Represas: entretelones de una ardua negociación

20 mayo, 2016

Por Néstor Restivo

Mal asesorado o enceguecido contra una obra emblemática del kirchnerismo, el presidente Mauricio Macri quiso voltear las represas sobre el río Santa Cruz que el gobierno anterior había licitado internacionalmente en 2012 y adjudicado a un grupo conformado por empresas argentinas y china. Un detalle que no tuvo en cuenta era que la obra, la mayor que China encara en el exterior en hidroelectricidad, había sido bendecida en acuerdos firmados por los presidentes Cristina Fernández de Kirchner y Xi Jinping. Para no citar el caso de la ex jefa de Estado, no se anula tan sencillamente la rúbrica del líder de la segunda potencia mundial, que todavía tiene varios años de poder por delante.

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El giro de esa posición –que ahora Beijing y Buenos Aires acaban de confirmar, ciertamente con algunos cambios al proyecto inicial, como adelantó Dang Dai el martes- comenzó a trascender el 5 de abril pasado, a poco de un encuentro entre Macri y Xi, cuando el secretario de Planeamiento Estratégico del Ministerio de Energía Daniel Redondo, hombre que provino del Frente Renovador de Sergio Massa, dijo que el país “necesitaba” esas obras. Su jefe, el ministro Juan José Aranguren, también pensaba igual por las necesidades energéticas del país.

Al principio Macri había sugerido que podría frenar lo firmado y ganado en licitación internacional. Sobre todo tras una reunión con la viuda del ecologista estaodounidense Douglas Tompkins, Cristine Mc Divitt, y con ONGs conservacionistas (foto). Pero hubiera sido un desplante grave en las arenas internacionales, y por lo demás el crédito chino para las obras estaba atado a otras inversiones de ese país en Argentina. Se caían las represas “Néstor Kirchner” y “Jorge Cepernic” y se caían otros compromisos, en especial el del Belgrano Cargas.

Tras dos intentos previos de licitación, el primero provincial y el segundo en el que había ganado el grupo liderado por IMPSA Pescarmona, el consorcio que se alzó con el contrato fue finalmente el formado por la china Gezhouba (constructora de la mayor del mundo, Tres Gargantas, en su país) y las locales Electroingeniería e Hidrocuyo. En el concurso compitieron capitales rusos, brasileños y argentinos, entre ellos los de Lázaro Báez y Ángelo Calcaterra (primo de Macri y dueño de Iecsa) asociados con la china Sinohydro, que ya en Ecuador le ganó una licitación a Gezhouba. Es que pese al carácter estatal de ambos holdings chinos, compiten entre sí en los mercados mundiales. Por eso, también un desplante a Gezhouba, una gigante de la construcción china pero a la vez global que necesitaba resarcirse en Sudamérica, hubiera tenido costos fortísimos para Argentina.

Cuando Macri se equivocó al dar por muertas las obras licitadas, se pusieron al frente de las negociaciones las carteras de Interior y Obra Pública, Medio Ambiente y Energía. Pero mientras el ministro Rogelio Frigerio tenía otras urgencias y el rabino Sergio Bergman no estaba muy al tanto del tema, quien tomó la negociación técnica fue Aranguren, respaldado por Alejandro Sruoga, secretario de Energía Eléctrica, y por el área de Energía Hidroeléctrica. Eso en el área técnica. Las negociaciones con el grupo local y con los chinos fueron durísimas, reconstruyó Dang Dai de fuentes que participaron directamente.

En lo financiero, quien hubiera podido destrabar el tema fue el ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay, uno de los primeros funcionarios del nuevo gobierno que viajó a China para renovar el swap entre bancos centrales (y a ejecutarlo, cambiando yuanes por dólares). Aunque esperable, fue curioso: en la campaña el PRO y los medios afines porfiaban en que ese mecanismo era un “maquillaje” inútil ya que los yuanes “no son convertibles”. Cambiemos cambió rápido.

Sin embargo, Prat Gay no pudo finiquitar la cuestión financiera de las obras porque todavía se imponía el criterio “ecologista”. Hasta que los bancos chinos que tenían programados los giros comenzaron a escribirle notas al ministro y a advertirle que cualquier evento de default generaría ruinosas consecuencias para Argentina.

