Entrevista a Juan Martín Hsu, director de La Salada
Benjamín Harguindey entrevistó al director argentino de origen taiwanés Juan Martín Hsu, realizador de la multipremiada La Salada, que será estrenada en el circuito comercial mañana jueves 11 (en ciudad de Buenos Aires en Hoyts Abasto, Artemultiplex, Multiplex Belgrano y Multiplex Monumental Lavalle). Hsu reconoce que en la película “hay varios elementos, míos o de amigos míos. También situaciones familiares a las mías, como hijo de inmigrantes. Coreanos, bolivianos, nacidos en Corea o China y venidos de chico… pasamos ciertas situaciones en la infancia muy parecidas, de querer adaptarse, de discriminación.”
– Juan Martín Hsu: “Al principio no me daba cuenta pero uno de los temas que iba a tocar era el de la inmigración, pero desde un capítulo más personal”
Ganadora de Cine en Construcción en el Festival de San Sebastián, La Salada (2014), tuvo un recorrido internacional de ensoñación para cualquier film independiente argentino. La Habana, Toronto, el 16 BAFICI y el 62 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, son solo algunos de los festivales que recorrió en un poco más de un año. “La idea es que haya heterogeneidad de voces en la película para salir del lugar común, de la forma en que siempre se cuenta la historia de los inmigrantes en la Argentina”, dice su director Juan Martín Hsu en una charla exclusiva con EscribiendoCine durante la 23 Edición del Festival Biarritz Amérique Latine.
¿Cómo diste con la idea de hacer una película sobre la feria La Salada?
La Salada la conocía de adolescente. Tenía unos amigos coreanos del secundario que vendían algunas cosas ahí. De ahí ya conocía el espacio. Cuando terminé la tesis de la carrera quería hacer una película y no sabía muy bien por dónde iba a ir… pero había algo de la feria que me atraía porque, yo decía, pongamos la cámara donde la pongamos, algo interesante hay para ver. A partir de ahí empezó a aparecer la locación.
Entonces apareció la feria como un lugar con una gran cantidad de gentes, de nacionalidades, de religiones, de todo hay. Al principio no me daba cuenta pero uno de los temas que iba a tocar era el de la inmigración, pero desde un capítulo más personal. Soy argentino, pero mis padres son taiwaneses. Ahora parece obvio pero en ese momento no era tan directo (el tema) y de a poco me fui dando cuenta que en verdad tenía que ser no solamente las cosas que pasaban ahí o que yo podía ver sino experiencias propias mías.
Hay un elemento biográfico en la película.
Sí, hay varios elementos, míos o de amigos míos. También situaciones familiares a las mías, como hijo de inmigrantes. Coreanos, bolivianos, nacidos en Corea o China y venidos de chico… pasamos ciertas situaciones en la infancia muy parecidas, de querer adaptarse, de discriminación. Había varios elementos de ese tipo que empecé a juntar y armar en estas historias. De ahí uno de los motivos que la película sea coral.
Por eso decidiste contarla en tres historias.
Sí, tres historias. Originalmente había un montón, pero de a poco fuimos recortando. La idea es que haya heterogeneidad de voces en la película para salir del lugar común, de la forma en que siempre se cuenta la historia de los inmigrantes en la Argentina. El lugar del estereotipo correrlo. Esa era una de las cosas que quería lograr, que se note que la historia venga bien de adentro.
¿Hubo alguna reticencia para filmar en el mercado?
En el mercado nos dieron la autorización. La policía dentro de la feria no puede entrar. La feria tiene dos kilómetros por dos kilómetros, separados en tres grandes secciones: Punta Mogotes, Urkupiña y Ocean. Cada sección, cada complejo, tiene un administrador, alguien que administra ese galpón. Hablamos con el administrador de Punta Mogotes – no me acuerdo el apellido – y nos dio el acceso. Sabe que cualquier tipo de publicidad de la feria le conviene. Además del acceso nos puso seguridad, guardias que nos acompañaban.
Hubiera pensado que era más complicado filmar en un lugar tan abarrotado todo el tiempo.
Para la productora no estaba bueno porque todo era muy de palabra. “Sí, vení mañana, te pongo dos guardias, llamá acá”. Todo el tiempo había dudas si era realmente posible o no. Hasta el primer día que empezamos a filmar estaba la duda de qué iba a pasar. Era un riesgo grande. Lo otro es que no fue difícil el acceso pero sí fue muy difícil filmar adentro. La feria tiene demasiados imprevistos.
