Inversiones en América latina: una relación económica emergente

16 agosto, 2014

En el número 284 de Realidad Económica, Julio Sevares (UBA, CARI) escribe sobre las “oportunidades y desafíos” que representan la llegada del capital chino a Latinoamérica, a partir del “despliegue productivo y financiero en el mercado mundial” por parte de las empresas chinas. Argumenta que el perfil  “contribuye a la consolidación de una relación económica caracterizada por la posición de la región como proveedor de materias primas y comprador de productos industriales lo cual puede afectar tanto industrias existentes como programas de industrialización en curso o en proyecto. La resolución de este dilema no depende –dice- de las políticas chinas o asiáticas, en general, sino de la implementación de políticas locales destinadas a aprovechar los recursos generados por la demanda asiática para avanzar en la tecnificación y diversificación de la producción y las exportaciones”. Los editores autorizaron la reproducción del artículo en Dang Dai.


 

Inversiones en América latina: una relación económica emergente

Por Julio Sevares

Un nuevo salto adelante: la IED chinas

En 1999, cuatro años después de iniciada la reforma modernizadora del sistema financiero de 1995, el gobierno chino lanzó una iniciativa para profundizar el desarrollo de las empresas nacionales y la globalización de su particular capitalismo dirigido: se trata de la política de “Going Global” por la que promueve las inversiones de las empresas de su país en el exterior. La nueva estrategia tiene varios objetivos conectados entre sí. En primer lugar, implica que el gobierno reconoce que el país tiene empresas que alcanzaron el grado suficiente de competitividad y sofisticación como para aventurarse en mercados extraños, lejos de las redes de influencias y ayudas que disfruta cualquier empresa en su propio país, especialmente en una economía dirigida y dominada por empresas públicas.

En segundo término, la salida al exterior constituye, para cualquier empresa un campo de conocimiento directo del mercado y competencia con otras empresas sobre el terreno, lo que contribuye a mejorar la competitividad según estándares internacionales.

La instalación en mercados externos tiene también el propósito de eludir las restricciones aduaneras que utilizan cada vez más los países para proteger sus industrias de las ultra competitivas exportaciones chinas.

Pero el camino emprendido no está dirigido, al menos no solamente, por la lógica y los objetivos de las firmas: forma parte de la estrategia oficial de profundizar la búsqueda de recursos naturales y otras mercaderías necesarias para el crecimiento doméstico.

De hecho, como sostiene un analista del tema, “los capitales desde China sólo pueden ser exportados si son aprobados por el sector público -la Comisión de Desarrollo Nacional de Reformas, el Ministerio de Comercio, la Credit  Insurance Company (SINOSURE) y el ExIm Bank of China juegan un papel fundamental en este proceso- y si las actividades específicas se justifican en los Catálogos y prioridades de las políticas “Going Global”. De contravenir a estas estrategias, productos y procesos las propuestas de las empresas públicas o privadas no son permitidas” (Dussel Peters, 2013; 195)

Por otra parte, dentro de las empresas estatales de capital accionario, las lógicas de administración están cambiando con las incorporación de nuevos accionistas como firmas de gobiernos locales, empresas privadas chinas e incluso extranjeras (King et.al., 2012)

La promoción de la inversión externa se apoya en la enorme pileta de divisas acumulada por China en sus décadas de superávit comercial y atracción de inversiones externas. Hasta el momento, esas divisas eran devueltas al mundo a través de las compras de bienes y servicios y, en el canal financiero, con la compra de títulos de deuda emitidos principalmente por Estados Unidos, (motivo por el cual China es el principal tenedor de bonos del Tesoro de ese país y su principal acreedor externo).

Para estimular a las empresas a colocar su dinero en el exterior, el gobierno chino dispuso una serie de “incentivos materiales”, para utilizar el viejo término de los sistemas socialistas de planificación económica.

