CUI: cumplió diez años enseñando mandarín

20 diciembre, 2014

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Por Romina Casas

Al lanzar el Programa Oficial de Chino, sus directivos esperaban 50 a 100 alumnos, pero la demanda se multiplicó por diez. “Pensábamos que íbamos a tener 100 personas y en el primer cuatrimestre se anotaron 700, explotó. Entonces nos preguntamos de dónde salió tanta gente para aprender chino”, recuerdan, ahora, diez años después, Roberto Villarruel y Pablo Cullinan, director del Centro Universitario de Idiomas y el coordinador de Idioma Cultura del ICUBA.


Hace este año una década, el Programa Oficial de Chino del CUI se constituyó en lo que sus autoridades señalan como el primer programa académico de chino en Argentina, y el más masivo. Villarruel cuenta que si bien ya existían cursos de mandarín, no había ningún programa graduado, pautado y progresivo por niveles. Un programa que permitiera un trayecto en el cual los alumnos fueran adquiriendo cada vez más competencias.

En la actualidad, cuentan con un promedio de 800 a 900 alumnos por cuatrimestre durante estos últimos 10 años. Y Cullinan, que es el enlace con el Instituto Confucio – Universidad de Buenos Aires, explica que históricamente en la Argentina había idiomas “grandes” o idiomas “culturales o pequeños”. Los grandes son el inglés, francés, portugués, italiano y alemán. Los pequeños estaban restringidos a profesores particulares, a nativos que daban cursos o en alguna extensión de alguna facultad que lo daban como un taller cultural.

“Antes del programa del CUI, en 2004, chino estaba de ese lado con japonés, hebreo o árabe, con una marcada impronta cultural y que en todo caso se transmitía vía gente descendiente de esas culturas”, señala Cullinan.

“Cuando arrancó el programa, la mayor parte de los interesados tenía cierta expectativa cultural. Muchos habían hecho estudios orientales, terapias alternativas o les gustaba la literatura. Con el tiempo, lo que empezó aparecer fue el alumno que lo empezó a ver como una necesidad instrumental, como un imaginario para poder insertarse laboralmente, o que esto le podía servir para su formación profesional”, sostiene Virraruel.

El 2004 fue un año de efervescencia en la relación bilateral. Fue el año en que viajaron Néstor Kirchner a China y Hu Jintao a Argentina, cuando se estableció una “relación estratégica”.  Argentina venía de la crisis del año 2001 y había reaccionado gracias al crecimiento de su economía, que “en gran parte se debió al precio de los commodities traccionados por China, India y el sudeste asiático, que le dieron una oportunidad a Argentina para salir de ese cataclismo”,  explica Cullinan sobre la situación del país y cómo comenzó el intercambio comercial entre Argentina y China. En ese contexto, se dieron diversas circunstancias, como por ejemplo la demanda de la comunidad china en Argentina para que el CUI abriera el Programa Oficial de Chino.

“Nosotros esperamos que la demanda del chino fuera la de un idioma cultural, como era el japonés, unas 50 o 100 personas fanática del idioma y no un salto, como fue lo que sucedió. Detectamos que había un conocimiento previo de la cultura china que estaba pendiente y, después, la necesidad instrumental. Fue como un caldero donde todas esas cosas juntas nos sorprendieron. Esperábamos un centenar de alumnos y  ya llegan a 900”, cuenta Cullinan.

Por su parte, Villarruel asegura que hoy estudiar chino en el CUI cuenta con varias ventajas. En primer lugar tienen 10 años de experiencia enseñando y es el programa más grande y  consolidado en Argentina. Además, es el idioma oficial reconocido por el Instituto Confucio y su organismo rector, el  Hanban, en China, y el ICUBA es el que lo tiene como su propio programa.

“Esa es una enorme diferencia porque a nosotros nos permiten, aparte de una certificación importante, poder hacer un trabajo conjunto con el Instituto Confucio y ofrecerle a nuestros alumnos todos las posibilidades que esto brinda, como las becas anuales, la formación de los profesores que van a China a formarse financiados por el Instituto, más toda la actividad cultural permanente que son gratuitas para nuestros alumnos”, comenta  Villarruel.

Otro punto tiene que ver con el tipo de enseñanza que ofrece el CUI. De acuerdo con su director, aparte de las metodologías más avanzadas y un moderno sistema pedagógico, se propone una visión contemporánea del idioma, lo cual es un atractivo no sólo para el chino sino también en todos los idiomas “pequeños”.

