Académicos argentinos ponen la lupa en las relaciones bilaterales
Durante una reunión en la Cancillería del Conicet y el CICIR (ver esta misma página), expertos argentinos en relaciones internacionales que siguen los vínculos nacionales con China pusieron en relieve los principales debates que cruzan la relación bilateral, en particular los desafíos que asoman en términos de desequilibrios comerciales, tendencias hacia una nueva dependencia o, entre otros, falta de estrategia desde Argentina para mejorar la relación. Como intelectuales, realizaron un muy buen ejercicio de pensamiento crítico. Eduardo Oviedo, del Conicet y fogonero del encuentro, en su intervención avanzó en temas como primarización vía la soja, derechos humanos y Taiwán, en general ausentes en debates locales. Sergio Cesarín alertó sobre posibles endeudamientos futuros a partir del crédito chino; Diana Tussie, de Flacso, dijo que es inevitable el “cambio de paradigma” que plantea China, pero que hay “opciones de integración”; Carlos Escudé señaló que la forma de equilibrar el comercio bilateral es a través de compras del sector defensa y seguridad, y otro especialista, Carlos Moneta, de Untref, puntualizó la responsabilidad argentina, local, en la forma de integración. Debió venir el año pasado el entonces primer ministro Wen Jiabao a “hablarnos de cooperación agrícola y alimentaria. ¿Por qué no surgió de nosotros?”, se preguntó.
Oviedo, también de la Universidad de Rosario, planteó que con China Argentina teje una relación que hasta 1990 era de semiperiferia a semiperiferia, pero que ahora repetiría el esquema centro (China)-periferia (Argentina), y que en tanto antes era entre países agroganaderos básicamente, ahora lo es entre un país más primarizado y otro (China) industrial, lo cual graficó en la ecuación “soja por trenes”. Según sus datos, la soja primarizó la relación con China “aún más que la estructura general de nuestra economía”, ya que en general Argentina industrializa 80% de su producción sojera, pero que China quiere comprar soja a granel. Y que ahora, con el gran socio asiático, iríamos a una primarización de diversificación horizontal agropecuaria con otros productos como maíz, cebada, frutas, tabaco e equinos y próximamente sorgo o lácteos, entre otros. “Si nos quisiéramos desprimarizar, asomarían tensiones con China”, dijo.
También planteó otra asimetría, el déficit comercial en el intercambio bilateral que sufre Argentina desde 2008, que de ahí a 2013 acumula 18.000 millones de dólares, con exportaciones nacionales estancadas e importaciones desde China creciendo (y muchas diferencia estadística según sea la fuente china o argentina, planteó). La particularidad es que, salvo Uruguay, otros países de la región que también sufren primarización sin embargo tienen superavits como China, como Brasil, Chile o Perú, explicó.
Sobre Taiwán, planteó Oviedo que Argentina siempre respetó la política de “una sola China”, pero descuidó las posibilidades de negocios con Taiwán, hoy “estancadas”, y que sin embargo otros países con tanta o más relación con China, como Brasil o Chila, que incluso tiene un TLC con Beijing, tienen mejores niveles de intercambio con la isla.
Cesarín, del Conicet-Untref, analizó las líneas de investigación académica que se están dando en el continente latinoamericano respecto a China en las redes de intercambio científico. Valoró que cuando vino Wen Jiabao, y ayer mismo en la reunión lo plantearon los visitantes del CICIR, se reconoce un “diálogo de civilizaciones”, algo inédito en otras relaciones con poderes fuertes como lo fueron Gran Bretaña o Estados Unidos, en sus relaciones con nuestra región. Pero sostuvo que en los debates hay algunas inquietudes sobre lo comercial, donde “el cuadro de situación no es bueno”; las inversiones orientadas muy especialmente a recursos naturales; lo financiero, donde si bien China dice que es cooperante se genera deuda y hoy China ya es un gran acreedor externo (“Aquí el soft power no alcanza”, dijo Cesarín), y ciencia y tecnología, donde según Cepal hay aún baja densidad de intercambio de bienes y servicios. También indicó que, en lo socioeconómico, se valora la ayuda al crecimiento que da China pero menos el hecho de que “también la región aporta a la riqueza china a través de sus colectividades” en nuestros países.