Los principales incentivos lanzados a partir de 1999 fueron las reducciones de impuestos y el financiamiento en condiciones preferenciales de las entidades financieras oficiales, principalmente el EximBank de China. Como parte de esa política, las empresas que invierten en el exterior no tienen restricciones para la compra de divisas y, desde 2008 la Comisión Reguladora Bancaria de China permitió que bancos comerciales financiaran directamente todo tipo de adquisiciones y transacciones en el exterior.

Más aún las propias instituciones financieras, como la China Investment Corporation decidieron invertir parte de sus activos, de alrededor de US$ 200.000 millones, en el exterior.

Paralelamente, China se empeñó en promover tratados bilaterales de inversión con sus principales socios comerciales en forma aislada o como parte de los tratados de libre comercio que también está firmando con avidez, como lo hizo con Chile y Perú.

Pero también, como revela más de una información, ejerció presiones sobre las empresas nacionales para que inviertan en el exterior. El gobierno tiene toda la posibilidad de llevar a cabo semejante conducta porque las empresas con capacidad de invertir son principalmente estatales y, en el caso de que no lo sean, viven en un ambiente en el cual fiscales, de créditos y de los innumerables permisos que se requieren para funcionar en cualquier economía dirigida por el Estado.

Un aspecto crucial de la promoción de la inversión externa es la inversión de los grandes bancos comerciales chinos que ya están abriendo sus oficinas en varias partes del mundo, siendo la Argentina una de las experiencias pioneras del “Going Global” de los bancos chinos.

La apertura de entidades financieras chinas en el exterior, va a potenciar el resto de las inversiones externas chinas porque facilitarán el financiamiento de las empresas chinas en el exterior y de sus clientes en el mercado en que se hayan instalado.

La estrategia de internacionalización empresaria tuvo éxito en ritmos y dimensiones propios del fenómeno chino. Apenas una década después de lanzada la política, en 2010, el país se convirtió en el segundo exportador de capital en el nivel mundial, con el 8,5% del total en 2010 (vis a vis el 18,35% de Estados Unidos), y es uno de los principales exportadores de capital desde la crisis internacional en 2007-2008 que provocó una caída en la IED. (Bittencourt, 2012; UNCTAD 2012)

La participación de la inversión externa china en el PIB de su país pasó de un porcentaje insignificante en 1990 (1%) al 2,3% en 2000, para llegar al 5% del PIB en 2010, es decir, se duplicó en términos del PIB cada diez años.

Las principales empresas inversoras son las grandes firmas estatales de las provincias más desarrolladas y el principal destino de sus inversiones externas es…China: en la primera década del siglo XXI, Hong Kong, la recuperada colonia británica, recibió el 27% de la inversión externa china.

El segundo destino es América latina, con el 11% del total, seguida de Canadá y Australia, países de grandes recursos mineros, y Estados Unidos.

IED china en América latina y el Caribe

La inversión china en ALC comenzó a crecer significativamente en 2003 y en 2009 y dio un salto en 2010, año en el que China invirtió casi US$ 30.000 millones, una cifra similar a lo que había invertido hasta ese momento en la región.

De este modo, la IED china en ALC llegó a representar el 13% del total de la IED china.

Los mayores destinatarios fueron Brasil, Perú y Venezuela y los principales sectores son minería y petróleo y a la infraestructura vinculada con la explotación y exportación de actividades primarias, pero también hay avances en inversiones manufactureras.

Una inversión reciente y significativa tuvo lugar en Perú, donde la corporación china Minmetals compró el importante yacimiento de cobre Las Bambas a la Glencore Xstrata por US$ 5.800 millones y con el propósito de asegurarse la provisión del mineral.

El 93% de la inversión se destina a paraísos fiscales (que reinvierten en China: 25% de ID extranjera proviene de paraísos del Caribe).

Brasil es el principal destinatario de las inversiones chinas, si no se consideran los paraísos fiscales caribeños Brasil recibe el 1,2%; Perú y Venezuela, 0,9%; México, 0,6%; la Argentina, 0,5%.

