Nuevo libro de Yan Xuetong, sobre la “potencia benevolente”

5 abril, 2016

El economista Guillermo Santa Cruz escribe en Dang Dai sobre el libro El desplazamiento del poder global. Liderazgo político y competencia estratégica, de Yan Xuetong, decano del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de la Universidad de Qinghua, doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de California, Berkeley (foto). El autor, partiendo de la teoría del Realismo Moral, plantea que la mejor estrategia para que China emerja exitosamente como líder global es consolidarse como una potencia benevolente, lo contrario a seguir la llamada ley de la selva.

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Por Guillermo Santa Cruz
Miembro del Grupo de Trabajo sobre China en el CARI 

En su nuevo libro, el doctor Yan Xuetong brinda una explicación teórica al fenómeno del desplazamiento del poder global. En “El desplazamiento del poder global, Liderazgo político y competencia estratégica” (*) el autor analiza a través del Realismo Moral cómo el poder emergente puede triunfar sobre el poder dominante. Concluye que la mejor estrategia para que China emerja exitosamente como líder global es consolidarse como una potencia benevolente.

El doctor Yan es el referente de lo que llama el Realismo Moral (??????), una teoría que une los conceptos del realismo en las relaciones internacionales con conceptos tradicionales relacionados a la moral de la China antigua. Su teoría enriquece el  análisis incorporando los conceptos de liderazgo político (????) y reputación estratégica (? ???).

El realismo moral considera que el liderazgo político es el componente principal del éxito o fracaso del país emergente. El tipo de liderazgo político de un país depende de la personalidad, la edad, el entorno, la concepción del mundo de sus dirigentes. Considera por otra parte que el país emergente se basa en la reputación estratégica para modificar la configuración internacional. En un contexto en donde el país emergente cuenta con menos recursos materiales que el país líder, éste utiliza la reputación estratégica para ampliar sus alianzas internacionales y así tener a disposición más recursos materiales.

Los países líderes establecen las normas internacionales, pero el país emergente puede modificarlas en su camino a la cima. De acuerdo al realismo moral, cambiar las normas internacionales depende de los valores. En la actualidad se cree que los valores de “igualdad, democracia y libertad” son los valores máximos a los que puede aspirar la humanidad. Sin embargo, el realismo moral considera que en la cultura china existen valores más altos: la equidad (??), la justicia (??) y la civilización (??). China tiene una ventaja cultural para promover estos valores porque se basa en conceptos tradicionales muy cercanos (**).

El realismo moral considera que la equidad es superior a la igualdad a la hora de establecer normas internacionales, porque la igualdad absoluta deriva en conflictos. Por otro lado, si a la democracia se le incorpora el sentido de la rectitud, lograremos que las acciones de los países sean legales en forma y justas en su naturaleza. En un contexto en donde en el mundo se pronuncian las diferencias de ingresos, promover el valor de la justicia es más importante que el de la democracia. Por último, si bien la libertad es una necesidad del hombre, también lo es vivir en sociedad. La civilización es el factor que mejor equilibra nuestra libertad y el orden que necesitamos para vivir en comunidad.

Las normas internacionales están directamente vinculadas al tipo de país. El realismo

moral clasifica a los países en tres tipos: el benevolente (??), el fuerte (??) y el

dominante (??). El país benevolente sigue los principios morales, el fuerte se basa en la ley de la selva, y el dominante tiene doble estándar, o sea, con sus aliados sigue los principios morales y con sus enemigos la ley de la selva.

La comunidad internacional sigue de cerca el surgimiento de China. De acuerdo al Dr.

YAN el mundo no quiere que China se convierta en un estado bélico como Japón en la

Segunda Guerra Mundial, y tampoco quiere que sea el segundo EE.UU., porque si lo

hiciera posiblemente no cambie las reglas de juego injustas que existen en el mundo en la actualidad. Por eso, China tiene que establecerse como una potencia benevolente.

Utilizando el marco teórico propuesto, sugiere que China debería tener una diplomacia

acorde al estatus de una potencia. En el pasado China era un país débil y por eso su

estrategia era tener perfil bajo, pero ahora que la distancia material con EE.UU. se redujo, seguir con esta estrategia le genera al país demasiada presión internacional. La diplomacia de una potencia hace frente a distintos desafíos sin miedos, establece cooperación económica con una actitud generosa, provee seguridad a sus aliados y promueve un nuevo orden internacional.

