Una clase magistral sobre los chinos de ultramar
En España viven casi 200 mil chinos, el doble que en Argentina y el tercer destino de la inmigración china en Europa luego de Gran Bretaña e Italia. Muy pocos, apenas 500 personas, son taiwanesas, a diferencia de Argentina, donde ese número compite con el de los de la República Popular China. Y tienen organizaciones de chinos de ultramar que se asemejan a las que hay aquí y en el resto del mundo, ya que esas instituciones, en los últimos años, han cobrado relevancia y asumen características a veces comunes en cuanto a su rol en los países de destino, a la intermediación con la RPCh en negocios o cultura, y a la legitimidad frente a sus bases comunitarias. Lo explicó la antropóloga argentina Gladys Nieto, quien enseña e investiga en la Universidad Autónoma de Madrid y pasó por Buenos Aires, donde dio una conferencia sobre el tema organizada por Dang Dai y el Centro Latinoamericano de Estudios de Política y Economía de China.
Nieto es una exponente de primer nivel sobre corrientes migratorias chinas, también sobre el rol de la mujer en la RPCh. Fue un lujo tenerla en la sede del Clepec, donde se desarrolló la actividad, centrada en su experiencia de estudios con los chinos de España.
Hay en el mundo, dijo, algo más de 40 de millones de chinos de ultramar, según los estudios de Dudley Poston, “una cifra que, frente a los casi 1.400 millones de chinos en la RPCh, hace irrisorio que algunos teman una ‘invasión amarilla’”. Explicó que en la RPCh hay tres clasificaciones de emigrados: los huaqiao (que tienen pasaporte chino), los huaren (que se nacionalizaron en el país que están), y los huayi (descendientes). Esos más de 40 millones abarcan las tres.
“La gran mayoría de emigrados está en el sudeste asiático por razones históricas y geográficas, sobre todo en Indonesia, Tailandia y Malasia. En 1980 eran 90% del total, pero para 2000 ya había bajado a 73%; igual Asia es el primer destino, luego las Américas con casi 19% (sobre todo EE.UU. y Canadá con 7,5 millones, luego Sudamérica), Europa 5%, Oceanía 2,4% y África sólo 0,6% pero en ascenso estos años”, dijo.
La RPCh tejió más lazos con sus migrantes sobre todo entre fines del siglo XIX y la caída del imperio en 1912, cuando se le prestaba mucha atención a la diáspora en las luchas por la República, y a partir del proceso de reforma y apertura de Deng Xiaoping. En el medio, con el maoísmo, fue un período donde no hubo lazos prácticamente.
Algunas características de sus asociaciones son comunes en todo el mundo, dijo Nieto. Una importante es cuidar la imagen la de la “chinidad”. También una tendencia a construir una “comunidad imaginada” (relatos sobre el origen, divulgación de la lengua, etc.) y otra a construir una “comunidad china” en el país de destino, donde reine la armonía sobre el conflicto. “En ambos casos las asociaciones chinas serán condicionadas por jerarquías de clase y de género”, detalló.
En España hay 80 instituciones, siendo que la principal región de origen (más de 70%) es la de Zhejiang, de donde han llegado sobre todo campesinos. De Taiwán hay sólo unas quinientas personas y muy separadas de los chinos continentales, otra diferencia con Argentina. Los chinos se dedican a pequeños comercios (no supermercados como en Argentina), tiendas de comida, textiles, zapatos o restaurantes, “todo a cien” (similar a los viejos “todos x dos pesos” argentinos) y otros rubros. “También es curioso que bares típicamente españoles, los herederos no quieren atenderlos y pasan a manos de chinos, por recambio generacional, algo muy interesante”, señaló.
Las asociaciones tienen rasgos plutocráticos (de élite, en general manejadas por empresarios poderosos), se erigen o asumen como defensoras de derechos del inmigrante, asumiendo su representatividad; pueden funcionar como control hacia la propia colectividad y cumplen funciones filantrópicas y altruistas. Tienden de a globalizarse (los paisanos de tal ciudad o provincias chinas asociados en España, Francia y otros países, por ejemplo). Y a partir del crecimiento chino de las últimas décadas funcionan también como puentes con la RPCh para negocios y difusión cultural. Sus líderes a veces viajan a China y tejen lazos con sus pueblos de origen con donaciones u otros mecanismos, explicó. “Ese rol de intermediación con la China de este tiempo es muy característico de esta etapa”, concluyó Nieto.
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