“China nos interroga. Nos fuerza a debatir nuestra integración en Sudamérica, que al menos deberíamos lograr en una convergencia. ¿Nuestra agenda traduce los intereses de China o nuestros propios intereses?”, planteó.
Otro investigador del Conicet, Carlos Escudé, historió que Argentina tuvo relaciones de interdependencia asimétrica con Gran Bretaña y otra con Estados Unidos de “total dependencia” que fue “lo peor que nos pudo haber pasado”. Con China podría replicarse una relación de “crecimiento exponencial en la cooperación”, similar pero mejor a la que hubo con Gran Bretaña (que Escudé valora por el aporte a ferrocarriles, infraestructura y créditos) pero en “una situación muy diferente” ya que hoy Argentina es una economía industrial. “Nos falta capital para desarrollarnos”, pero como somos menos complementarios con China (industrial) de lo que éramos con los británicos, como ambos necesitamos exportar con valor agregado (y China quisiera “que Argentina no le agregara ningún valor a sus exportaciones primarias”, dijo), para evitar un juego de suma cero deberían encararse acuerdos en seguridad y defensa.
“Es el nicho” que saltearía esa encrucijada y que Argentina, que luce desde la derrota en Malvinas el menor gasto en el sector respecto de su PBI de toda Sudamérica, “necesita desesperadamente” desarrollar. Argentina tiene interés en comprar equipamiento militar en China, “y en mi opinión debería avanzar si China tiene la voluntad de importar con más valor agregado desde Argentina”. Tal sería el mejor quid pro quo.
En tal sentido, citó posibilidades en aviones de combate como el Chengdu FC-1/JF17 o el Casic antimisiles o misiles guiados por radares como los Luoyang . EE.UU. no debería preocuparse mucho, dijo, ya que por ejemplo Pakistán, siendo cooperativo con los norteamericanos, es proveedor de China también en esos mismos productos. Escudé criticó que el gobierno argentino no juegue esta carta para equilibrar el comercio con China y en cambio encare negocios sobre compra de aviones y equipamiento militar con Israel. La línea de cooperación debería seguirse con China, enfatizó, como ya se hace –valoró- en la estación satelital entre CLTC y el gobierno de Neuquén para el programa lunar y de otras aplicaciones chino.
Desde Untref, Moneta subrayó por su parte la responsabilidad argentina en fijar agenda. “¿Qué hacemos para modificar los problemas? Otros países avanzaron más. Por ejemplo me dio vergüenza cuando Wen Jiabao vino y nos habló de cooperación en seguridad alimentario, y no se nos ocurrió a nosotros (países proveedores), o viene el mayor banco del mundo (el ICBC) y no escuché una palabra sobre qué haremos con eso, qué pensamos hacer. Estamos viendo al mundo como era hace diez o veinte años todavía y no cómo está cambiando y seguirá cambiando las próximas décadas”, sostuvo.
Tussie recordó que la relación con China –que recordó durante muchos años pasados había sido una gran referencia para su generación- se aceleró desde su ingreso a la OMC en 2001 y desde los intercambios de viajes de Néstor Kirchner y Hu Jintao cuando eran presidentes en 2004. “Desde entonces hay más visiones de promover áreas estratégicas y no hay conflictos políticos con China, eso es muy bueno. Pero en lo económico, el auge mundial chino es un dato que impacta directamente, y ese nuevo paradigma, que marca un cambio inevitable, no significa que no haya opciones de integración”.
También participaron del encuentro otros académicos como Raúl Bernal Meza (UNICEN), Martha Bekerman (Conicet UBA), Gladys Lechini (UNR), Mariano Turzi (UTDT), Ariel Slipak (IADE y Conicet), Rubén Laufer (UBA), entre otros.
PUBLICAR COMENTARIOS