El peruano Oswaldo Reynoso y sus eunucos inmortales

7 junio, 2016

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Murió el escritor peruano Oswaldo Reynoso, uno de los mejores de su país aunque poco difundido en el resto de América Latina. Unos años vivió en China, de lo cual surgió su novela Los eunucos inmortales. El suplemento Radar reprodujo una entrevista donde Reynoso cuenta que cuando vivió a China le “llamó la atención la sonrisa de los jóvenes chinos. No era una sonrisa forzada como puede serlo la de las azafatas. Era una sonrisa con trasfondo y que se mantenía, con matices, en los ancianos. En el fondo de nosotros hay una llama que luego explota en una sonrisa”.


“No son las costumbres ni la comida lo que dan la identidad a un país, sino la mirada y la sonrisa de los jóvenes –agregó en la entrevista que le hiciera su colega y periodista Enrique Planas. Por otro lado, intento destruir el patrón de la belleza occidental que nos han impuesto. Recuerdo que en mi colegio en Arequipa, a uno de mis compañeros le habían puesto de apodo “cara de huaco” para burlarse de sus rasgos mestizos. Yo pienso que los huacos fueron retratos de gente muy bella. Es el verdadero patrón de belleza peruana”.

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Los eunucos inmortales, que no se consigue en Argentina (sólo se editó aquí En octubre no hay milagros y algún que otro texto) habla de la China de Deng Xiaoping, en la cual, según decía su presentación editorial, “un escritor afincado en esas distantes comarcas -hasta donde ha llegado en pos de la felicidad- es testigo de uno de los acontecimientos contemporáneos de mayor resonancia internacional: los graves incidentes de la Plaza Tiananmen a fines de la década de los ochenta. Un atisbo de esperanza surge en medio de la desolación y el dolor. ¿Será tal vez, como dice el sabio Liu, que para alcanzar la felicidad es necesario hallar la clave de lo que tenemos que ser? Oswaldo Reynoso consigue hacer de los Eunucos Inmortales, a la vez que un testimonio extraordinatrio de la China contemporánea, una cautivante novela que atrapa al lector en una atmósfera mágica donde la realidad es apenas la puerta de entrada a la ensoñación”.

Nacido en Arequipa en 1931, dijo sobre sus años en China que “quería vivir en un país socialista y tenía la sospecha de que aquí iba a encontrar la felicidad”. Según Planas, “Los eunucos inmortales es un parte aguas en su obra. Nos remite a su experiencia en China, país al que viajó creyendo en la ilusión por encontrar el paraíso. No lo encontró, y lo admite. Pero sí encontró el placer y esa fascinación por la belleza siempre evasiva. Es el primer libro donde se encuentra al hombre maduro fascinado por los púberes, ángeles asexuados, con los que mantiene relaciones de solemne distancia y deseo subterráneo. Creo que ésa es su obra mayor”.

Categorías: Cultura

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