Defensa de lo firmado

7 marzo, 2015

El senador Ruperto Godoy, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto del Senado, escribe en exclusiva para Dang Dai sobre los convenios con China recientemente promulgados.

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El autor de la nota (izq.) durante la visita del presidente Xi Jinping en 2014. En el medio, el jefe de Diputados, Julián Domínguez

Un acuerdo estratégico para un futuro promisorio

Por Ruperto Godoy (*)

Tal como expresó la Presidenta de la Nación en su discurso del 1° de marzo ante la Asamblea Legislativa, los acuerdos suscriptos con la República Popular China deben ser analizados reflexivamente desde la política.


Para ello debemos tener en cuenta, no sólo las transformaciones que se vienen operando en el ámbito internacional en las últimas décadas sino, particularmente, la orientación y los resultados de la política instrumentada por el gobierno argentino desde mediados del 2003.

En lo que hace al primer aspecto, claramente se observa el tránsito de lo que fuera un mundo unipolar, luego de la implosión de la URSS, a un escenario crecientemente multipolar con el ascenso de países y regiones que hasta no hace mucho tiempo eran considerados periféricos.

Aún dando cuenta de sus fragilidades socioeconómicas internas, es innegable que ciertos países, como China, India y Brasil, se han transformado en parte de los nuevos centros dinámicos de la economía mundial con tasas de crecimiento por encima del promedio mundial. Al mismo tiempo, sus grandes empresas se han transformado en inversores internacionales de creciente relevancia. Dicho fenómeno de internacionalización empresaria conlleva nuevos intereses en el ámbito económico global y conduce a nuevas necesidades de política externa.

El crecimiento económico de China y su mayor inserción como actor clave en el comercio mundial, especialmente como demandante de recursos naturales, metales y minerales para la industria ha tenido también su impacto en América Latina. Las industrias chinas son hoy el primer destino de las exportaciones de Brasil, Perú y Chile.

Y por supuesto que la Argentina no está al margen de este proceso. Las relaciones bilaterales entre Argentina y China han evolucionado a la par de los cambios producidos en el entorno global, regional y nacional. La Argentina es hoy el segundo socio más importante de China en América Latina, luego de Brasil.

En lo que hace a la política interna, estos acuerdos deben ser visto como una reafirmación del proyecto económico impulsado desde la asunción de Néstor Kirchner. Fue precisamente durante su mandato, en 2004, cuando se intensificaron las relaciones con el país asiático. Y esta nueva etapa, caracterizada por ambos gobiernos como Asociación Estratégica Integral, se vincula con el creciente proceso de reindustrialización que lleva adelante la Argentina. Nuestro país es el único de América latina que no ha reprimarizado su estructura productiva y su comercio internacional. Y los nuevos acuerdos refuerzan esa estrategia, al incluir áreas claves como energía, telecomunicaciones, laboratorios de ciencia, creación de parques industriales, minería, transporte terrestre e infraestructura portuaria. Ello significa poder incorporar mayor valor agregado y mayor capacidad exportadora en los productos argentinos y dotarlos de una mayor competitividad.

Por la significación que tienen quisiera destacar algunos puntos salientes de los acuerdos: 1°) la financiación de la construcción de la represas Néstor Kirchner-Jorge Cepernic por US$ 4.720 millones, con un plazo de gracia de 66 meses, que generará 7.000 empleos, en su mayoría mano de obra local directa. Solamente un centenar de técnicos serán extranjeros, como en cualquier obra de estas características; 2°) la ratificación del trabajo conjunto para la construcción de la cuarta central nuclear (Atucha III). Será encarada por una asociación entre Nucleoeléctrica Argentina SA y China Nuclear National Company, con una inversión de 5.800 millones de dólares, con transferencia del 100 % de la tecnología, consolidando el desarrollo de más de 50 pymes que participaron en Atucha II; 3°) la posibilidad de la construcción de la quinta central nuclear con tecnología PWR, con uranio enriquecido y agua natural, que prevé una inversión de 7000 millones de dólares financiados por bancos chinos, con una participación de insumos locales del 50 %, ya que es una tecnología más compleja, pero con la transferencia total de la tecnología.

Es necesario puntualizar que la relación bilateral no se encuentra solo reducida al intercambio comercial. Argentina y China sostienen un permanente diálogo sobre temas de la agenda global, tales como: cambio climático; zonas de peligro nuclear; solución pacífica de controversias; soberanía económica y reestructuración de deudas nacionales; entre otros. La República Popular China nos ha apoyado en Naciones Unidas por nuestros legítimos derechos soberanos sobre las Islas Malvinas.

En este sentido, bajo un contexto de globalización y de interdependencia compleja, entonces, es clave comprender como dato esencial del escenario internacional de este siglo el ascenso pacífico de China. Un reciente estudio de la OCDE indica que en 2012 China superó a la eurozona en PIB, y se proyecta que superará a EEUU en 2030. De aquí que la Argentina no puede desconocer estos datos de la nueva realidad geopolítica internacional

Para concluir, hoy tenemos un mundo más abierto, multipolar, que permite a las naciones jugar con mayor autonomía e independencia y no estar sometidas a los mercados y a los capitales financieros. Y ese es el sentido último de estos acuerdos y el camino que ha decidido transitar la Argentina hacia el futuro.

(*) Senador. Presidente Comisión de Relaciones Exteriores y Culto Honorable Senado de la Nación

Categorías: Contribuciones

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