Análisis del Sueño Chino enfatizado por Xi Jinping
El periodista argentino Guillermo Bravo escribe en El Tiempo: “Desde que el maestro Confucio dictó su doctrina hace 2.500 años, ha sido objeto de controversias y resurgimientos. En la China moderna fue negado por el maoísmo y luego ‘rehabilitado’ dentro de la tradición por el sucesor del ‘Timonel’, Deng Xiaoping. Hoy, gracias al presidente Xi Jinping, las Analectas de Confucio vuelven a estar en boga en el gigante asiático, al recordar al maestro como uno de los íconos que hacen del país una gran nación.”
El confucianismo es la escuela de pensamiento más antigua de Asia, cuyas enseñanzas se cree que derivan de una serie de charlas dadas por Confucio, y que luego fueron transcritas por sus discípulos. En la práctica, se trata de una serie de recomendaciones morales, políticas, sociales y religiosas que apuntan a mejorar al ser humano en todos los ámbitos para lograr una sociedad armoniosa.
Su influencia fue fundamental para el desarrollo del pueblo chino, al punto de llegar a ser confundida con una religión, pues dictaba un código social que fue impulsado de dinastía en dinastía. Sin embargo, con la llegada de Mao Zedong al poder, el pensador fue revaluado, pues sus principios contradecían a los del fundador de la China socialista y, por lo tanto, suponían una amenaza.
Entre las discordancias más notables está la creencia confuciana en una sociedad vertical, con una autoridad en la cúspide y un sistema feudal, algo que el líder comunista atacaba con fervor para derrocar las ideas imperiales y el control de la burguesía.
“Aunque Confucio está muerto, su cadáver continúa emitiendo su hedor aún hoy. La influencia de su veneno está todavía muy extendida”, titulaba un editorial del Diario del Pueblo, periódico oficial del Partido Comunista, en 1974.
Este es solo un ejemplo del discurso de Mao durante los 27 años que estuvo en el poder para disminuir la influencia de Confucio en el pensamiento chino, instaurando una serie de nuevas creencias y comportamientos enmarcados en el ideal comunista. “Si bien las ideas de ambos se contradicen, no fue eso lo que llevó al Mao de los últimos años a atacarlo, sino el deseo de ser el nuevo gran pensador de China, pues no quería que nadie le hiciera sombra”, explica Huang Lijie, investigadora del Instituto de Filosofía y Ciencias Sociales de Pekín.
Sabiendo que atacar al pensador era atacar a la tradición china, Mao terminó por arreglárselas para citarlo a su manera. Aunque esa serie de pensamientos fue reemplazada por sus propias ideas, que hoy se pueden encontrar en su Libro rojo.
Después de su muerte, Deng Xiaoping rehabilitó la imagen del maestro en China, reintrodujo sus enseñanzas e, incluso, en los años 80 reinstauró las ceremonias en su honor.
Xi Jinping lo pone de moda
Ni Jiang Zemin, presidente entre 1993 y el 2003, ni Hu Jintao, del 2003 hasta el 2013, y quien estudió a Confucio desde su juventud, se privaron de mencionarlo en sus discursos cada vez que pudieron. Hu, incluso, instaló la idea de un socialismo xiaokang –palabra utilizada por los confucianistas y que puede traducirse como ‘puro’–, y bajo su mandato buscó darle aún más importancia, ubicando una de sus estatuas en la plaza de Tiananmen, lo que levantó una polémica que solo terminó cuando la estatua fue desterrada tras las rejas del Museo Nacional de China.
Pero fue con la llegada del presidente Xi Jinping que el filósofo realmente se puso otra vez ‘de moda’ en China. Xi se muestra como un presidente moderno que llega al poder para renovar la imagen del Partido. Prueba de ello son la posición protagónica que ha ocupado su esposa Peng Liyuan, la lucha tajante contra la corrupción y hasta sus apariciones en lugares inhabituales, como un simple restaurante de baozi (bollos rellenos).
En esa línea, ha impulsado el eslogan del ‘sueño chino’, una idea ambigua y nacionalista diseñada para captar a un pueblo cada vez más escéptico. “El ‘sueño chino’ es el resurgimiento de la gran nación china. Debemos esforzarnos constantemente, seguir adelante con voluntad indomable, promover la gran causa del socialismo con características chinas, buscar el sueño chino, el rejuvenecimiento de la nación”, dijo en su discurso ante el Congreso Popular Nacional, al asumir el poder en marzo del 2013.