“Trabajamos lo que es China hoy, que es lo que más nos interesa saber. ¿Qué está sucediendo en esa sociedad? ¿Qué se habla? ¿Qué se dice? ¿Cuáles son los intereses? De todos modos, eso no significa que no rescatemos la visión tradicional del chino que la propia China fomenta, la China milenaria, la de los caracteres, la de los mandarines”, sostiene Villarruel. Sin embargo comenta que a veces se exagera o se acentúan rasgos anacrónicos. Por ejemplo, ejemplifica, promocionar un idioma como el inglés con una cabina de teléfono de las clásicas rojas, que en la actualidad casi ya no existen o en todo caso sirven para hábitat de homeless… “Eso no es Inglaterra hoy –dice-, la Inglaterra contemporánea tiene que ver con otras cosas. Con China, es clave la diferencia porque por lo general el resto de las instituciones trabajan mucho sobre la tradición china, los dragones, etc. Lo cual está bien, pero el mundo chino al que van a acceder hoy los jóvenes es un mundo que no tiene nada que ver con la china milenaria y hay que conocerlo”, explica Virraruel.

En esta línea, el CUI lleva hechos 12 viajes a China, donde van a renovarse, actualizarse y están pendientes de lo que está sucediendo allá y la relación permanente entre los dos países.

“Eso también es una contribución porque cuando nosotros empezamos nadie sabía nada de chino, hasta nosotros mismos, era un imaginario. Hoy no es tan raro lo chino y pasaron 10 años nada más. La gente sabe que existe China, ve venir a los chinos, no sólo por los supermercados, por los caracteres o por su música. Es un país diferente pero no es exótico o extraño. Aunque no lo conozca, está instalado. Eso es un cambio increíble y ceo que nosotros  acompañamos y contribuimos con ese cambio también”, reflexiona Villarruel.

“A medida que avanzó el programa y llegamos a tantos alumnos, los ojos de China se posaron en Argentina. Enseguida, sonaron teléfonos desde allá porque les llegó la información de que a 19 mil kilómetros se estaba enseñando chino mandarín para 900 personas en un programa formal, estructural y masivo. Esta es la principal sincronía que logramos con China”, cuenta Cullian.

En 2004, China abrió el primer Confucio del mundo y estableció a sus institutos como camino real para la enseñanza de chino en numerosos países para formalizarlo y estandarizarlo. Enseguida, el CUI fue totalmente afin a esa iniciativa porque el Programa Oficial de Chino era ya masivo, estructurado y tenía experiencia. El CUI es la unidad funcional del idioma chino del Instituto Confucio de la UBA. En este camino, años después, se suman las facultades de Ciencias Económicas y de Agronomía y se designa la universidad China de Jilin como la institución de contraparte.

“Si tenemos en cuenta que nosotros damos unas 5.600 horas anuales del idioma chino, eso da que desde que comenzó el programa estamos en casi 60 mil horas de idioma chino, en una ciudad de más de 10 millones de personas. Eso es estratégico para China. Y entonces, comienza todo este camino de juego cultural de china milenaria y china actual que es lo que le importa al Instituto Confucio: derribar mitos, prejuicios, acercar la cultura. En ese punto, el CUI es el transmisor ideal a través del idioma y de la cultura de China”, explica Cullinan.

Otro de los aspectos importantes que tiene el Programa Oficial de Chino es que cuenta con un departamento específico dentro del CUI para coordinar el seguimiento de los estudiantes chinos que vienen al país a estudiar español. “Hoy el CUI es el programa de hablantes chino en español más importante de Argentina. En números y en calidad académica y experiencia. Porque tenemos la experiencia de estar en China, tenemos profesores allá dando español y tenemos la posibilidad de mezclar los alumnos chinos y argentinos y hacemos actividades en conjunto”, concluye Villarruel.

Lengua ejecutiva

Hoy el Programa Oficial de Chino no sólo dicta cursos regulares e intensivos a sus alumnos sino también capacita a gerentes y empleados de empresas argentinas y chinas. En Argentina ya están instaladas empresa chinas como ICBC, Huawei, Sinopec, Cnooc, MCC, TCL, Cosco y otras. “Antes -dicen Villarruel y Cullinan- no teníamos ninguna empresa china y hoy estamos capacitando a cinco de las grandes y tenemos alumnos nuestros trabajando en esas firmas. El requisito de saber chino va a llevar unos largos años, pero el requisito de conocer China va a ser más importante y el lenguaje es la manera de empezar a conocerlo. Además, si una persona sabe inglés y chino tiene un valor exponencial. China es un gran socio de la Argentina, la política regional va hacía eso y el Mercosur está pensando en China. Hoy saber chino, más allá de que lo uses, tiene un valor de mercado enorme”.

El CUI también dicta cursos cortos de español para sinohablantes (“Chino y Tango” o “Chino y Fútbol”), que vienen al país a hacer turismo con diferentes intereses.

15 mil

Son los alumnos que pasaron ya por el Programa Oficial de Chino del CUI. Hoy hay 28 profesores en el staff, de los cuales 23 son chinos. El CUI nació en la Facultad de Agronomía de la UBA en 1994, y diez años después lanzó el programa sobre el idioma oficial de China, donde tiene 30 convenios con diversas universidades e institutos.

Categorías: Educación

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