Arrancó entonces una no menos compleja y engorrosa arquitectura financiera en ambos países, y el viaje de esta semana de la canciller Susana Malcorra a Beijing, tras seis meses de intensas tratativas, sirvió para cerrar el tema de la financiación.

Los cambios

Respecto del proyecto inicial, el gobierno macrista y el gobierno de Xi consensuaron cuatro cambios.

1) En lo técnico, se redujeron tres de las once turbinas pautadas cuando el tema lo llevaba adelante el Ministerio de Planificación a cargo de Julio De Vido, quedando la obra mayor, “Kirchner”, con cinco y la menor, “Cepernic”, con tres. Con ello se resolvió la cuestión tema ambiental, ya que una menor capacidad, que llevará la obra de generar los 1.740 megawatts previstos a 1.300 mw, mejora el “desacople” de lagos, ríos y glaciares de la zona y también el espejo de agua, que quedará a un nivel con menos riesgo de inundaciones y a la vista, preservando el área de un mejor modo para los ecologistas.

2) En lo financiero, la obra original requería financiamiento chino por 4.714 millones de dólares, más seguros, intereses y comisiones a cargo de Argentina, lo cual elevaban la inversión a unos 6.000 millones. Por la menor infraestructura prevista, ahora la obra costará (según definió Malcorra en Beijing, adonde también viajó estos días el presidente de Electroingeniería Osvaldo Acosta) unos 4.000 millones de dólares que proveerá China. El resto a cargo de la parte estatal argentina es el único detalle que falta conocer de la letra chica. Los bancos que intervienen del país asiático son el Banco Chino de Desarrollo con 50% del total, el ICBC con 30% y el Banco de China con 20%.

3) En cuanto a los plazos, inicialmente la obra se terminaría en cinco años y medio y ahora serán siete años, aunque se incluyen estos seis meses de negociaciones.

4) Y por último, respecto de la propiedad futura de la obra, en el plan original el Estado nacional las iba a explotar quince años y a partir del año dieciséis iba a quedar para la provincia de Santa Cruz. Ahora, la obra será siempre del Estado nacional, aunque pagará regalías, según otro duro toma y daca entre el ministro Frigerio y la gobernadora Alicia Kirchner, y que finalmente aprobó el gobierno y la legislatura provinciales. Los gremios de la construcción y otros estuvieron atentos y presionando por el cuidado de los miles de puestos de trabajo que se generarán. No fue un tema menor.

Ex secretarios de Energía, siempre duros con el kirchnerismo pero responsables de años de crisis en el sector, habían sugerido en su momento que algunos ríos de otras provincias tenían mejor caudal para represas que aportarán -como lo harán éstas- 4% más para el parque eléctrico nacional.

El apellido Kirchner, el rol del Ministerio de Planificación, la localización de las represas en la provincia de Santa Cruz (que como otras “del norte o del sur”, alejadas de la city porteña, al decir de Prat Gay, genera “caudillos” que “nos cooptan” y estarían reñidos con la democracia bienpensante y tributaria del sistema mundial de dominación), en definitiva una obra emblemática del kirchnerismo y del peronismo, por la cual luchó toda su vida también Cepernic, gobernador entre 1973 y la dictadura, que lo persiguió y encarceló por cinco años (murió en 2010, igual que el ex presidente “pingüino”), eran demasiado para quienes buscan desandar todo lo hecho en 2003-2015, lo malo y lo bueno, pero no pudieron hacer retroceder la obra.

Para Argentina es un proyecto quizá más importante que para China, por el aprovechamiento que hará de la hidroelectricidad. En todo caso lo era para el país asiático por el monto involucrado (el mayor en obras de ese tipo en el mundo entero para una empresa china, y la mayor obra en su tipo en América Latina) y para Gezhouba, por lo comentado anteriormente.

A China, en tal caso, puede interesarle más la segunda mayor obra que encara en Argentina, la del Belgrano Cargas, pues esa obra sí tiene un fin estratégico para su abastecimiento de materias primas argentinas.

Pero un proyecto estaba atado al otro, le recordó Beijing a Buenos Aires.

Categorías: Política

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