Desde ese momento, las expresiones ‘sueño chino’ y ‘renacimiento chino’ reaparecieron en los discursos de Xi, en la prensa y en las redes sociales con asiduidad. Parte de la formación de este sueño se crea a partir del recuerdo de los grandes personajes de la historia, especialmente de aquellos que han logrado perdurar por décadas y que engloban en su imagen la identidad china, como Mao, Confucio o Lao Zi, ideólogo del taoísmo.
Los mensajes en ese sentido se han repetido continuamente, como en noviembre del año pasado, cuando el mandatario viajó a Qufu, en la provincia oriental de Shandong, pueblo natal de Confucio. Allí visitó su hogar –hoy convertido en un gran templo–, desde donde pidió “poner el pasado al servicio del presente” y “mantener la esencia”.
Además, hojeó en público un ejemplar del libro Explicaciones de Confucio, de Yang Chaoming, director de la Academia de Estudios de Confucio, y reconoció que él mismo “debería releer esto metódicamente”.
Este hecho disparó las ventas de los textos de Confucio, en especial el de Yang, un libro guía para leer las Analectas.
“Habitualmente vendemos cinco ejemplares al mes de Interpretación de las Analectas, de Yang Chaoming. En noviembre pasado, cuando el presidente lo tuvo en sus manos, vendimos 150”, contó Hailong, vendedor de libros de la empresa Tmall, la gran plataforma de comercio electrónico de China.
El ‘alma’ de la cultura
En las redes sociales, el espacio donde se debaten los temas de actualidad, no tardó en aparecer la cuestión. “El confucianismo es el alma de la cultura china. Es una lástima que hayamos dejado de estudiarlo, la sociedad china ahora es demasiado vanidosa”, escribió el usuario Xuehanbo en el sitio de microblogging Weibo.
“¿Qué nos ha traído el confucianismo? Durante miles y miles de años, los valores morales de los chinos todavía no han mejorado. Bajo la política totalitaria, la comunidad china no ha sido capaz de formar ningún valor universalmente aceptado. La cultura confuciana es realmente una doctrina política que ha castrado al país y le sirve a la clase dominante. Es la cultura de la esclavitud, de la división de clases”, le respondió el usuario Teng Xiaodong.
Para John Makeham, profesor de Estudios Chinos de la Universidad Nacional de Australia, “Xi acude a Confucio para llenar el vacío que deja el consumismo y el marxismo con características chinas. El gobierno cree que publicitando ciertos aspectos del confucianismo va a ser visto como el que armonizó la tradición china y la estabilidad política”.
Sin embargo, algunos expertos ya han alertado del uso indiscriminado de estos personajes por parte del Partido Comunista. “Si el sueño chino es el sueño de una gran nación, de un pueblo unido bajo un líder, entonces Confucio funciona a la perfección. Pero si el sueño chino se inspira en el sueño americano, en el que cada individuo puede realizar sus deseos, entonces es químicamente incompatible”, opina la investigadora Huang Lijie.
Xi Jinping camina sobre un delicado equilibrio que puede hacerlo tambalear en un momento de transición crucial para China. “Actualmente, el gobierno encarna tres ideologías –resume la experta–: el confucianismo, el maoísmo y el liberalismo. Ya hemos visto cómo ha actuado con las dos primeras, ahora queda por ver qué hará con la tercera”.
Las 5 claves de esa doctrina
Conducta decorosa y armoniosa: el concepto ‘Li’ regula la etiqueta de cada uno en relación con la familia y la sociedad.
Los hombres deben conducirse delicadamente, en armonía con el cosmos. Eso solo se logra mediante el estudio y la disciplina.
Piedad filial: el respeto a la jerarquía familiar entra en el concepto de un cosmos ordenado de manera vertical, en el que cada uno ocupa un lugar bien definido y debe subordinarse a ese orden. Los hijos, por lo tanto, deben respetar a los padres y a los hermanos mayores, oírlos y cuidarlos si lo necesitan.
Fidelidad con los superiores: la autoridad terrenal, representada por el rey o el emperador, también llamado el ‘Hijo del Cielo’, debe ser respetada, pues es la encargada de mediar entre el Cielo y los hombres. Ese orden rige la sociedad confuciana, en donde cada autoridad está subordinada a una superior.
Solidaridad: este concepto se rige por el principio de ‘Ren’, que es el sentimiento de confraternidad con los otros hombres. Esto implica permanecer en un estado de “bondad y perdón” para que se fortalezca en el interior del individuo y fluya.
Humildad: Confucio dice que si hay tres personas en la habitación, una de ellas es su maestro. Junto a la humildad va el ‘Zhong’, que ha sido traducido como ‘lealtad’.
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