Brasil concentra 108 proyectos, seguido por México con 49 y Chile con 48.

El ranking es diferente si se considera el valor de los proyectos: Brasil sigue siendo el primer receptor, seguido por Perú y Venezuela, que son el quinto y el sexto destino por número de proyectos.

La Argentina figura cuarta en el número de proyectos con el 9,2% del total registrado por el MOFCOM para 2012, y quinta con el 6,5% en el valor de proyectos.

La IED china en la región es difícil de evaluar porque varios países  latinoamericanos no presentan esta información o lo hacen de modo muy incompleto o tardío.

Por su destino y características las inversiones chinas son complementarias de su estrategia de abastecimiento de recursos naturales. Al comienzo de la década las IED chinas se concentraron en nuevos emprendimientos (Greenfield) pero luego se reorientaron hacia fusiones y adquisiciones.

En la primera década del siglo, el 87% de la IED china se radicó en proyectos vinculados con la explotación de materias primas y energía y el 13% restante hacia empresas que trabajan para el mercado interno.

La inversión en empresas manufactureras orientadas a la exportación o hacia aquellas que pueden proporcionar transferencia de tecnología (una de las principales ambiciones de las empresas chinas que invierten en o se asocian con empresas extranjeras) fue muy reducida.

Según una investigación del economista chino Lin Ye (2013), la distribución de proyectos informada por el MOFCOM muestra que los destinados a América latina y el Caribe tienen una fuerte participación de las finanzas: 19% del total contra sólo un 1% en el mundo y una participación menor en el ramo de la manufactura, 12%, contra el 30% mundial.

Esto se explica por la fuerte participación de las inversiones en paraísos fiscales en las inversiones chinas en la región. Si se excluye este rubro, se observa una mayor participación porcentual relativa de la industria extractiva y de los servicios comerciales y una participación de la manufactura menor que la del total mundial.

Según Dussel Peters (2013), en la primera década del siglo, el 87% de la IED china se radicó en proyectos vinculados con la explotación de materias primas y energía y el 13% restante hacia empresas que trabajan para el mercado interno.

La inversión en empresas manufactureras orientadas a la exportación o hacia aquellas que pueden proporcionar transferencia de tecnología (una de las  principales ambiciones de las empresas chinas que invierten en o se asocian con empresas extranjeras) fue muy reducida. Sin embargo, en las corrientes de inversión más recientes estaría ganando participación la realizada en industria manufacturera (King et.al. 2012)

A partir de 2011 se produce una nueva tendencia, con un aumento en la participación de la minería en los proyectos de inversión que pasan de representar el 13% del total ese año al 25% en 2012. Al mismo tiempo la proporción de proyectos en actividades comerciales y manufacturas se redujo.

Este cambio sostiene Dussel Peters (2013; 171) se debe a la mayor concentración sectorial de los proyectos de empresas estatales centrales y a que las empresas provinciales/locales, especialmente las de Beijing, Shanghai y Tiajin, siguieron los pasos de las centrales.

Las inversiones de las empresas privadas (el 23% del total de la IED china en la región) se diversifican hacia sectores que trabajan para los mercados locales, como los financieros, servicios, infraestructura y en menor medida hacia la manufactura.

Dado que una parte importante de la IED china -el 68%- es realizada por empresas estatales, la participación de las inversiones externas de esas compañías en el total mundial de IED de empresas estatales tiende a crecer. Entre 2003 y 2010, la participación china en ese rubro pasó del 13% al 27 por ciento.

“Las empresas trasnacionales chinas estatales, sostiene un analista, son las más dinámicas de las estatales en el nivel global y representan el 26,70% de la IED de empresas estatales en 2010, muy por encima de cualquiera de los principales países exportadores de capital y de la propia ALC.” (Dussel Peters, 2013; 20)

Es de notar que las empresas estatales de los países europeos también tienen una elevada participación en ese grupo, casi la mitad del total de IED mundial de empresas estatales. En 2010, la participación de las estatales francesas era del 14% y la de las alemanas del 8%. Las estatales latinoamericanas y stadounidenses tienen una participación mínima.

