos. Pese a esa diferencia abismal en el ritmo de crecimiento (que llegó a China a su lugar actual, segunda economía mundial) y a la asimetría de la planificación, la ministra aseguró que Argentina y la región tienen una gran oportunidad por el tema de la seguridad alimentaria. “Es una debilidad china y una fortaleza nuestra. Esto no se resuelve con soja o productos básicos sino logrando una cadena de valor más alta”, dijo, y criticó al Mercosur por su debilidad actual: “No podemos culpar a China de que nuestra integración no sea de otro modo; el Mercosur sigue siendo una suma de partes y no un conjunto”.
Desde la Cámara Argentina de Exportadores, CERA, su titular Enrique Mantilla fue muy duro en cuanto a los acuerdos firmados con China y a la Asociación Estratégica Integral que acordaron ambos países. Dijo que su entidad había pedido una audiencia pública y que en cambio el Congreso aplicó un “trámite express”. También calificó los acuerdos (que en general el gobierno de Mauricio Macri renovó) de “mefistofélicos” (diabólicos, como suele llamarlos Rocca también).
El secretario de Transformación Productiva, Lucio Castro, criticó a la gestión gubernamental anterior porque “Argentina tiene acuerdos comerciales con 10% de la economía mundial, lo que perjudica a las empresas” (en rigor, Argentina tiene comercio prácticamente con todo el mundo, él se refería a Tratados de Libre Comercio cuyo beneficio para los países firmantes es discutible, y de hecho sin tener TLC con ellos Argentina comercia con China, Europa, Estados Unidos, etc.)
Luego vino la presentación del informe La industria latinoamericana. ¿Y el rol de China cuál es?, que prepararon para Atlantic Council los mexicanos Jorge Guajardo y Manuel Molano y el argentino Dante Sica.
Este año, en diciembre, los países de la Organización Mundial del Comercio deberán dar o no estatus de economía de mercado a China. Cada país deberá decidirlo por sí mismo. No es algo de la OMC en su conjunto. Sobre esa cuestión, el informe plantea cómo subieron las exportaciones industriales chinas en Latinoamérica y cómo la cuota doméstica cubierta por bienes importados también subió. Para Molano –director adjunto del Instituto Mejicano de Competitividad-, China de ningún modo es “economía de mercado” y fue durísimo contra los subsidios del estado a sus empresas (que según él no son sustentables y en algún momento generarán una crisis “pantagruélica” en China), el dumping, el control estatal, el no respeto a leyes de propiedad y al hecho de que “un grupo de burócratas del Partido y no el mercado” definan la economía. Bramó que “hay que denunciar este capitalismo de estado con el cual es imposible competir”. Nada dijo del propio proceso de desarrollo chino, si benefició o no a su pueblo, o de cómo impactaron otros modelos de desarrollo en las sociedades de países que firmaron TLCs.
Según Sica, director de la consultora Abeceb, los datos latinoamericanos muestran que el PBI industrial respecto del general aporta menos por la presencia de China en la región, y para Argentina citó como los sectores más afectados a metal mecánica, bienes de capital en general, aparatos eléctricos y otros intensivos en mano de obra. En el medio, textiles y cadenas alimenticias. Y los menos afectados, autos, autopartes o calzado, que consiguieron regímenes de resguardo o acuerdos intra Mercosur (por caso en autos o autopartes recién en este último tiempo empieza a entrar China). Pero como película general, todo el aparato productivo quedó resentido estos años.
Recomendó ser más activo en medias antidumping o en cuotificar y reclamó que haya una coordinación, hoy ausente, del Mercosur en defensa comercial.
Ambos expositores dijeron que, en industria, China desplazó a Brasil de la región y a México de Estados Unidos, un país -de esto tampoco se habló en el seminario- que sigue muy preocupado por la presencia china en la región y que con la ola de gobiernos actuales vuelve a operar en favor de TLCs tipo ALCA bilaterales (con grandes beneficios para los capitales más concentrados) y minando experiencias alternativas como el Mercosur o, en lo político, la Unasur, más allá de las debilidades palpables de esos espacios.
El informe que ambos hicieron con Guajardo, ex embajador de México en Beijing, plantea que si se le da estatus de economía de mercado a China “posiblemente empeorará una situación económico ya difícil para muchas industrias latinoamericanas. Sugiere que debería planteársele a China que, en casos de antidumping, se invierta la carga probatoria y ella demuestre que sus costos domésticos no están por debajo de los precios del mercado. Y también, que un escenario posible es que, tal como hicieron EE.UU. o la UE, se vaya retrasando toda decisión, se busque la vía de un tercer mercado para casos antidumping, China cree un panel en la OMC para ver cada tema y así el escenario actual siga indefinido. Por el momento, cabe señalar que la región nunca planteó a la OMC un panel contra China para pedir medidas compensatorias o de salvaguardia.
Por otro lado el informe reconoce que China creó un fondo de 30 mil millones de dólares para ayudar a generar más capacidad industrial en América Latina, pero reclama que se active y que los países latinoamericanos lo usen.
Sobre si la baja industrial en Brasil, México o Argentina (en tanto el resto de Latinoamérica no tiene grandes pretensiones industriales y por eso ha firmado más TLC con el resto del mundo) es “culpa” de China o de los propios errores locales, el debate siguió luego otra en mesa en la que hablaron Guajardo, el ex embajador Alfredo Chiaradía (hoy director de Negociaciones Internacionales de la UIA y de CILFA, una cámara de laboratorios nacionales en Argentina); Carlos Abijaodi, de la Confederación Nacional de la Industria de Brasil, y Peter Schechter, del Adrienne Arsht Latin America Center del Atlantic Council. En representación del gobierno nacional lo hicieron además de Malcorra y Castro el secretario de Industrias Martín Etchegoyen y el ministro de la Producción Francisco Cabrera, quien habló al cierre junto con el presidente de la UIA Adrián Kaufmann, de Arcor, la alimenticia cordobesa que por cierto tiene en China un gigantesco mercado para sus productos.
Dijo Kaufmann: “La industria argentina quiere y debe competir internacionalmente, pero en condiciones de igualdad y no en un contexto caracterizado por deslealtades comerciales. Este año se cumplen 15 años de la adhesión de China a la Organización Mundial de Comercio, período en el cual no logró cumplir con los requerimientos necesarios para ser considerada una economía de mercado. Sólo con China, en 2015 el déficit de manufacturas de origen industrial alcanzó los 11.435 millones de dólares. Y algo para tomar muy en cuenta: el 40% de las compras argentinas a este país fueron de bienes con alto contenido tecnológico, y el 99% fueron bienes industriales”.
Y Cabrera aludió al Plan Productivo Nacional como eje para la industria y mencionó al modelo australiano como el camino a seguir en el intercambio comercial con China, especialmente por “las prácticas de flexibilización industrial que impulsaron los australianos”.
El informe completo AQUÍ
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