La presidenta argentina viajará a China en febrero

7 enero, 2015

 Xi Jinping destacó la “relación bilateral” e invitó a Cristina a China

La presidenta argentina y Xi Jinping en Buenos Aires.

Cristina Fernández de Kirchner y el presidente chino Xi Jinping se reunirán el 3 y el 4 de febrero en ese país, anticipó Ámbito Financiero. La Presidente cumple con el viaje postergado desde que lo reclamó el chino en julio pasado. Queda por resolver si se convoca a Diputados a convertir en ley los acuerdos ya firmados.


Cristina de Kirchner prometió estar en Pekín el 3 y el 4 de febrero próximo para cumplir con la visita que se comprometió a hacer en julio pasado con el presidente Xi Jinping cuando éste visitó Buenos Aires. Será el primer viaje que hará en el último año de su mandato, que cerrará en noviembre próximo con la participación en la cumbre del G-20 en Turquía. El mandatario de ese país, Recep Erdogan, se sumó además ayer a la lista de visitantes a la Argentina en una fecha que cerrará hoy en Ankara Héctor Timerman, que se entrevistará con él. Esa visita ocurrirá en el primer semestre del año y tiene como asunto el formato de la cumbre del G-20 en la cual la Argentina intentará que la pelea buitre figure formalmente en la agenda, y no de manera elíptica como ocurrió en la reunión de Brisbane.

La Presidente cerró esta agenda ayer en Olivos en reuniones con Jorge Capitanich y Carlos Zannini sobre la base de conversaciones con los dos países desde diciembre pasado.

El viaje a China, un tópico de los mandatarios de la región, es un modelo para armar y que parece una exigencia de estilo del presidente de ese país, que le reclamó a Cristina de Kirchneren julio pasado que lo concretase sin que los participantes de la cena del viernes 18 de julio entendiesen bien las razones de la vehemencia del visitante en reclamar el viaje.

En esa visita se había previsto el viaje para octubre pasado, pero se frustró por la salud de la Presidente en dos oportunidades. El mecanismo que había acordado era organizar un equipo de seguimiento de la veintena de compromisos firmados -y que ahora esperan la sanción en el Congreso- del que forman parte, por el país,Capitanich, Timerman y Axel Kicillof. Ese equipo se reuniría con la contraparte china cada tres meses, algo que se ha cumplido con los viajes de Kicillof el año pasado y el de Timerman de esta semana, después de la escala turca.

Cristina de Kirchner en aquella cena -de la cual el lector puede obtener una crónica puntual en Charlas de Quincho del lunes 21 de julio- había destacado las capacidades de esos tres ministros para hacerse cargo de la changa, pero el chino insistió en que la presencia personal de ella en China para esa fecha era imprescindible para que las cosas avancen. Es lo que volvió a plantear el Gobierno de ese país que ahora logra este viaje. Los sinólogos explicarán el motivo de este cuidado de los chinos por las relaciones personales. Es un imperio de dimensiones gigantes, pero a la hora de los acuerdos parece un negocio atendido por sus propios dueños, seguramente porque el formato autoritario concentra las decisiones en la cúpula que no delega en controles republicanos lo que hace.

La mandataria repasó ayer con sus ministros una larga serie de asuntos pendientes de resolución, pero no hubo ninguna definición sobre un cabo suelto de este viaje a China. El acuerdo firmado en julio tiene sanción del Senado y espera la de Diputados este año. La intención del Gobierno al apurar el voto de la Cámara alta antes del fin del año era porque presumía que el viaje sería en marzo y que a esa fecha Diputados lo habría convertido ya en ley. Con el adelantamiento de la gira asiática -que no se sabe si incluirá algún otro país de esa región-, el viaje se hará sin la ley aprobada. Para tenerlo en la carpeta de viaje deberá el Gobierno citar a prórroga de sesiones ordinarias o a extraordinarias antes de la salida de la Presidente, que está prevista para el sábado 31 de enero.

Este diario informó que las autoridades del Congreso dispusieron un mecanismo para que sean localizables los legisladores del oficialismo desde el 15 de enero para convocar a una eventual sesión. La bancada peronista debe esforzarse para reunir el quórum para esa hipotética sesión porque la oposición se ha manifestado en contra del acuerdo con China, algo que se verificó en el Senado. Ese rechazo complicó la sesión y fue necesario el recurso extremo de sumar -no se sabe aún a qué costo- a dos primos de oficialismo como Carlos Menem y Guillermo Pereyra para arrancar el debate (Menem se retiró antes de la votación en último testimonio de esa resistencia a dar el aval al proyecto).

En temporada alta le costaría ya al peronismo obtener el quórum, que siempre logra en temas pacíficos con dos o tres votos por encima de los 129 necesarios. En temas peleados eso sale más caro, algo que agravaría una citación en pleno verano. El esfuerzo vale la pena porque el oficialismo puede reunir los votos y llevarles a los chinos la ley aprobada, sin que se sepa bien si el Gobierno de ese país valora estas formalidades propias de un sistema democrático que allá no se ejerce.

Por todo eso quedó abierta ayer en Olivos la posibilidad de que haya convocatoria a sesiones para cerrar el paquete.

El riesgo es que despierte a la oposición que navega de campaña por los balnearios a la búsqueda de argumentos para enfrentar al oficialismo. El acuerdo con China le sirvió a ese arco para lograr una compacidad novedosa detrás de críticas que hieren al kirchnerismo porque señalan ítems del acuerdo que podría usar, en otras circunstancias que no son éstas, el oficialismo contra sus contradictores: defensa de la industria nacional ante la invasión de productos chinos, de la soberanía territorial ante la cesión de un terreno para una base de observación del espacio en la Patagonia, la cesión de visas para el ingreso de trabajadores de aquel país, la adjudicación de ventajas en contratos y licitaciones a firmas chinas, etc. No es nada nuevo en materia de acuerdos entre la Argentina y terceros países, pero contradice el discurso oficial sostenido en otras oportunidades.

Para el Gobierno es central que este acuerdo se perfeccione porque del acuerdo con China depende el financiamiento de represas hidroeléctricas en el sur, el plan ferroviario que está ligado a la campaña electoral, los swaps comerciales que permiten sostener y mejorar el nivel de las reservas. Son los ejes de un acuerdo que tiene 20 puntos que avanzan en negocios en todos los terrenos, incluyendo alimentos, energía e industria.

Categorías: Política

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