La inversión externa de empresas estatales latinoamericanas fue, entre 2003 y 2010, el 11% de la inversión externa total, contra el citado 68% de participación de las estatales chinas en la IED de ese país.

IED china en la Argentina

Las inversiones chinas en la Argentina también tuvieron un gran salto adelante en los últimos años, aunque su monto exacto es imposible de determinar debido a que las estadísticas oficiales muestran cifras muy inferiores a las estimaciones que surgen de los proyectos de inversión conocidos.

El paso más reciente de los capitales chinos en la Argentina tuvo lugar por las inversiones chinas en dos empresas transnacionales que operan en el país.

Una de ellas fue la compra del 51% de las acciones de Nidera por parte de la semiestatal China National Cereals, Oil & Foodstuffs (COFCO).

Nidera es una firma mediana de Holanda del sector de producción y comercializadoras de semillas de maíz, soja, girasol y trigo, tiene sede en ese país y es la 5ª exportadora agrícola del mundo.

COFCO compró también el sector de agronegocios de Noble Group, una empresa gigante de Hong Kong que trabaja en agro, energía y minería.

Las compras chinas son parte de la estrategia oficial de asegurarse la provisión de alimentos, con inversiones en la producción y el comercio y, en particular, de participar en la comercialización internacional de granos, en la cual China es uno de los principales compradores y el primero en el caso de la soja.

De acuerdo con informaciones publicadas por la embajada china en Buenos Aires, China se ha convertido en la tercera mayor fuente de inversión de la Argentina, después de Estados Unidos y España. Más de 30 empresas chinas operan en el país en negocios que abarcan minería, energía, finanzas, fabricación de televisores, navegación y pesca.

Estimaciones privadas elevan la suma hasta los US$ 23.000 millones, y aún más, sumando inversiones nuevas, fusiones y compras de empresas ya establecidas. Por otra parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores informa que el stock de inversión externa china en 2011, alcanzaba la suma de US$

220 millones de dólares, una fracción mínima de las informaciones oficiales chinas, de las estimaciones académicas y de las que surgen de los anuncios de inversión puntuales de empresas chinas.

A su vez, el listado de Anuncios de Inversión externa del Ministerio de Industria argentino informa que en 2011 los anuncios de inversión china representaron el 2% del total y figura en el número doce de la lista, porcentaje y posición similares a las de 2003 y menores a las alcanzadas en 2010.

Las diferencias quizá se explican por la información proporcionada por el Banco Central sobre la “posición pasiva de inversión”, que equivale a la inversión recibida menos la realizada por las empresas locales: en este registro China no figura, mientras tienen una posición relevante las inversiones provenientes de paraísos fiscales, los cuales, como se consignó al comienzo de este trabajo, son el principal destino de la inversión directa china en el exterior.

Según la estadística de “posición pasiva” del BCRA, en 2011 las inversiones registradas de paraísos fiscales, principalmente caribeños, equivalen al 8% del stock de IED en la Argentina, equivalente a la inversión de los Países Bajos (US$ 7.700 millones) y mayor que la del Brasil. En el rubro minerales comunes, la inversión de los paraísos fiscales está en primer lugar, en petróleo y oleaginosas en tercero y en minería en el quinto. En otros términos, aproximadamente el 8% del stock de inversión es de nacionalidad esconocida.

Las empresas chinas encuentran en la Argentina ventajas y desventajas que pueden sintetizarse como sigue:

– importante fuente de alimentos y recursos naturales

– capital humano capacitado

– histórica relación bilateral pacífica

– interés diplomático en un mundo multipolar

– intereses compatibles en asuntos internacionales

– excesiva regulación sindical. Las empresas reaccionan ante esta desventaja utilizando -o tratando de hacerlo- sus propios trabajadores y técnicos nativos, práctica que es lógicamente resistida por los locales.

