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31 enero, 2015

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La reunión de julio en Casa Rosada

Néstor Restivo (*)

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner llega este fin de semana a China por tercera vez en su carrera política. Lo hizo en 2004 como senadora nacional y primera dama, en el viaje inaugural de una “asociación estratégica” acordada por los líderes Néstor Kirchner -al frente de un país que recién emergía de un profundo pozo- y Hu Jintao, quien a fines de ese año devolvió la visita. Se embarcó de nuevo en 2010, año del Bicentenario nacional frente a los miles de años de historia china, ya como jefa de Estado. Visitó no sólo Beijing sino también la Expo Universal de Shanghai y el Pabellón argentino en esa mega ciudad. El año pasado estuvo en Buenos Aires el presidente Xi Jinping y la invitó a su patria. Y allí va, en su último año de mandato, Cristina en su tercera travesía a la antípoda del globo para intentar consolidar un vínculo que desde la visita de Xi se alzó a “estratégico integral”, segunda mayor jerarquía que la República Popular otorga a sus socios y que tiene en primera instancia a sus vecinos del sudeste asiático y a Rusia, por razones geopolíticas.


Hay una línea de continuidad en los lazos con China que vienen del fondo de la historia del último siglo. Fueron los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón –para no citar el primer consulado en Shanghai, ordenado por el gobierno de Hipólito Yrigoyen pocos años después de la caída del último emperador- los que burlaron el boicot de las potencias occidentales a la revolución de Mao Zedong y ayudaron con embarques de cereales, siendo que en los años siguientes ambos líderes mantuvieron contacto epistolar hasta que murieron, uno en 1974 y otro en 1976, ambos estando en el poder.

En 1972 se establecieron relaciones diplomáticas plenas, hasta entonces vedadas por el no reconocimiento de la ONU a Beijing. Y le tocó curiosamente a una dictadura como la de Alejandro Lanusse, tan anticomunista, nombrar al primer embajador y recibir al primero de la RPCh. Otro, y peor, dictador como Jorge Videla también la visitó y estableció negociaciones. Y los presidentes democráticos Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando De la Rúa (un gobierno radical, otro peronista y un tercero de la UCR-Frente Grande) hicieron sus propias giras. Los libros Historia de las relaciones internacionales entre Argentina y China, de Eduardo Oviedo (Universidad de Rosario) y Frutos, de las agencias de noticias Télam y Xinhua, son buenas fuentes para ese recorrido. Pero más allá de tal continuidad, también respondida por China en sus distintas etapas políticas y económicas, la de Mao y la de la apertura, desde 2004 el lazo se potenció y dio un salto en cantidad y calidad hasta convertirse hoy en uno central para la economía argentina, por el volumen de comercio, inversiones y finanzas y por las coincidencias en la agenda globlal.

Por ejemplo, en diez años el intercambio saltó de cifras poco significativas a unos 16 mil millones anuales, los primeros años con superávit para Argentina y estos años, con un déficit creciente, asunto que genera debates pero cuya resolución está más como problema del lado argentino que chino, cuyo comercio con los puertos locales es de apenas 0,4% de su total global… no parecería que variar el resultado del balance pudiera afectar la posición comercial externa de la RPCh. Y las inversiones llegaban a 7 mil millones de dólares hasta julio de 2014 y ahora, con los nuevos convenidos, se duplicarán. Así, China es el segundo socio comercial argentino detrás de Brasil –y el más importante en ventas del agro- y uno de sus mayores inversores.

Además del déficit comercial, hay otros y no pocos cuestionamientos al perfil del intercambio: Argentina coloca básicamente bienes primarios o de poco valor agregado y China, manufacturas y tecnologías. La RPCh es hoy la socia más importante de 130 países y reformatea toda la economía global; muy pocos países le venden industria. Así, el debate que se da aquí no debería ser ajeno a la mayoría del concierto de naciones y es algo ridículo plantear, mirándose el ombligo, si es conveniente tender o no alianzas con el país oriental, aunque es muy bienvenida la discusión si fuera seria sobre, en todo caso, qué podría hacer Argentina para mejorarla.

CORO IRACUNDO. Lamentablemente, en cambio, en la prensa hegemónica que le marca el paso a la oposición política prima más bien la mirada “todo negativo” para China; en verdad, para todo. Durante los debates legislativos de fin de año para ratificar los acuerdos hubo disidencias de la oposición, algunas injustificadamente furiosas, que los consideró inconvenientes por distintas razones (supuestos avances sobre soberanía, privilegios para inversores, primarización económica o pérdida de empleo nacional). Algunas de esas voces políticas y mediáticas  reclaman siempre inversiones e “integrarse” al mundo, como si Argentina estuviera aislada, una falsedad que se repite a coro. Pero  invierte Chevron de EE.UU. o Petronas de Malasia y claman acuerdos espurios, o ahora si es China, lo mismo. Tampoco entienden que Argentina se integra (sin agotarlo en China) al mayor polo actual de acumulación de riqueza mundial, Asia Pacífico, sin descuidar otros espacios. A esas voces tóxicas, si se permite la humorada, no hay colectivo que los deje bien. El oficialismo en cambio hizo valer su mayoría democrática en el Congreso para avanzar en lo que considera acuerdos de complementariedad y entre pares, distantes de lógicas de construcción económica y financiera de otras décadas,  también mentados mal y a la ligera.

