¿Potencia mundial en la industria del fútbol?

30 enero, 2016

El brasileño Ramires pasó de Chelsea a Jiangsu Suning. (REUTERS)

Una nota en Clarín destaca que “solo esta semana” China “sacó a Ramires de Chelsea por 35 millones de dólares y a Guarín de Inter por 13 millones”, para sostener que China es “la incipiente potencia mundial que le pelea a Europa”.


En medio de las grandes luces del fútbol europeo, hay una liga que emerge. El poderío económico ya no es sólo propiedad de Real Madrid, de Chelsea o Barcelona. En los últimos años les surgió un competidor que pugna con ellos a fuerza de millones por la contratación de las principales figuras del mercado: el fútbol chino.

Las últimas rutilantes incorporaciones para enriquecer la Superliga de China son Freddy Guarín y Ramires. El pase del colombiano (29 años) fue adquirido por el Shanghai Shenshua, que pagó 13 millones de dólares al Inter de Milán. Y el brasileño (28) abandonó su lugar en Chelsea para jugar en el Jiangsu Suning, que abonó 35 millones de dólares a cambio de su ficha. Además, Guanghzou Evergrande tentó a Gabi, volante y capitán del Atlético de Madrid, con una irresistible oferta: 25 millones de euros por tres temporadas.

Las inversiones millonarias por estos futbolistas son apenas la punta del iceberg: en los últimos años varios clubes desembolsaron sumas siderales por figuras europeas y hasta por entrenadores como Luiz Felipe Scolari, el actual DT del Guanghzou Evergrande, quien suena para asumir en el seleccionado chino.

Los millones que abonan estos clubes encuentran su respaldo en las frondosas arcas de grupos empresarios y coinciden con una política de Estado de impulsar a China como potencia en el mercado del fútbol. Cada club tiene detrás a una empresa. Es el caso de Guangzhou Evergrande, uno de los más fuertes de la liga que tiene en el plantel a los brasileños Robinho y Paulinho, y que incluso jugó el último Mundial de Clubes. Detrás suyo está Alibaba, una empresa de compra y venta por Internet que adquirió la mitad de las acciones de Guangzhou en junio de 2014. Un caso parecido es el de Shandong Luneng, que cuenta con el argentino Walter Montillo entre sus filas, y que es propiedad de una empresa de electricidad de la que el estado chino es accionista en un 51%.

Sin embargo, los clubes chinos no siempre tuvieron este poderío. Hubo un punto de quiebre, y Eduardo Carlezzo, abogado brasileño especializado en Derecho deportivo y referente en materia de fichajes internacionales, se lo explica a Clarín: “Hay tres momentos de cambio. El primero se produjo en los 90, cuando el gobierno dejó de manejar a los clubes, que pasaron a ser propiedad de grandes empresas chinas. Luego, en 2014, el presidente dio a conocer un plan de reorganización del fútbol, en el que se establecía que el Estado debía dejar de interferir. Incluso la Asociación China funcionaba como un organismo estatal. El tercer momento fue cuando la Policía detuvo a más de 100 personas vinculadas a la corrupción en este deporte”. Con la limpieza y la llegada de inversión privada, el impulso fue total. “Hoy el fútbol chino es un mercado extremadamente importante en Brasil. Es el principal comprador”, agrega. La Superliga se juega desde 1994.

Son numerosos los casos de estrellas que desfilaron por la Superliga: Didier Drogba, Nicolas Anelka, Asamoah Gyan -firmó con Shangha Donghai en 2015 por la impresionante suma de 16 millones de euros- y el argentino Darío Conca, entre otros. También hubo argentinos como Rolando Schiavi y Lucas Viatri. El fútbol en aquel país se volvió tan fuerte que hasta Lionel Messi abrió una cuenta en la red social Weibo, el Twitter chino, a cambio de US$ 4,7 millones.

La exportación de futbolistas no se detuvo, sino todo lo contrario: se incrementó. En 2015, la Superliga realizó una erogación que rondó los 168 millones de dólares, lo cual significó un aumento del 68% con respecto a 2014. “La Superliga ofrece salarios muy difíciles de ver en Europa”, cuenta Carlezzo.

Las poderosas billeteras que respaldan a los clubes chinos invierten cada vez más dinero en este incipiente negocio. De hecho, el dueño de Guangzhou, Xu Jiayin, pagó 200 millones de dólares para la construcción de una escuela de fútbol con decenas de canchas. Los chinos se expanden también en este deporte y esto es sólo el comienzo: “El gobierno tiene un plan a largo plazo para que el fútbol local tenga relevancia internacional y para que China pueda ser el futuro país del Mundial 2026 ó 2030”.

 

Categorías: Deportes

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