Las inversiones chinas en el país son promovidas por una serie de convenios firmados en las últimas décadas que incluyen:

– 1992, Convenio para la Promoción y Protección Recíproca de Inversiones firmado por el gobierno de Carlos Menem.

– 2004, Memorando de Entendimiento sobre Cooperación en Materia de comercio e Inversiones firmado durante la visita del presidente Hu Jintao;

– 2010, Memorando de Entendimiento para la Promoción de

Inversiones Chinas en la Argentina firmado por la presidenta Cristina Kirchner que tiene como objetivos promover la inversión en energía eólica, biocombustibles, minería, procesamiento de alimentos, infraestructura y transporte, forestal, productos farmacéuticos y veterinarios, maquinaria agrícola, energía y ferrocarriles.

De todos modos, la legislación en materia de inversiones establecida en los “neoliberales” años noventa y continuada en la última década, es tan aperturista al capital externo -al cual le reconoce el mismo estatus que el capital local- que no requiere facilidades adicionales. En minería, las empresas extranjeras son beneficiadas además con el Régimen de Promoción que les otorga exenciones impositivas.

Los convenios firmados con China podrían servir, sin embargo, para facilitar el ingreso de capitales argentinos a China, ya que ese país promueve la inversión externa pero sujeta a restricciones y requisitos como asociaciones con empresas locales y la transferencia de tecnología.

Esta última es una condición utilizada por China y por otros países para modernizar sus propias empresas que, en muchos casos, al cabo de un tiempo, terminan produciendo por su cuenta, artículos que comenzaron fabricando con un socio extranjero. Las empresas extranjeras que desembarcan en la Argentina no están amenazadas por semejantes exigencias.

Principales sectores de inversión

Energía

La principal corriente de inversiones chinas en la Argentina se dirigió hacia uno de los grandes intereses estratégicos del país asiático: la energía.

Informaciones que circulan bajo la superficie señalan que la incursión de China en las cuencas petroleras latinoamericanas, generarían inquietud en Estados Unidos, lo cual sería muy tomado en cuenta por el gobierno chino a la hora de diseñar su política de incursión económica en la región.

En 2009 las empresas petroleras chinas iniciaron una corriente de inversiones en América latina a partir de acuerdos petroleros y gasíferos, que llegaron a los US$ 13.300 millones en 2010. Ese año, el gigante petrolero CNOOC (China National Offshore Oil Company) compró el 50% de Bridas, por US$3.100 millones.

La empresa de la familia Bulgheroni era atractiva por sus grandes reservas petroleras costas afuera del Golfo San Jorge, que está repartido entre las provincias de Chubut y Santa Cruz.

Pocos meses después, Bridas compró Pan American Energy, una empresa de British Petroleum por US$ 7.000 millones. La británica la vendió para hacerse de fondos para pagar una multimillonaria multa por un derrame que había provocado en el Golfo de México.

La compra agregó una nueva joya a la corona de inversiones chinas, porque Pan Américan Energy tenía la concesión de Cerro Dragón, un yacimiento de la provincia del Chubut que es el más productivo y con más reservas del país y que representaba el 60% de las reservas y de la producción de la empresa. Cerro Dragón tenía -tiene- además, un “bonus track”: su concesión original finalizaba en 2017, pero los gobiernos nacional y provincial se la extendieron por nada menos que cuarenta años más, hasta 2057. Para algunos expertos, este tipo de procedimientos, resulta sospechoso porque reducen innecesariamente la capacidad de negociación de los estados en las renovaciones de concesión.

Finalmente, en 2011, PAE compró Esso, de Exxon Mobil, con 700 estaciones de servicio, con lo cual el imperio de CNOOC, con sus socios argentinos, se expandió rápidamente y en puntos estratégicos de los recursos energéticos argentinos.