China debería ser consecuente entre lo que dice y lo que hace con el fin de construir

reputación estratégica. Esto le dará autoridad para liderar a la comunidad internacional y moldear las normas internacionales de la manera más conveniente a su interés nacional.

Pero para que este beneficio pueda mantenerse en el largo plazo no debe ser único de

China, sino que tiene que beneficiar a la mayor cantidad de países.

Estas nuevas normas estarían basadas en los valores de equidad, justicia y civilización.

Esto quiere decir, un sistema en donde los distintos países tengan distintas

responsabilidades. En el mundo hay más de doscientos países, las diferencias son muy grandes y tener un solo criterio para todos es causa de conflictos permanentes.

Ser una potencia benevolente implica elevar las capacidades del país en todo sentido, no solo en el terreno económico. De acuerdo a Yan, en la década del 80 Asia no logró

superar a Europa, principalmente porque Japón se basó solamente en el crecimiento

económico. Yan repite una y otra vez que China debería establecer alianzas militares

con países más débiles y comprometerse a protegerlos. También reconoce que para ser una potencia global hay que triunfar en el terreno de las ideas. En este punto, la distancia que lo separa de otros centros de poder es grande, pero no se descarta que pueda achicar esa brecha en algún momento.

El contexto internacional sería beneficioso para que China logre establecerse como una potencia benevolente. En un mundo globalizado, las amenazas a la seguridad no

tradicionales no dejan de crecer, y un país que se consolide como potencia benevolente conseguiría el apoyo de la mayor parte de los países. Terrorismo, crisis financiera, contaminación del medio ambiente, hackers, proliferación de armas nucleares, son todas amenazas globales que no diferencian fronteras. Estas amenazas son cada vez más severas y solo un liderazgo benevolente puede promover capacidad material y voluntad política para afrontarlas.

Si bien las propuestas del doctor Yan no necesariamente sean las que el Gobierno chino termine adoptando, las ideas expuestas en su libro son poderosas y nos ayudan a imaginar posibles caminos de China en el futuro, como así también el impacto de esas decisiones en la comunidad internacional.

Cuando analizamos las acciones chinas de los últimos años, queda claro que el país tiene vocación de liderazgo económico. Iniciativas como el Asian Infrastructure Investment Bank, el Regional Comprehensive Economic Partnership, la iniciativa One Belt One Road entre muchas otras, muestran un país que tiene una diplomacia acorde a su estatus de segunda economía del mundo.

Cuando vemos otros aspectos sin embargo, la cuestión no es tan clara. Por ejemplo,

¿puede China impulsar internacionalmente los valores de equidad, justicia y civilización cuando recibe críticas constantes de la comunidad internacional por las diferencias de ingresos, avasallamiento de libertades, corrupción, en el ámbito doméstico? ¿Puede China liderar internacionalmente aspectos como la lucha contra el cambio climático, o terrorismo informático cuando la comunidad internacional le critica que actualmente su aporte es insuficiente?

Habiendo hecho esos cuestionamientos, es justo decir también que distintas etapas de

desarrollo requieren distintas estrategias. Las prioridades pueden cambiar y hechos

recientes tal vez acerquen a China a ese estatus de potencia benevolente que predica el doctor Yan. La campaña anticorrupción, el esfuerzo por establecer un Estado de Derecho, su compromiso para reducir emisiones y desarrollar energías renovables, son ejemplos de esto.

La actualidad internacional le brindará innumerables oportunidades a China para

demostrar qué tipo de potencia quiere ser, y a nosotros para observar con qué tipo de

potencia tendremos que lidiar. Por ejemplo, frente a un barco de su nacionalidad hundido por pescar ilegalmente en aguas de un país soberano ¿dejará que la justicia opere independientemente o utilizará su poder político y económico para favorecer algún tipo de doble estándar? Frente a la necesidad de tener una balanza comercial equilibrada con sus socios comerciales, ¿negociará con una actitud generosa o con la ley de la selva?

De acuerdo al doctor Yan la única manera de que China logre alcanzar y mantener el estatus de superpotencia es por medio del poder benevolente. Esperemos que esté en lo cierto, porque el escenario de una China no benevolente no es alentador.

Notas

* Original en idioma chino “?????????????????Beijing University Press, 1ed.

Sept. 2015. Los conceptos e ideas en este artículo son de traducción propia (GSC).

** ??????

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