VIAJES. Además de los viajes presidenciales hay que contar las veces que ministros de casi todas las carteras, gobernadores de provincias, misiones parlamentarias, directores de organismos como Conicet, INTA, Senasa, CNEA y otros funcionarios vuelan a China para establecer acuerdos desde aquel periplo iniciático de Kirchner, su equipo y casi trescientos empresarios. Y cómo sus pares chinos vienen a toda la Argentina. Ello, para no contar las que van y vienen empresarios o agentes de firmas privadas y estatales de sendas naciones para hacer intercambios. De hecho en este viaje van 103 empresas argentinas y participarán de un foro con 500 pares chinas. El abanico de  firmas argentinas que viajan a Beijing es amplísimo, de alimenticias a laboratorios, de software a agrícolas, de pymes a grandes grupos ya con negocios en China.

En su último año de mandato, Cristina intentará consolidar la plataforma alcanzada y fijar una agenda de política de Estado para que sea ratificada por su sucesor, sea del color que sea. Justamente una asimetría muy señalada por los analistas de la relación bilateral (además de las obvias de tamaño económico, poblacional, industrial) es la visión estratégica y de largo plazo típica de los chinos versus las improvisaciones y cortoplacismo (o esa categoría de “nano tiempo” citada alguna vez por el experto Carlos Moneta, de Untref) en la dirigencia argentina, o a decir verdad y para ser más justos, en la sociedad argentina.

ACUERDOS. En lo firmado entre Xi y Cristina en julio, ratificado a fines de 2014 por el Senado de la Nación, se busca mantener la confianza política mutua y cooperar en un vasto arco de sectores económicos. Durante un seminario en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación, Jorge Malena (Universidad del Salvador) citó como objetivos de la Asociación Estratégica Integral la consolidación del desarrollo autónomo, el respaldo en temas prioritarios de cada parte, la adopción del Primer Plan de Acción Conjunta 2014-2018, la coordinación mediante la Comisión Binacional Permanente, la realización del Primer Diálogo Estratégico para la Cooperación y la Coordinación Económica y la promoción de un comercio bilateral más equilibrado con incorporación de mayor valor agregado.

INDUSTRIA, OBRA PÚBLICA, SWAP Y CULTURA. Constan también la construcción de infraestructura, el encadenamiento e integración industrial, la cooperación financiera y una visión compartida sobre la necesidad de controlar a los fondos buitres y la especulación. Desde julio, los resultados ya se vieron en la ejecución de tres tramos de swap de monedas entre Bancos Centrales (se giraron a Argentina el equivalente a 2.300 millones de dólares, de los 11.000 máximo que se acordaron, y eso ayudó a cerrar 2014 con un nivel de reservas fortalecido; al cierre de esta edición se pactaban más tramos) y en los avances para financiar obras como las del Belgrano Cargas o las represas hidroeléctricas en Santa Cruz. Hubo en total siete acuerdos políticos, económicos y culturales, del que destaca el proyecto para instalar centros culturales chino y argentino en sendas capitales. El abanico es muy amplio: transporte, logística, puertos, comunicaciones, minería, energía, ciencia y técnica, espacial, militar, nuclear, turismo, académico, investigaciones en alimentos, nanotecnología, biotecnología e informática, foros antárticos, recursos vivos marítimos, jurídico, medioambiente, etc.

REGIÓN Y MUNDO. Se rubricaron compromisos de cooperación entre China y América Latina y el Caribe y, en términos globales, la coordinación para reformar la ONU, gobernanza económica global, y cambio climático, aportar a la construcción de un sistema internacional más justo y razonable, salvaguardar los intereses de ambos países y los intereses del conjunto de las naciones en desarrollo.

CATEGORÍAS. En la reunión citada, Jorge Malena destacó que “la relación bilateral se desarrolló desde 1972, evolucionando al punto de ser reconocida como ‘estratégica’ e ‘integral’; los dispares sistemas políticos no fueron un obstáculo para construir la relación bilateral, la política brinda el marco y la economía es el motor, y la categoría de ‘socio estratégico integral’ reconoce a nuestro país un status que otorga a Estados de poder medio del sistema internacional”. También: “El carácter de ‘estratégica’ implica la voluntad de trabajar en conjunto tanto en cuestiones de crecimiento económico como en asuntos internacionales, en tanto el carácter de ‘integral’ significa incluir aspectos políticos, económicos, culturales, tecnológicos y militares”. Por eso, concluyó que “la política exterior de ambos Estados ha sido y es realista, flexible y orientada a la consecución del interés nacional” y que “el pragmatismo que caracteriza la relación bilateral es una guía de acción futura”.

EL FUTURO. La relación bilateral no se agota, ni mucho menos, en la agenda oficial. En forma privada y particular, en viajes, enseñanza del idioma español en la RPCh y del mandarín aquí, relaciones académicas y culturales, se va generando una trama de vínculos como ha pasado en otros procesos de integración. Cambia, sí, cierto tono del vínculo porque es la primera vez que pasa en este grado con una nación oriental.

El fenómeno chino dista también de abarcar a Argentina, incluso a Latinoamérica. Es algo global que replantea las relaciones internacionales, la estructura económica y el circuito de intereses, intercambios e ideas. Como todo acontecimiento semejante, de los que ha habido –por su escala- muy pocos en la historia de la humanidad, trae aparejado riesgos y oportunidades. Está en la inteligencia local sacar el mayor provecho posible. Desde el Estado, hay una línea directriz. Los viajes oficiales como este de CFK jalonan su gradual cristalización. Pero depende también de lo que jueguen todos los actores involucrados, de que se comprometan (y sobre todo, estudien más) y asuman posiciones propositivas antes que reactivas.

(*) Nota publicada en la edición Dang Dai 11, verano de 2015, que acaba de aparecer.

Categorías: Política

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