Según informaciones periodísticas, en septiembre de 2013, el gobierno chino manifestó su interés en invertir en el yacimiento de petróleo y gas no convencional de Vaca Muerta, uno de los principales del mundo en su tipo, a través de CNOOC-Bridas.

El segundo gran paso en ese terreno lo dio Sinopec (China Petroleum & Chemical Corporation), con la compra de Oxy, de la Occidental Petroleum Corporation, una empresa dedicada a la exploración y extracción petrolera, por US$ 2.450 millones.

Sinopec es la empresa más grande del país asiático y la séptima mundial, especializada en procesamiento y distribución de petróleo y, en el momento de la compra de Oxy, ya tenía una participación en Repsol Brasil y en empresas de Ecuador y Colombia. Con Oxy incorporó 23 concesiones en la provincia de Santa Cruz, Chubut y Mendoza y tuvo también su “bonus”, pero más modesto que el de CNOOC, porque obtuvo una extensión de la concesión original, que expiraba en 2017, por diez años.

Minería

Las empresas chinas incursionaron también en la minería, una rama en expansión en la Argentina gracias al doble impulso de los beneficios impositivos del Régimen de Inversiones Mineras de 1993, y del aumento de los precios de los minerales.

La principal operación tuvo lugar en 2006 con la compra de la Compañía Minera de Sierra Grande de la provincia de Río Negro por la China Metallurgical Group Corporation.

La empresa china adquirió el 70% del capital accionario de la Argentina y reactivó el yacimiento de mineral de hierro, que tiene una vida útil de más de 150 años, con una concesión de la provincia de Río Negro por 20 años. La inversión estimada: US$ 80 millones y US$ 150 millones más en los años siguientes.

En Jujuy, las empresas Minera Jinding y Jiling Dequan Cement Group Co. Ltd., invirtieron 11 millones de dólares. En la misma provincia la empresa San He Hopefull Grain & Oil Group Co. Ltd. anunció inversiones por US$ 22 millones para la exploración de zonas con potencial minero de cobre y hierro.

Industria

En 2010 el gobierno argentino firmó un convenio con el Ministerio de Industria para impulsar un proyecto de la automotriz BYD (Build Your Dreams) para la fabricación baterías y vehículos eléctricos.

Chery Automobile Co. Ltd., ha instalado una planta de ensamblado en el Uruguay y proyecta otra planta en la Argentina en Puerto Barranqueras, provincia del Chaco.

Empresas chinas en forma directa o en asociación con argentinas trabajan

en el ensamblado de electrodomésticos con partes chinas en varios puntos del país, especialmente bajo el régimen de promoción industrial de Tierra del  Fuego.

Conclusiones

La corriente de inversiones chinas crea grandes oportunidades pero también serios desafíos para la región. Por una parte ofrece una nueva ventana de aportes de capital productivo, pero los efectos económicos y sociales de largo plazo de esta oportunidad dependerán de los sectores y las formas en que se apliquen los capitales. Hasta el momento, los capitales productivos y financieros chinos se orientan masivamente a los sectores vinculados con la explotación, transporte y exportación de recursos naturales, respondiendo a las necesidades de la economía china.

De este modo se refuerza una relación económica en la cual la región se coloca como proveedor primario y comprador de bienes industriales, un modelo caracterizado por su inestabilidad externa (como se verifica, precisamente, en este momento con la caída de los precios de los commodities y la salida de capitales de países emergentes) y la promoción de fracturas regionales y sociales y riesgo ecológico, rasgos típicos de los modelos primarios.

Si se considera necesario evitar este sendero y aprovechar la disponibilidad de capitales para la industrialización y tecnificación de las economías es necesario contar con políticas propias que incluyan, entre otros factores, la búsqueda de absorción de tecnología e incorporación a las cadenas de valor de las empresas chinas y de sus socias asiáticas, del mismo modo que lo hicieron los gobiernos y empresas asiáticos que protagonizan las experiencias de industrialización del siglo XX.

Bibliografía

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