La apuesta del MPN
En una nota editorial en Diariamente Neuquén, Rubén Boggi explica que “es difícil –tal vez imposible- pronosticar qué cosas de fuertes impacto sucederán en el país y en la provincia de aquí al 26 de abril; pero sí es fácil y lógico probar que la mayor apuesta del MPN (Movimiento Popular Neuquino) gobernante, aliado en el desarrollo de emprendimientos al gobierno nacional de Cristina Fernández, es a las nuevas alianzas estratégicas que ha hecho el kirchnerismo gobernante, con Rusia y China, las dos potencias interesadas en invertir en Argentina, alejadas de las exigencias y planteos de Estados Unidos y Europa, apuntadas al cono sur por razones geopolíticas todavía vigentes en la profunda globalización de la economía.”
Neuquén, atada inexorablemente al desarrollo de Vaca Muerta, observa con avidez los planes chinos. No de ahora, lo viene haciendo desde hace años, tal vez antes de que Néstor Kirchner lanzara aquella posibilidad, después truncada, para que Argentina pagara su deuda externa con financiamiento del país de la revolución maoísta. Uno de los primeros ejemplos de la apertura neuquina a los chinos fue el permiso para que los asiáticos instalaran en Bajada del Agrio la estación de observación espacial, que construye ya en su última etapa la empresa Esuco, de Lázaro Báez, el empresario kirchnerista sospechado de lavado de dinero, por lo que deberá en marzo concurrir a la justicia en calidad de indagado.
La estación china en Neuquén levantó cierta polvareda política, con alguna repercusión nacional, que fue aventada casi con desdén desde el gobierno neuquino, que no dudó en tildar de ignorantes a los críticos, para fundamentar todo en el desarrollo científico global de la humanidad y despojar de cualquier otra característica más o menos oculta al emprendimiento, que tiene asignadas unas 200 hectáreas, de las que se usan para la construcción solo cinco. Serán 200 hectáreas “chinas” dentro de la provincia, una especie de embajada del poderoso país asiático, en donde, por ejemplo, quienes allí trabajen serán regidos por la legislación china y no por la argentina.
De China se espera, este mes o en marzo, el acuerdo comercial para asociarse con la YPF que conduce Miguel Galuccio. Ya se firmó el memorándum de entendimiento con la empresa estatal Sinopec, entre el CEO de la empresa argentina y el de la china, Chengyu Fu. Los chinos quieren sociedad con YPF en Santa Cruz, para reducir los perjuicios de la arisca resistencia laboral planteada por el sindicato petrolero de esa provincia, y Galuccio quiere a los chinos en Vaca Muerta, en Bajada de Añelo. YPF, se sabe, necesita dinero contante y sonante para invertir, y la coyuntura no es la más propicia, puesto que el precio del petróleo internacional sigue bajo, aunque en la última semana repuntó por encima de los 50 dólares el barril. Lo de Neuquén y el gobierno de Jorge Sapag es simple, porque siempre tuvo en claro que había que abrir el panorama a todos los inversores posibles. Los chinos serán bienvenidos, si hasta tienen ya la “embajada” científica instalada, pronta para inaugurarse y monitorear el espacio profundo y sus adyacencias.
A la investigación del universo y el desarrollo de Vaca Muerta, se le agregó durante la reciente visita de Cristina Fernández a Beijing la (dicen que segura) cesión del proyecto de extracción de sales de potasio, que había empezado la brasileña Vale, que abandonó en medio de un escandaloso proceso de torpezas políticas, y que Cristina le ofertó en paquete con moño y todo al gobierno chino, para que lo ponga a disposición de sus ávidas empresas mineras. El potasio del sur mendocino, se sabe, es clave para el beneficio del norte neuquino, especialmente Rincón de los Sauces, y beneficioso por donde se lo mire para Neuquén. Allí, pues, es posible que desembarque también una misión empresaria china.
Con los rusos del sospechoso de tener el mal de Asperguer, Vladimir Putin, (el pentágono acusa mediáticamente acerca de la enfermedad, que el Kremlin ya negó tildando el asunto de tontería), el gobierno neuquino y el nacional tienen para desarrollar otro proyecto clave, el de Chihuido I. El Estado ruso está dispuesto a financiar la obra, que necesita de unos 2 mil millones de dólares, y una de sus empresas, Inter Rao, es la que forma parte del consorcio ganador de la adjudicación dispuesta por el Estado nacional argentino. La UTE tiene un argentino representando los sagrados intereses nacionales del capital patriota: nada menos que el grupo Eurnekian. La represa Chihuido I representa para su construcción la contratación de 2 mil puestos de trabajo directos, y 1.500 indirectos: una revolución laboral en la provincia. Los rusos aportarán 1.500 millones de dólares a través de la Corporación Estatal Banco de Desarrollo y Comercio Exterior. Ese banco cederá esa cantidad a 20 años, con 66 meses de gracias a una tasa fija anual del 6,5% con amortización del capital semestral, más comisiones.
Así, entre rusos y chinos, tiene Neuquén divididas sus mayores expectativas de crecimiento en el corto y mediano plazo. Es lo que ha podido construir el MPN durante el gobierno de Jorge Sapag, merced a sus buenas relaciones con el gobierno de los Kirchner. ¿Fructificará algo de todo esto antes del 26 de abril, o habrá algún cambio que altere este tablero de posibilidades?
Lo de los chinos con YPF es posible que salga pronto, y resultará en otro impulso favorable para el optimismo de manual que ostenta el MPN rumbo a las elecciones.
Así, el MPN se prepara para seguir gobernando, con un combo nunca visto de inversores internacionales: americanos, ingleses, alemanes, holandeses, malayos, chinos y rusos.
La magnitud del negocio es impactante, quizá tanto como lo sea el entramado de intereses poco visibles al gran público, al electorado.
Por eso, la coyuntura es un poquito más que hablar bien o mal de los hospitales, del EPAS, del aumento en el precio de los colectivos. Aunque la agenda de campaña tenga dificultades para hacer visualizar lo complejo, lo cierto es que la batalla política en Neuquén se relaciona con el complejo mundo de la moderna geopolítica.
En este contexto, la ciudadanía deberá extremar su atención y abrir al máximo su posibilidad de entendimiento.
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