En un momento el guión transcurría todo de noche porque la feria durante años y años abría solamente a la noche, a la madrugada. Y en la época en que filmamos nosotros decidieron – una o dos semanas antes de arrancar a filmar – no abrir más de noche y hacerlo todo el día. Así que hubo que reajustar dos semanas antes la idea de que toda la película transcurriera de noche. Luego al final empezaron a abrir de noche y fue una complicación, porque veníamos filmando todo de día.
Entonces la locación moldeó el guión hasta cierto punto.
La película tiene pocos planos generales. Uno de los motivos es que muchas veces llegamos y estaba todo cerrado, no había nada. Entonces teníamos que improvisar una escena simulando que todo estaba abierto. Íbamos a ir a tal locación y ya no existía más, estaba todo derrumbado. Así todo el tiempo. O de repente poníamos la cámara y había tanta gente saludando, parando a los actores… esto nos empezó a complicar y empezamos a cerrarnos más en los planos. A las dos semanas el DF me dice “Estamos haciendo una película rara porque no estamos haciendo planos generales, son todos planos cerrados”. Ahí nos empezamos a dar cuenta que no era un problema sino que la historia tenía que volcarse para ese lado, para el lado de los personajes. Si se armaba algo, la película se armaba con estos personajes, centrarnos en ellos, no desviarse de tema. El tema era ellos.
¿Qué tipo de recepción ha recibido la película en los festivales que ha participado?
Después de que ganó Cine en Construcción – una sorpresa para todos –le dio un tiro a la película, que en nuestras expectativas era bastante chica. Ya en la proyección había por los menos treinta, cuarenta programadores de festivales, de Cannes, Berlín, Sundance, todos en una única sala, de un saque, todos a la vez. Eso es buenísimo para mostrar la película. De repente se armó algo mucho más grande, la ventana que se abrió fue genial. Si no hubiera sido por eso tal vez no hubiera funcionado tanto a nivel festival. Solo con estar en Cine en Construcción le da mucha visibilidad. El otro punto fue el BAFICI. Fue una jugada estar ahí porque bueno, era muy temprano comparado a todo lo que viene ahora. A partir del BAFICI y el Work in Progress de La Habana se armó para que entremos en Toronto, y ahí empezó la rueda.
¿Cómo te ayudó el premio que ganaste en Cine en Construcción (San Sebastián, 2013)?
Me ayudó a terminarla, básicamente. Nosotros llegamos con un primer corte, no teníamos la plata para terminar (la corrección de) color y (la mezcla de) sonido, y sobre todo el tema de la música, porque hay algunas inclusiones musicales que cuestan mucho. Si no hubiera sido por este premio no lo podríamos haber hecho. Lo terminamos en España, estuvo buenísimo. La película nació como algo muy chiquito. Sabíamos que estaba muy acotado el presupuesto y las limitaciones que teníamos a nivel de condiciones de rodaje. Terminamos en el mejor laboratorio que hay en España, que es el Deluxe Barcelona*, en la misma sala de mezcla donde mezclaron Pedro Almodóvar, Alex de la Iglesia… el equipo es muy profesional. Daniel Goldstein fue el que coordinó todo, él hizo la banda sonora de 7 cajas (2012).
*El Deluxe Barcelona, el último laboratorio de su clase de toda España, fue cerrado en enero de este año.
Te quería preguntar sobre 7 cajas. Tiene un marco muy parecido a La Salada.
Cuando vi la película, sí, noté que hay imágenes que se parecen a La Salada, son iguales casi. Me sorprendí. Me daba un poco de miedo, a ver si la película se parecía. Pero después de verla me di cuenta que la película, más allá del espacio, va por otro lado.
La feria tenía tantas dificultades para filmar que filmamos poco y no como lo habíamos pensando. Esto nos fuimos dando cuenta durante el rodaje y sobre todo en el montaje. Nos dimos cuenta que no se armaba mucho la feria, que la historia de la feria había que ir dejándola de lado porque empezaba a tomar tanta fuerza que los personajes empezaban a desaparecer. En un momento hasta pensamos cambiarle de nombre a la película porque no quería que tuviera tanta importancia la feria y que se centre más en las historias de los inmigrantes.
¿Cómo la iban a llamar?
¡Nunca lo encontramos el nombre! Por eso quedó La Salada.
La nota en Escribiendo Cine
El TRAILERde La Salada
PUBLICAR COMENTARIOS