Pablo Zhong y una belleza que perdura
Por las cuatro paredes del aula se desplegaban originales y reproducciones de caballos, tigres, osos pandas, flores, bambúes, montañas y paisajes de la naturaleza china…, y hasta de una “naturaleza” argentina: una pareja de tango bailando con el Obelisco de fondo. Todo al estilo de la pintura clásica china, y luego de que su autor, el artista Zhong Chuanmin, agradeciera a quienes impulsaron a este profesor de idioma chino en Argentina (aquí llamado Pablo), Liu Shu, o Susana, dio una clase magistral de la pintura tradicional de su país. Fue ayer, en la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad del Salvador, donde son profesores y son muy queridos por sus alumnos y autoridades.
Pablo contó que uno de sus inspiradores fue Lo Yuao, un chino residente en Argentina ya fallecido, a quien Dang Dai ha homenajeado varias veces. “Me inspiró su arte tradicional, que hizo hasta en servilletas de papel cuando no conseguía el papel de arroz o no tenía recursos”, evocó. El papel de arroz, como la tinta en barra, los pinceles (de “pelo de cabra, lobo u otros animales”, dijo Susana) y los tinteros de piedra son elementos básicos de este arte, según se explicó anoche al público presente.
En tono de broma, Pablo Zhong, que empezó en este arte hace solamente un par de años, dijo que “pintar no es fácil, pero ¡es más fácil que aprender chino!”, una queja que escucha recurrentemente entre los alumnos que recién empiezan. Él aprendió a pintar con esfuerzo, y hoy lo entusiasma tanto que luce una producción extensa y riquísima en belleza y técnicas.
Según Susana, la pintura clásica china, como la que presentó Pablo siguiendo una tradición milenaria, “se distingue de la occidental por su tono y ambiente propios, así como por los instrumentos como el papel de paja de arroz (no del grano) en vez del lienzo, los pinceles hechos de caña de bambú y pelos de animales, y la tinta” en vez del óleo o los acrílicos. “Tinta en barra o, más modernas, en botellitas”.
La estética y los ambientes que logra recrear “son difíciles de explicar por el amplio trasfondo cultural, relacionado con la filosofía de vida y la visión del mundo del pueblo chino”, dijo.
La profesora señaló que “demuestra cierta sencillez, por ejemplo en los amplios espacios en blanco de las pinturas, y la idea de armonía, vitalidad rítmica y lirismo”. Tiende a capturar, indicó también, el espíritu de lo pintado, más que dar una imagen completamente realista, y es “subjetiva, suave, deja mucho a la imaginación de quien aprecia la pintura”.
Luego vinculó la pintura tradicional china con la caligrafía y la poesía, “otras dos artes típicamente chinas”. La caligrafía, dijo Susana, es la escritura artística del idioma chino, y quien no lo entiende en cuanto a su significado igual puede apreciar “la belleza, sus trazos suaves o rápidos, gruesos o finos”. Y en cuanto a la poesía, de hecho las clásicas son “como pinturas”, aseguró, y citó ejemplos de reconocidos poemas antiguos como “…cae el frío / pocas son las hojas rojas que quedan…” o “…flores de ciruelos que florecen en la nieve…” o “…el aire del atardecer es más puro / los pájaros vuelven a sus nidos en pareja…”.
Antes de hablar de los temas recurrentes de la pintura clásica china (la flor de loto que nace del fango, el ciruelo que resiste al frío, o el cerezo que crece en otoño, acaso para distinguirse de las demás que afloran en primavera) y luego de reseñar las técnicas y escuelas (una de rasgos finos, más coloreada, otra de estilo libre con tinta y agua), Susana redondeó: “El amor por la naturaleza se apodera del artista chino, sea poeta o pintor”. Pablo Zhong es un ejemplo de esa técnica milenaria, que perdura todavía en el siglo XXI y se pudo apreciar ayer en la Universidad del Salvador.
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